Saliendo de dudas

Olavo de Carvalho

Zero Hora, 29 de mayo de 2005

  

Cuando un apelativo peyorativo reaparece con insistencia en la boca de los diversos portavoces de una causa, fijando hipn�ticamente la atenci�n del p�blico en un determinado rasgo odioso de la figura adversaria, el m�nimo de prudencia recomienda sospechar que no se trata de una pol�mica normal, sino de una campa�a de propaganda enga�osa.

 Sospecha no es, evidentemente, certeza. Todo puede ser una infeliz coincidencia estil�stica.

 El m�todo para salir de dudas es sencillo. Verifique si el ep�teto tiene alguna correspondencia con la realidad. Si el insultado tiene efectivamente la mala cualidad se�alada y si es tan prominente que mir�ndole dif�cilmente se repara en otra cosa, la repetici�n del insulto tal vez s�lo manifieste la uniformidad de una impresi�n general correcta. Miles de brasile�os repiten que el presidente Lula es el campe�n internacional de meteduras de pata, y no hay en ello ninguna campa�a contra �l, sino �nicamente la constataci�n repetida de unos hechos evidentes.

 Pero si el defecto indicado no es relevante hasta ese extremo, si, por el contrario, no es evidente en modo alguno y, peor a�n, si su presencia en el personaje acusado no puede ser comprobada por ning�n medio leg�timo, entonces est� claro que la insistencia grupal en se�alarlo revela un prop�sito uniforme y organizado de conquistar al p�blico para una opini�n difamatoria, utilizando un mal h�bito del lenguaje para crear un mal h�bito del pensamiento.

La expresi�n �poderoso lobby de la industria de armas�, que casi infaliblemente reaparece en los discursos de los desarmamentistas para tildar a los adversarios de su campa�a de ac�litos al servicio de intereses millonarios, entra n�tidamente en esa categor�a. Eso se puede averiguar f�cilmente por el m�todo antes indicado.

 Desde luego, los usuarios de ese t�pico lo utilizan siempre de forma vaga y gen�rica, sin aclarar nunca a qu� industrias de armas se refieren ni mucho menos qu� relaci�n tienen �stas con las entidades que reaccionan contra el desarme.

 El motivo es muy sencillo: no hay ninguna industria de armas que financie la lucha contra el desarme. Brasil tiene una �nica empresa fabricante de armas, cuyo mayor y casi �nico cliente en el territorio nacional es el gobierno, es decir, precisamente el jefe de la campa�a desarmamentista.

 En cuanto a las empresas extranjeras, no existe ni el m�s m�nimo indicio de que alguna de ellas haya hecho alguna contribuci�n a las escasas y pobres organizaciones pro-armas, ni mucho menos que haya hecho alg�n esfuerzo serio por conquistar el mercado brasile�o.

 En contrapartida, los patrocinadores de la campa�a desarmamentista en todo el mundo son bien conocidos: ONU, Comunidad Europea, Fundaci�n Ford, Fundaci�n Rockefeller y otras entidades similares, adem�s del Sr. George Soros, claro.

 �Qui�n es, entonces, el �poderoso lobby�?

 El otro d�a, en Rio, las columnas sociales anunciaban una reuni�n festiva de desarmamentistas progres. La llamada �flor y nata de la sociedad� acudi� al evento para dar su apoyo a la hermosa causa personificada por el Dr. Rubem C�sar Fernandes, el mismo que cacareaba que el desarme har�a disminuir la criminalidad y que, una vez obtenida la persuasi�n general, declar� c�ndidamente que se trataba de un general auto-enga�o.

 

La fiesta transcurri� sin el menor incidente, en gran parte porque el edificio donde se realizaba fue cercado por guardias de seguridad armados, celosos en su tarea de proteger las vidas y los bienes de los invitados.

 Como la ley del desarme s�lo prohibe armas personales, no guardias de seguridad armados, tendr� como efecto inmediato e ineludible la divisi�n de los ciudadanos brasile�os en dos clases: la mayor�a desarmada, a la que el gobierno confiesa que no tiene condiciones de proteger, y la minor�a armada hasta los dientes, que no necesitar� protecci�n oficial porque tiene medios para protegerse a s� misma.

 

�Es o no como para que el beautiful people lo celebre desde ahora?