Ingeniería de la confusión
Olavo de Carvalho
Diário do Comércio (editorial), 14 de marzo de 2008
El sicólogo ruso Iván Pavlov (1849 - 1936) demostró que la estimulación contradictoria es la manera más rápida y eficiente de romper las defensas sicológicas de un individuo (o de un puñado de ellos), reduciéndolo a un estado de credulidad devota en que él aceptará como naturales y ciertos los comandos más absurdos, las opiniones más incongruentes.
Ella funciona de manera casi infalible, aunque los estímulos sean de orden puramente cognitiva y sin gran alarde emocional (frases contradictorias dichas en una secuencia camuflada, de modo a crear una confusión subconsciente). Pero está claro que funciona mucho más si el sujeto fuere sometido al impacto de emociones contradictorias fuertes lo bastante para crear rápidamente un estado de incomodidad sicológica intolerable. Esa misma incomodidad sirve de camuflaje, pues la víctima no tiene tiempo de averiguar que la contradicción viene de la fuente, y no de su propio interior, de modo que al estado de aflicción vienen a sumarse la culpa y la vergüenza. La reacción automática que se sigue es la busca desesperada de un nuevo patrón de equilibrio, o sea, de un sentimiento más amplio que parezca comportar en sí, en una síntesis dialéctica, las dos emociones inicialmente vividas como contradictorias, y que a la vez pueda aliviar el sentimiento de vergüenza que el individuo siente ante la fuente estimuladora, que a esta altura él la toma como su observador crítico y su juez.
El lector que examine con alguna atención el discurso izquierdista, verá que él busca inspirar en el público, a la vez, el miedo y la compasión. Este dúo de sentimientos no es contradictorio en sí, cuando cada uno de ellos se pone en un plano distinto, como ocurre en la tragedia griega, donde los espectadores sienten compasión por el héroe y miedo del engranaje cósmico que lo oprime. Pero, si el objeto de temor y de compasión es el mismo, usted simplemente no sabe como reaccionar y entra en un estado de “disonancia cognitiva” (término del sicólogo Leon Festinger), a un paso de la atonía mental que predispone a sometimiento pasivo.
Digo miedo y compasión, pero nunca se trata de emociones simples y
unívocas, y sí de dos tramas emocionales complejas que
prenden la víctima a la vez, volviendo-la incapaz de expresar
verbalmente la situación y sofocando-la en una atmósfera
turbia de confusión e impotencia.
En la política revolucionaria, la estimulación
contradictoria toma la forma de atentados terroristas destinados a
intimidar la población, acompañados, simultáneamente,
de intensas campañas de sensibilización que muestran los
sufrimientos de los revolucionarios y de la población pobre que
ellos nominalmente representan. Las destrucciones de caseríos por
el MST son un ejemplo nítido: la clase atacada queda paralizada
entre dos bloques de sentimientos contradictorios – de un lado, el
miedo, la rabia, el impulso de reaccionar, de huir o de buscar
protección; de otro, la compasión extorsionada, la culpa, el
impulso de pedirle perdón al agresor.
No es por coincidencia que la primera descripción científica de ese mecanismo haya sido obra de un eminente sicólogo ruso: el empleo de la estimulación contradictoria ya era una tradición en el movimiento revolucionario cuando Iván Pavlov comenzó a investigar el tema justamente en los años en que se preparaba la Revolución Rusa. Sus estudios fueron inmediatamente absorbidos por el liderazgo comunista, que pasó a utilizarlos para elevar la manipulación revolucionaria de la psique a alturas de una técnica de ingeniería social muy precisa y eficiente, capacitada para operaciones de gran porte con notable control de resultados.
En las últimas cuatro décadas, con la transición del movimiento revolucionario de la antigua estructura jerárquica para la organización flexible en “redes” informales con inmenso soporte financiero, el uso de la estimulación contradictoria dejó de ser una exclusividad de los partidos comunistas y se diseminó por toda suerte de organizaciones auxiliares – ONGs, empresas de mass media, organismos internacionales, entidades culturales - cuya índole revolucionaria no es declarada ex profeso , lo que vuelve el rastreo de la estrategia unificada, por tras de todo, un problema muy complejo, trascendiendo el horizonte de consciencia de los lideratos empresariales, de las políticas usuales y requiriendo el concurso de estudiosos especializados. Por regla general, los liberales y conservadores están enormemente desprovistos para enfrentar la situación: se esfuerzan para conquistar el público mediante argumentos lógicos en favor de la democracia y de la economía de mercado, cuando el verdadero campo de batalla está situado muy abajo de eso, en una zona obscura de pasiones irracionales administradas por el adversario con todos los refinamientos de la racionalidad y de la ciencia.
En artículos venideros ilustraré el empleo de la estimulación contradictoria por varios “movimientos sociales”: feminista, homosexualista, abortista, ateísta, ecológico, etc.
Traducción: Victor Madera