Respuesta a un burro presuntuoso
Olavo de Carvalho
www.olavodecarvalho.org, 9 de junio de 2005
Para acabar con este asunto, ah� van algunos comentarios al art�culo �Plaga fascista�, publicado por el Dr. Grijalbo Fernandes Coutinho en el peri�dico O Globo del 21 de mayo:
I
�Con el pretexto de corregir el equ�voco hist�rico aparecido en un art�culo de mi autor�a sobre el derechismo enfermizo de algunas figuras del mundo pol�tico en Brasil, el Sr. Olavo de Carvalho, en su columna semanal de O GLOBO, acometido por la estupidez peculiar de los sujetos que no toleran la pluralidad de opiniones e ideas, utiliza el viejo recurso fascista de la descalificaci�n de la persona para destilar todo su odio ideol�gico contra el conjunto de la magistratura laboral brasile�a, a la que tacha de semi-analfabeta.�
1) Poner en evidencia la falsa erudici�n hist�rica manifestada por el Dr. Grijalbo no fue el �pretexto� de mi art�culo, sino su contenido �nico y exclusivo. Si fuese un mero pretexto, el art�culo habr�a pasado r�pidamente por ese tema para entrar inmediatamente en los puntos que interesaban de verdad, como lo indica, por cierto, el t�rmino �pretexto�, que significa algo que viene antes de un texto. Como mi texto no habla de ning�n otro asunto m�s que de uno y siempre el mismo, hablar de �pretexto� es a todas luces un recurso capcioso para atribuirle unos contenidos que no est�n en �l. 2) �Descalificar a la persona� no es un �viejo recurso fascista�. Cuando Mussolini e Hitler a�n usaban pa�ales, Lenin ya ense�aba que el militante comunista, al discutir, no tiene que intentar se�alar los errores del adversario, sino destruirlo, present�ndolo como un agente al servicio de intereses malignos, esp�a, enemigo del pueblo, etc. Los partidos comunistas llegaron a transformar eso en una t�cnica muy precisa. La insistencia comunista en atribuirla a los fascistas que no hicieron m�s que imitarles es muy caracter�stica del maestro-charlat�n que usa a sus propios aprendices como carne de ca��n. �se ha sido, sin embargo, el �nico medio que el Dr. Grijalbo ha encontrado para forzar la entrada en escena del �fascismo�, que no tiene nada que ver con el caso sino que es el insulto de rigor con el que los aduladores del comunismo difaman a sus rivales ideol�gicos, por muy probadamente antifascistas que sean. 3) La mentira, dec�a Benedetto Croce, se desmiente por su propia boca. Olavo de Carvalho, seg�n el Dr. Grijalbo, �utiliza el viejo recurso fascista de la descalificaci�n de la persona para destilar todo su odio ideol�gico contra el conjunto de la magistratura laboral brasile�a�. La auto-contradicci�n es flagrante. �C�mo podr�a un escritor, por m�s genialmente habilidoso que fuese, atacar a toda una colectividad por medio del ataque personal a uno solo de sus miembros? Una de dos: o la descalificaci�n es personal y dirigida, o es gen�rica y difusa; o pongo verde personalmente a un sujeto, o ataco impersonalmente a su colectividad entera. Las dos cosas al mismo tiempo, s�lo por magia. Pero el odio extremo puede llegar incluso a cegar la inteligencia de un hombre hasta el punto de inducirlo a lanzar contra el adversario acusaciones que se excluyen y se anulan mutuamente. Y, cuando la cerraz�n llega hasta ese punto, se extingue tambi�n el sentido del rid�culo, siendo substituido por la auto-exaltaci�n hist�rica de los d�biles. El Dr. Grijalbo intenta hacer de s� mismo la culminaci�n y la quintaesencia de toda una clase profesional, de modo que todo lo que le duela a �l repercuta en ella, haciendo que se movilice en masa para curar la pupa de la v�ctima indefensa y hacer trizas a su malvado agresor. 4) Siempre que ve que una de sus afirmaciones es libremente discutida, el t�pico trepa intelectual brasile�o de nuestros d�as afirma que eso es un acto de intolerancia a la libre discusi�n. A continuaci�n, propone restaurar la libertad de discusi�n mediante un proceso judicial que calle definitivamente la boca del discutidor. Eso ya se ha convertido en rutina. 5) �Descalificar a la persona� es un truco de argumentaci�n er�stica que consiste en atacar a un individuo en cuanto tal en vez de se�alar los errores de su discurso. Todo el que lea con imparcialidad mi art�culo percibir� que lo �nico que hace es poner de manifiesto los errores del discurso del Dr. Grijalbo y confrontar la torpeza de esos errores con las pretensiones arrogantes del autor, deduciendo de ah� que es un charlat�n, un truh�n intelectual de categor�a. La mala cualidad atribuida as� al Dr. Grijalbo, al ser deducida del an�lisis de su texto, no es de ning�n modo un recurso er�stico de �descalificaci�n de la persona�, sino una conclusi�n moral extra�da de las pruebas directas. Lo caracter�stico de la �descalificaci�n de la persona� es la inconexi�n entre lo que se alega contra ese individuo y el contenido de sus argumentos que, por esa v�a remota, se trata de impugnar. En mi art�culo, por el contrario, lo que se resaltaba era precisamente esa conexi�n: el Dr. Grijalbo no fue criticado all� como �persona�, gen�ricamente, sino como autor de ciertas afirmaciones que llevaban impresa la marca del charlatanismo intelectual. En cambio, su intento de hacerme pasar por fascista, sin basarse en mi texto ni, por cierto, en ning�n otro de mi autor�a, s� que es n�tidamente un esfuerzo por �descalificar a la persona�. El Dr. Grijalbo, adulador del comunismo, si no comunista �l mismo, sigue ah� al pie de la letra la receta dada por Lenin al militante comunista en general para el trato con los adversarios: ll�males lo que eres t�, ac�sales de lo que t� haces.
II
�Los jueces laborales merecen respeto y cualquier cr�tica u ofensa dirigida, en un caso concreto, tiene que limitarse al autor del texto atacado.�
Vaya, no me acuerdo de haber criticado a nadie m�s que al Dr. Grijalbo y a sus eventuales admiradores. Necesariamente, la denuncia de la estupidez de un texto salpica a la estupidez de los lectores que le aplauden, pero s�lo la vanidad, la malicia o la cobard�a del Dr. Grijalbo pueden intentar aumentar su n�mero hasta abarcar a todos los jueces laborales, hasta el punto de hacer artificialmente que la unanimidad de dicha clase se sienta insultada al o�r hablar mal de �l. En mi art�culo, la expresi�n �un p�blico de magistrados semi-analfabetos� se refer�a, con toda claridad, a la parte de los jueces laborales que, m�s ignorantes a�n que el Dr. Grijalbo, fuesen incapaces de percibir el torpe fraude de su exhibici�n de cultura. Es absolutamente imposible que la totalidad de esa categor�a profesional � ni de cualquier otra � entre en esa clasificaci�n. Es el Dr. Grijalbo el que ofende brutalmente a su clase al suponer que no hay en ella nadie m�s inteligente o m�s culto que �l. La juez laboral Marli Nogueira se ha encargado, con una brillantez inusitada, de demostrar la falsedad de esa suposici�n.
III
�La infame estrategia salta a la vista. El columnista se detiene en una cuesti�n marginal de mi texto, para no tener que enfrentarse a la idea central que defiendo...�
En ese punto el Dr. Grijalbo tiene algo de raz�n. Me ce�� a un detalle menor, absteni�ndome de criticar la �idea central� de su art�culo. Pero, si proced� as�, no fue por ninguna �infame estrategia�. Fue por caridad. Un an�lisis extenso de esa redacci�n infra-colegial ser�a una masacre, y yo no pod�a acometerlo sin sentirme obligado, inmediatamente, a reivindicar la destituci�n del Dr. Grijalbo de su cargo de juez laboral, por probada ineptitud. No queriendo llegar a ese extremo, limit� mi cr�tica al p�rrafo inicial del art�culo, como advirtiendo a su autor para que tomase conciencia de su ignorancia y en adelante fuese m�s comedido en la exposici�n de sus �ideas centrales�. Desgraciadamente, mi consejo cay� en el terreno est�ril de la estupidez orgullosa.
IV
�... para calificarme como �charlat�n bachilleresco�, �exhibicionista de conocimiento�, �ignorante ambicioso�, protagonista de un �mini-show de erudici�n fingida� que, completa, ostenta una �erudici�n hist�rica inferior a lo requerido para el Show del Mill�n�. El discurso vac�o, la falta de elegancia y la groser�a, naturalmente, no lograron convencer a los lectores del peri�dico. A pesar de todo, creo tener derecho a una respuesta. Aunque no sea directamente, el articulista intenta negar el origen de las expresiones izquierda y derecha como referencias a las fuerzas ideol�gicas adversas durante la Revoluci�n Francesa, a partir de su localizaci�n f�sica. Algunas indicaciones de que eso ocurri� ya en la Asamblea Constituyente son hechas por algunos autores.�
Ah� est� la prueba concreta de que el Dr. Grijalbo es un analfabeto funcional. Todo aquel que tenga alguna compresi�n de lectura percibe a primera vista que no discut� para nada ese origen de las expresiones derecha e izquierda, sino s�lo la versi�n equivocada que presentaba de ella el Dr. Grijalbo, en la que los izquierdistas girondinos eran catalogados en la derecha y la Convenci�n Nacional era confundida con los Estados Generales de 1789. Es por pura afectaci�n vanidosa, por tanto, que el autor de esa enormidad se considera acusado de �exhibicionista de conocimientos�. Le acus�, eso s�, de exhibir falsos conocimientos. Pero �l es insensible a esa peque�a diferencia.
V
�De todas formas, si en la �poca de la Asamblea Nacional las expresiones gauche y droite fueron aplicadas, respectivamente, a los pro-republicanos/dem�cratas radicales y a los defensores de la monarqu�a, en la Convenci�n Nacional sirvieron para designar a los jacobinos y a los girondinos, de modo que la distinci�n surge, sin duda, en el curso del movimiento revolucionario iniciado en 1789. Tambi�n es cierto que, a diferencia de lo que ense�a el Sr. Carvalho, no fue en 1793 cuando la definici�n ideol�gico-geogr�fica se dio, como indican Hobsbawm, Bobbio y Sader.�
Otra prueba de que el hombrecillo no sabe leer. Consulten mi art�culo. Yo no dije que la terminolog�a derecha-izquierda surgi� en 1793 � ni pod�a hacerlo, porque de hecho se remonta a los Estados Generales � , sino que s�lo entonces (o a finales de 1792, si lo prefieren) la etiqueta de �derecha� fue aplicada a los girondinos, hasta entonces conocidos como izquierdistas. Tampoco afirm� que la denominaci�n de los girondinos por su origen geogr�fica date exactamente de 1793 � aunque antes predominase su designaci�n como �brissotinos�, por alusi�n a su l�der Brissot �, sino que entonces pas� a ser usada con una connotaci�n general peyorativa, cuando esa parte de la antigua izquierda se ech� atr�s ante su propio exceso de izquierdismo, volvi�ndose una derecha ad hoc, exactamente como m�s tarde suceder�a en la Revoluci�n Rusa y, por cierto, en todas las revoluciones, cuyo h�bito m�s notorio es el de comerse a sus propios l�deres cuando se niegan a seguir hasta el fin su curso de cr�menes y desvar�os. Mirabeau, Danton, Trotski, Plekhanov, Radek, Cienfuegos, Camilo Torres, Lin Piao � la lista no tiene fin. En el episodio en cuesti�n, las calificaciones que antes designaban respectivamente a los adeptos del antiguo r�gimen y a los revolucionarios fueron transferidas a dos facciones internas del propio movimiento revolucionario. Como es imposible que un t�rmino adquiera una connotaci�n secundaria antes que la principal, eso es la prueba m�s evidente de que en su origen las etiquetas de derecha e izquierda no pod�an de ninguna manera designar a �girondinos y jacobinos�, como pretende el Dr. Grijalbo, sino a monarquistas y jacobinos, incluidos entre �stos los brissotinos, futuros girondinos. Leyendo mal mi texto, el magistrado tambi�n se embadurna en la lectura de Hobsbawm y Bobbio. Eso ya ser�a prueba suficiente de que es un apedeuta, un burro presuntuoso. Pero, dicho sea de paso, citar a Emir Sader como autoridad en Historia ya es abusar del derecho a la incultura.
VI
�Con toda evidencia, el procedimiento del columnista es un precario intento de distracci�n. En realidad, quiere, descalific�ndome a partir de un aspecto perif�rico, desviar la atenci�n hacia el problema central expuesto, que no puede combatir directamente.�
Adem�s de no saber leer, no sabe escribir. En una sola frase, comete dos errores gramaticales, que hay que corregir antes de se�alar sus respectivos errores de contenido. Primero: en vez de �desviar la atenci�n hacia el problema central expuesto�, hay que leer �desviar la atenci�n del problema central expuesto�. Segundo: en vez de �no puede combatir directamente el problema central expuesto�, hay que leer �no puede combatir directamente mi opini�n sobre el problema central expuesto�. En el primer caso, la regencia preposicional coja invirti� lo que el merit�simo quer�a decir. En el segundo, la elipsis mal construida cambi� el objeto directo por el adjunto pronominal restrictivo. �Las oposiciones para la magistratura no tienen examen de portugu�s? La selectividad s� que lo tiene, y no logro imaginar c�mo ese sujeto aprob�. En cuanto al contenido, es una pura iron�a involuntaria que ese individuo me acuse de �intento de distracci�n� despu�s de haber llenado dos p�rrafos enteros con intentos de desviar la discusi�n de su error en particular a una verdad de dominio p�blico que no fue discutida ni por m� ni por nadie. En cuanto al �problema central expuesto�, que el propio Dr. Grijalbo dice que consiste en el �derechismo enfermizo de algunas figuras del mundo pol�tico�, est� claro que su discusi�n depende de los conceptos de derecha y de izquierda con que se enfoque. Cuando esos conceptos se basan en datos hist�ricos tan grotescamente equivocados como aqu�llos a los que recurre el Dr. Grijalbo, es evidente que la opini�n emitida por medio de ellos pierde toda relevancia intelectual y se reduce tan s�lo a las lecciones de un ignorante. El hecho mismo de que en su art�culo el magistrado semi-analfabeto considere cincuenta a�os de estalinismo como un accidente perif�rico que no disminuye en nada la belleza moral del comunismo � como si la tiran�a y el genocidio se hubiesen limitado a la Rusia de Stalin, en vez de extenderse uniforme e infaliblemente por todos los reg�menes comunistas del mundo � muestra ya que estamos ante un demagogo barato cuyas opiniones no merecen ni la m�s m�nima atenci�n. De hecho, nunca pretend� discutirlas, porque la �ltima cosa que deseo en el mundo es debatir con incapaces. El motivo que me llev� a escribir sobre el Dr. Grijalbo no fueron sus �opiniones�, sino s�lo el hecho de que su emisor pueda ocupar un alto cargo en la jerarqu�a social, hecho que ilustra de manera elocuente el estado de calamidad intelectual en que vivimos.
VII
�La vieja extrema derecha ve fantasmas comunistas en todas partes y trata de construir escenarios para eliminar a los agentes pol�ticos que, de alg�n modo, no concuerdan con sus elucubraciones, colocadas como verdaderos dogmas de una secta. La falta de reflexi�n human�stica y los arrebatos sof�sticos del reverendo, muchas veces pueden llevar a sus infelices y frustrados seguidores al suicidio intelectual, entre otros motivos, por el pensamiento esquizofr�nico de que s�lo existe vida inteligente en la doctrina liberal y en la represi�n de la ideolog�a que combate la desigualdad social, la miseria engendrada por el capitalismo n�mada, la explotaci�n de la clase trabajadora y el derecho absoluto de la propiedad.�
Toda esa cantinela de agente electoral es ajena al asunto de mi art�culo, pero el Dr. Grijalbo est� lo suficientemente alucinado como para lanzar contra m�, por segunda vez en el mismo art�culo, dos acusaciones incompatibles: en definitiva, o me abstengo de impugnar sus ideas o las ataco en nombre de la doctrina liberal. No puedo haber hecho las dos cosas al mismo tiempo. Respecto a la �reflexi�n human�stica� que me falta, agradecer�a que el Dr. Grijalbo me indicase las obras en que expone sus realizaciones en esa �rea. Por mi parte, estoy seguro de haber publicado doce libros y una infinidad de apuntes de �reflexiones human�sticas�, como las llamar�a el Dr. Grijalbo. Pero, en la cabecita del magistrado, no hay diferencia entre una vida de realizaciones intelectuales comprobadas y la mera presunci�n de superioridad de un semi-analfabeto metido a burro. Esta �ltima, en su imaginaci�n, hasta tiene alguna ventaja en la comparaci�n, y tal vez incluso les parezca convincente a algunas personas. Por m�s que vea esas cosas, siempre me sorprenden. El fingimiento, la pantomima, parece ser la substancia misma de la vida brasile�a.
VIII
�Definitivamente, esa gente no tolera la pluralidad de pensamiento. Odia la dial�ctica de Hegel y, mucho m�s, la de Marx, y est� desprovista de toda autoridad para, al menos, comprender el car�cter cient�fico de toda la doctrina, grandeza que tuvieron destacados liberales y capitalistas.�
El Dr. Grijalbo reincide en el farol cultural. Recurrir a Hegel y a Marx en defensa de la pluralidad de pensamiento es una prueba cabal de que no ha le�do ni una sola l�nea del primero, aunque tal vez incluso haya podido haber le�do dos o tres del segundo en las citas de Emir Sader. La pluralidad de pensamiento, para Hegel, s�lo ten�a sentido en el pasado, como anticipaci�n confusa de su propio pensamiento. Una vez alcanzada la s�ntesis definitiva de la filosof�a hegeliana, la variedad de opiniones � en realidad la existencia misma de la discusi�n filos�fica � se volv�a inconcebible e inadmisible. Marx dio un paso m�s, pretendiendo transformar en represi�n activa la intolerancia te�rica de Hegel, predicando la extinci�n de aquellas �clases y naciones enteras� (sic) que se opusiesen a sus objetivos. Cualquier lector habitual de esos dos pensadores lo sabe. Y no deja de ser interesante que un sujeto incapaz hasta de distinguir entre un recurso er�stico y una prueba dial�ctica (ver arriba, punto I) pretenda d�rselas de expert en la dial�ctica de Hegel. Adem�s, �desde cu�ndo se�alar unos errores primarios de Historia es ir contra la pluralidad de pensamiento? �La denuncia de los errores no es la esencia misma de la libertad de discusi�n? �Es que, para mostrar respeto a esa libertad, yo tendr�a que abstenerme de ponerla en pr�ctica? �O tendr�a que ir un poco m�s lejos en esa devoci�n al rev�s, movilizando a una multitud de adeptos para reprimir cualquier cr�tica m�s contundente mediante procesos por �da�o moral colectivo�? Lo que ese Dr. Grijalbo entiende por �pluralidad de pensamiento�, definitivamente, no es lo que esa expresi�n significa para la humanidad normal.
IX
�Pero la fascinaci�n por otras desigualdades es algo notable en las concepciones de la ultraderecha brasile�a, especialmente por el abismo social que separa a los ricos y a los miserables del pa�s. Si pudiesen, evidentemente, restablecer�an el confort y el despotismo patronal de �Casa Grande e Senzala�.�
Acuso al hombre de falsa erudici�n hist�rica, y �l, sin refutar absolutamente nada de lo que he dicho, me sale con una diatriba contra el �abismo social�, el patriarcado y hasta Gilberto Freyre. Y encima me acusa de �intento de distracci�n�... X
�Al aspirante a intelectual, siempre atento a los programas de variedades de la televisi�n brasile�a, tengo que decirle que no se me caen los anillos por recurrir a los estudiantes por una buena causa. Lo hago ahora mismo, invit�ndoles a las cr�tica contundente a las injusticias sociales, a partir de los espacios de libertad de las universidades.�
En su agobio obsceno por mendigar la ayuda colectiva en un debate en el que ha salido muy mal parado, el Dr. Grijalbo escamotea la diferencia entre recurrir a la clase estudiantil como clase de tropa y como autoridad en materia de erudici�n hist�rica. No pongo en duda que muchos estudiantes se ofrecer�an a acudir en su ayuda en tan dificultosa situaci�n. Fueron entrenados para eso. Pero ni la suma de todos ellos tendr� jam�s el don milagroso de hacer que los girondinos, retroactivamente, se sienten a la derecha en los Estados Generales. Salvo enga�o, era �se el punto en discusi�n.
XI
�Adem�s de los universitarios, a los trabajadores y a todos los dem�cratas para que barran del mundo la plaga de las ideas fascistas que quieren restablecer los reg�menes autoritarios, con los que sue�a el articulista, una mera pieza de delirio, y para que el �Hundimiento� del dictador no sea m�s que la pel�cula proyectada en el cine, como triste recuerdo del r�gimen m�s sangriento y m�s anti-humano de la Historia de la civilizaci�n.�
Por tercera vez en un s�lo art�culo, el Dr. Grijalbo lanza contra m� acusaciones incompatibles. O soy un intransigente defensor de la doctrina liberal o un ap�stol de la intervenci�n fascista del Estado en todos los dominios de la vida social. No veo c�mo contentar al magistrado en su deseo irrefrenable de que yo sea ambas cosas al mismo tiempo. Es comprensible que, en su paroxismo de odio impotente de truh�n intelectual sorprendido con los pantalones en la mano, quiera pegar en mi frente las etiquetas m�s contradictorias, pero, lo lamento, el liberalismo y el fascismo son incompatibles, y no s�lo en la teor�a, sino en la pr�ctica hist�rica comprobada. Si estudiase un poco de Historia, cosa que no hizo ni para la selectividad, el juececillo sabr�a que los liberales, como Friedrich Hayek, Ludwig von Mises y Erik von Kuenhelt-Leddin, autores que nunca ha le�do, fueron los primeros que lucharon contra el nazifascismo, en una �poca en que la URSS fomentaba el crecimiento del ej�rcito alem�n, Stalin se repart�a Polonia con Hitler, los estibadores comunistas de Occidente hac�an huelga para impedir el embarque de alimentos y armas a la Inglaterra bombardeada, y la izquierda francesa boicoteaba los preparativos militares contra la invasi�n alemana.
XII
Pataleando y lanzando exabruptos, el Dr. Grijalbo no desmiente que su versi�n del origen de los t�rminos derecha e izquierda estaba equivocada, no desmiente que la sac� de una fuente estudiantil, no desmiente que intent� d�rselas de erudito con conocimientos falsos y de segunda mano, no desmiente, finalmente, nada de lo que yo dije. Entonces, �para qu� ha utilizado su derecho de respuesta? Lo ha utilizado para echar balones fuera y para insultar al articulista contra cuyas afirmaciones no ten�a nada que alegar. Repito, por tanto, con toda la tranquilidad y seguridad, que el Dr. Grijalbo Fernandes, juez laboral en Brasilia y presidente de la Asociaci�n Nacional de los Magistrados de la Justicia del Trabajo (Anamatra), es un analfabeto funcional, que est� por debajo de las cualificaciones requeridas para el cargo de magistrado y que su presencia en tan alto puesto es una se�al alarmante del descalabro intelectual brasile�o. Por si me quedaba alguna duda, su respuesta a mi art�culo la ha eliminado por completo.