Orgullo nacional

Olavo de Carvalho

Jornal do Brasil, 7 de junio de 2007

 

 

 

Mientras el público no aleja la vista de Venezuela, el totalitarismo izquierdista avanza en otros puntos de Latinoamérica sin que se le note, usando modos menos extravagantes pero no de menor cinismo y brutalidad que los utilizados por Hugo Chávez.

En Ecuador, el diputado Luís Fernando Torres divulgó un video que exhibía al ministro de Economía, Eduardo Patiño, maquinando con inversionistas una ratería para lucrar con los intereses  de la deuda externa. ¿Que le sucedió al ministro? Nada. Pero a Torres le anularon su mandato por  "crimen de sedición" junto a otros 56 diputados que le apoyaron. Si esto no es un golpe de Estado, no sé lo que pueda serlo. Ni el propio Chávez tuvo coraje para destruir a la oposición con un ataque tan directo y mortífero. Al día siguiente, el presidente Correa, para impedir que el diputado recurriera a tribunales internacionales, le solicitó a la Justicia la prohibición a que saliera del país.  Mientras los magistrados, avergonzados, retardaban la decisión, Torres vino a Washington, sin al menos tener dinero para el hotel, a pedirle auxilio a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA. Vana esperanza. La OEA es una sólida fortificación del comuno-chavizmo. Tiraron Ecuador a los perros y nadie se está importando.

Sin embargo el único esquema izquierdista que posee métodos infalibles para asegurarse al poder total es el brasileño. Éste no precisa temerle a las protestas populares, porque ya ha monopolizado absolutamente las sublevaciones callejeras. Tampoco  a los políticos de oposición, porque mucho antes de llegar a ser gobierno ya había aniquilado a su mayoría a través de la técnica del denuncismo y emasculado ideológicamente a los restantes.  No precisa temerle a la Iglesia, porque, al seguir el receptuario de Antonio Gramsci, de ella se ha apropiado como si fuera un íncubo, chupándole el alma y transformándola en parlante de la propaganda comunista.  No precisa temerle al empresariado, pues que su única expectativa de sobrevivir al asedio del fisco es besarle las manos al Partido-Estado. No precisa temerle a los medios de comunicación, puesto que ellos tanto se embarraron por ayudarle en la ocultación de la maquinación del Foro de São Paulo durante 16 años, que han perdido todo y cualquier vestigio de autoridad moral, permitiéndose hoy nada más que la obediencia incompleta, el servilismo disfrazado bajo surtos esporádicos de impertinencia pro-forma. No precisa temerle a las presiones de afuera, porque la fidelidad canina al esquema globalista de la ONU le garantiza afecciones del establishment europeo y americano. No precisa temerle a las Fuerzas Armadas, porque ya ha disuelto en dosificada poción de calumnias y seducciones a la antigua fibra anticomunista de los militares y porque domina estratégicamente al territorio a través de las organizaciones de masa, articuladas a cuadrillas de criminales locales y a las Farc.

Tampoco las denuncias de corrupción, mil veces más abultadas y graves que las que alcanzaron a los gobiernos pasados, suelen debilitarle por poco que sea. Sirven nada más para demostrar la impotencia de las leyes, de nuevo y de nuevo, hasta desmoralizarlas por completo. Aún en remota hipótesis de que el actual presidente sea algún día sometido a impeachment,  la izquierda seguirá comandando, por la sencilla razón de que no hay concurrente, excepto - cum grano salis – los tucanos , quienes ya han facilitado a lo máximo a la izquierdización del país cuando estuvieron gobernando y lo harán nuevamente si llegan a volver. La socialdemocracia, por supuesto, nunca ha tenido otra razón de existir que no fuera para usurparle el lugar a la derecha y legitimar la ascensión de la izquierda revolucionaria mediante una simulación de resistencia, vaciada, profilácticamente, de cualquier sentido ideológico.

Los pocos hiatos restantes en el sistema de control totalitario van siendo ocupados por vía indirecta, suave, insensible, bajo los más variados pretextos, aparentemente fuera de sospechas, engañando magistralmente a la opinión pública que se somete a todo por su incapacidad de divisar al esquema en su totalidad.

Comparados a la izquierda brasileña, astuta, racional, paciente, fría, segura de sí, Chávez, Correa o Morales no pasan de aficionados. De algo nuestro país puede enorgullecerse: de ser gobernado por los más hábiles estafadores y embusteros políticos del continente.


Nota de traducción: En español: Tucanes.  Denominación de los militantes del PSDB – Partido da Social Democracia Brasileira – que tiene por símbolo el ave tucán y por presidente honorario a Fernando Henrique Cardoso, ex-presidente de la República Federativa do Brasil.

 

Traducción: Victor Madera