El candidato del miedo
Olavo de Carvalho
Diário do Comércio, 24 de octubre de 2008
Nombrado de �Mes�as� por el l�der radical musulm�n Louis Farrakhan y de �Jes�s M�o� por la editora-jefe de un peri�dico universitario, Barack Hussein Obama informa: �Contrariamente a lo que dice la opini�n popular, no nac� en un pesebre.� �Se imaginaron si �l no lo avisa?
Cualquiera que sea el caso, por lo menos un milagro confirmado �l ya realiz�: es el primer candidato presidencial que logra el aplauso de todos los enemigos de EE UU sin que esto despierte en contra la menor desconfianza del establishment americano. Entre sus entusiastas, se cuentan el Hamas, el presidente iran� Ahmadinejad, Muammar Khadafi, Fidel Castro, Hugo Ch�vez y el canal de TV Al-Jazeera. Imagino lo que le hubiera pasado a la candidatura de Franklin D. Roosevelt en 1932 si �l hubiese recibido el apoyo ostensivo de Josef Stalin, Adolf Hitler y Benito Mussolini.
Es cierto que Obama promete desmantelar el sistema de defensa espacial de EE UU, desacelerar unilateralmente el programa americano de investigaciones nucleares, transformar en derrota la victoria en Irak, vetar la apertura de pozos de petr�leo y ofrecer permisos de conducir y asistencia m�dica gratuita a los inmigrantes ilegales, aquel populacho patriota que quiere transformar Texas y California en Estados mexicanos. Pero, si uno insin�a que cualquiera de esas cosas es un buen motivo para que los comunistas y radicales isl�micos lo quieran a �l, mass media en peso dice que uno �se ha pasado de los l�mites� y es virtualmente culpable por �crimen de odio�. Ahmadinejad declar� que la victoria del candidato dem�crata en las elecciones prender� la luz verde para la islamizaci�n del mundo, Khadafi proclam� que Obama es un musulm�n fiel apoyado por millonarios islamitas y Louis Farrakhan, aprovechando la ola de entusiasmo obamista, anunci� que la �Nation of Islam�, la sociedad secreta de radicales isl�micos que preside, por d�cadas funcionando en marcha lenta, est� gozando �un nuevo arranque� y luego estar� operando de nuevo con fuerza total. El sentido de esos hechos est� claro, pero notarlo es inmoral: todo ciudadano respetable ha de jurar que el apoyo proveniente de los enemigos de Am�rica es apenas un equ�voco por parte de ellos, ya que Obama no les ha dado � �oh, no! � el menor pretexto para que simpatizasen con �l. Insinuar cualquier convergencia de intereses es imputarle a Obama �culpa por asociaci�n� � una perfidia cargada, evidentemente, de �sub tonos racistas�.
Cualquier palabra m�s dura contra el candidato negro es adem�s apuntada como prueba de racismo, y la m�nima sugerencia de que haya en ello alg�n chantaje racial es doble prueba. El propio John McCain insiste en mantener el debate en la esfera �de las ideas�, subrayando que el oponente es �un hombre decente, del cual no hay nada a temer.�
Esa declaraci�n es involuntariamente ir�nica. Lo que todo americano m�s teme, hoy d�a, es que sospechen que se tenga un mal juicio sobre Barack Hussein Obama. Siguiendo el ejemplo del l�der, la militancia republicana se esmera en las exhibiciones de respeto y veneraci�n a la persona del adversario. Un funcionario de la oficina de la campa�a de McCain en Pompano Beach, CA, que puso atr�s de su mesa un cartel asociando Obama a Marx y Hitler fue prontamente dimitido. Un ciudadano del Estado de Ohio, que le hizo unas preguntas m�s duras al candidato dem�crata sobre su proyecto de reforma fiscal, pag� caro por el atrevimiento. Tuvo su vida particular investigada por los periodistas y fue severamente criticado por los cr�menes hediondos de trabajar como fontanero sin licencia y de no haber pagado una multa de tr�nsito que recibi� en Arizona ocho a�os atr�s. Eso da una idea del esmero exasperado con que la grande mass media protege la imagen de Barack Obama. Samuel Wurzelbacher, o �Joe Fontanero� � apodo por el cu�l vino a ser nacionalmente conocido �, saca de su experiencia la conclusi�n inevitable: �Cuando uno ya no puede m�s hacerle preguntas a sus l�deres, es una cosa temible.�
El temor no es solamente sicol�gico. Varios militantes republicanos ya hab�an sido cascados por obamistas, despachos de la campa�a McCain en varios Estados hab�an sido invadidos y destruidos, y s�lo la acci�n de la polic�a impidi�, a tiempo, que cientos de agitadores obamistas bien entrenados, armados de c�cteles Molotov, quemasen los autobuses que se dirig�an a la Convenci�n Republicana en St. Paul (aun as� los que restaron consiguieron hacer terrible da�o). Cuando un candidato usa de m�todos terroristas y a la vez el establishment decreta que llamarlo de terrorista es el colmo de la demencia, est� claro que ese candidato tiene derechos ilimitados. �l puede recibir 63 millones de d�lares en contribuciones ilegales del exterior, y nada de malo le ha de pasar por ello. Una ONG que lo apadrina puede hacer una derrama de t�tulos de elector falsos en trece Estados, y ay de quien sugiera que �l tiene algo que ver. En cambio, McCain fue acusado de violencia verbal criminosa por el simple hecho de mencionar la relaci�n archicomprovada de Obama con William Ayers. Una paseata a favor de McCain-Palin, en Nueva York, fue acogida con toda suerte de insultos y amenazas. Como, en cambio, ninguna violencia se observase contra los militantes obamistas, fue preciso inventar que, en un mitin de Sarah Palin, alguien grit� �Kill him!� al o�r el nombre de Obama. La polic�a examin� cuidadosamente las grabaciones del encuentro y concluy� que nadie hab�a gritado eso.
Otro factor intimidante es la superioridad econ�mica. La campa�a de Obama recogi� nada menos de 605 millones de d�lares en contribuciones. Para cada anuncio de McCain, salen cuatro de Obama. M�s avasalladora todav�a es la propaganda gratuita suministrada al candidato dem�crata por la grande mass media.
Hasta la fecha, el �nico peri�dico de cierta importancia que comunic� el proceso movido por el abogado dem�crata Philip Berg contra Obama fue el Washington Times � nominalmente republicano �, que sin embargo clasifica las dudas cuanto a la nacionalidad de Obama como meros �rumores de internet� y, aludiendo al proceso apenas en las l�neas finales, como si fuera s�lo un rumor a m�s, se omite de informar que Obama, en vez de presentar su partida de nacimiento como solicitado por el demandante, prefiri� echar mano de una compleja argumentaci�n jur�dica para esquivarse de hacerlo. El segundo proceso en el mismo sentido, abierto en el Estado de Washington, no es ni al menos mencionado.
Las mayores empresas de peri�dicos y canales de TV protegen el candidato dem�crata no solamente contra sus adversarios, pero contra �l propio. Actos o declaraciones suyas que puedan mostrarlo a una luz desfavorable son cuidadosamente omitidos. En toda la grande mass media americana no se encontrar� una sola palabra sobre la larga carrera de Obama como militante abortista, mucho menos sobre la �nica actividad importante desarrollada por �l en el plano internacional: la campa�a montada, con dinero p�blico, para elevar al poder en Kenia el agitador antiamericano y pro terrorista Raila Odinga, culpable de ordenar el asesinato de m�s de mil de sus opositores pol�ticos y de conspirar con l�deres musulmanes para imponerle la religi�n isl�mica a una naci�n de mayor�a cristiana. Obama no solamente ayud� Odinga con dinero de los contribuyentes americanos y le abri� contactos en el Senado, como hizo m�tines en su favor en Kenia. Si algo muestra la verdadera naturaleza de los compromisos internacionales del candidato dem�crata es ese episodio � pero hasta FoxNews se omite en comentar el tema.
Por aqu�, todo el mundo dice que la victoria de Obama es segura. A m� me parece que, aunque perdiese las elecciones, Obama ser�a un vencedor. El partido de sus adversarios ya se puso de rodillas al momento en que, en vez de un conservador aut�ntico, eligi� como candidato un t�pico �liberal republican�, promesa garantizada, caso elegido, de un gobierno d�bil, sometido a los cr�ticos, exactamente como lo fue el de George W. Bush. A ese primer desatino se sigui� otro peor: a partir del instante en que los republicanos, en vez de abrir mil procesos como el de Philip Berg, aceptaron como adversario electoral leg�timo y decente un candidato sin nacionalidad comprobada, con una biograf�a nebulosa y repleta de mentiras flagrantes, ayudado y subsidiado por los m�s odiosos enemigos del pa�s, dejaron claro que hab�an abdicado de todo sentimiento de honra y consentido en legitimar una farsa. Si perdieren las elecciones, ellos merecer�n tantas l�grimas cuanto aquellos que prefirieron antes dejar Lula conquistar la presidencia de Brasil que contar lo que sab�an sobre el Foro de S�o Paulo.
En cuanto a la campa�a de Obama, su perfil est� claro. El amalgama de promesas ut�picas, propaganda avasalladora, beatificaci�n psic�tica del l�der, apelo racial, control de mass media e intimidaci�n sistem�tica del electorado es id�ntico en los m�nimos detalles a la estrategia electoral de Hitler en 1933, pero para decir eso en p�blico � o mismo concienciarlo en voz baja � es necesario m�s coraje de lo que se puede esperar del elector mediano hoy d�a.
Traducción: Victor Madera