Izquierda y derecha en la Iglesia
Olavo de Carvalho
M�dia Sem M�scara, 23 de abril de 2005
Ya hace tiempo que los grandes medios de comunicaci�n de Brasil � me refiero sobre todo a los de S�o Paulo, Bras�lia y Rio � dejaron de ser un medio de informaci�n fiable y se convirtieron en un puro instrumento de manipulaci�n ideol�gica. El uso que hacen de los t�rminos para describir las situaciones y los personajes nunca corresponde a la realidad objetiva, sino a un enfoque programado previamente para producir unas determinadas reacciones p�blicas. El lenguaje est�ndar del periodismo brasile�o sigue hoy estrictamente la t�cnica sovi�tica de la desinformaci�n. Esto no es una manera de hablar, sino una descripci�n exacta de lo que sucede.
En el caso de las cuestiones religiosas, la prueba m�s clara de ello es el progresivo desplazamiento del significado dado a las ep�tetos �conservador� y �fundamentalista�. Al principio, eran �conservadores� los cat�licos que se opon�an a los cambios introducidos por el Concilio Vaticano II. Muchos de ellos fueron expulsados de la Iglesia, como Mons. Marcel Lef�bvre, y hoy constituyen un movimiento religioso independiente, de enormes proporciones, cuya existencia jam�s es mencionada por los medios de comunicaci�n. Una vez amputada esa parcela de la realidad, el ep�teto �conservador� pasa a ser aplicado al ala de la jerarqu�a cat�lica que introdujo los cambios del Concilio. El margen del conservadurismo admitido, por tanto, ha disminuido considerablemente. Antes, hombres como Juan Pablo II o el entonces cardenal Ratzinger eran el centro, el fiel de la balanza. Despu�s, los medios de comunicaci�n los desplazaron hacia la derecha, e incluso hacia la extrema derecha, mientras hac�an desaparecer a los conservadores genuinos, transformados en �no-personas�, sin derecho a voz o a presencia p�blica.
Un proceso an�logo sufre el t�rmino "fundamentalista". Ese vocablo designaba a los adeptos a una interpretaci�n literalista y legalista de la Biblia. Poco a poco, la clase period�stica empez� a usarlo para etiquetar a cualquier persona que fuese fiel a una religi�n tradicional. Eso significa que la cuota de fidelidad religiosa admitida en la sociedad �decente� se va estrechando cada vez m�s. Es una estrangulaci�n progresiva, lenta, programada.
Otro ejemplo. Hasta hace diez a�os, todo el mundo en la Iglesia � izquierda y derecha � estaba en contra del aborto. En 1991 los obispos de Chiapas, M�xico, que se contaban entre los m�s izquierdistas de Am�rica Latina, acusaron de auto-excomuni�n a las militantes feministas que defend�an el aborto. Hoy, los medios de comunicaci�n en bloque tildan de �conservador�, e incluso de �fundamentalista�, a todo cat�lico que sea anti-abortista.
Todo eso es una manipulaci�n c�nica, voluntaria y consciente. El que moldea el lenguaje popular domina el alma del pueblo. El uso de categor�as pol�ticas para describir a las facciones de la Iglesia de por s� no es un error, pues el clero est� compuesto por seres humanos, y los seres humanos tienen el derecho y la inclinaci�n a alinearse pol�ticamente. Pero esas categor�as tienen que ser usadas honestamente como t�rminos descriptivos adecuados a la realidad objetiva, no como instrumentos de manipulaci�n destinados a crear una falsa realidad pol�ticamente conveniente a una determinada facci�n. Los medios de comunicaci�n tienen incluso el derecho de hacerse eco de los cambios sem�nticos cuando vienen de fuera, pero no a crearlos por iniciativa propia, manipulando los acontecimientos en lugar de describirlos.
En cada gran redacci�n del pa�s existe hoy un fuerte grupo de iluminados que se constituyen a s� mismos en due�os del pensamiento general. Confrontados con un modelo normal de honestidad intelectual y period�stica, son en verdad delincuentes, estafadores. Uno de los mentores intelectuales m�s notables de la izquierda mundial, el fil�sofo americano Richard Rorty, tuvo incluso el cinismo de formular la regla que orienta a esa gente: no tenemos � dec�a � que tratar de convencer a las personas exponiendo nuestra convicci�n con franqueza, sino al contrario, �inculcar en ellas gradualmente nuestros modos de hablar�. Es el maquiavelismo ling��stico en estado puro.
Juan Pablo II y Benedicto XVI nunca han estado efectivamente entre los conservadores. Han sido transformados en eso por una obra de ingenier�a verbal que, desplazando el eje del lenguaje cada vez m�s hacia la izquierda, deforma las proporciones de la realidad para enga�ar a la opini�n p�blica. Complementariamente, esa maniobra impone el estereotipo de que los conservadores son la clase represora y los progresistas son los �pobrecitos� oprimidos y perseguidos. En verdad, ning�n izquierdista de la Iglesia ha padecido jam�s ni una mil�sima parte de las sanciones impuestas al ala conservadora de Mons. Lef�bvre. Los verdaderos perseguidos de la Iglesia nunca son mencionados en los medios de comunicaci�n, aunque constituyen en ciertos pa�ses de Europa casi un tercio de la poblaci�n fiel. En Brasil, los obispos de Campos fueron humillados, censurados y finalmente excomulgados sin haber hecho ning�n da�o a nadie. Leonardo Boff o Gustavo Guti�rrez, por el contrario, nunca sufrieron ninguna sanci�n, m�s que un per�odo de silencio obsequioso durante algunos meses, y hasta hoy viven de la propaganda lacrimosa artificial que les muestra como verdaderos m�rtires. Todos los grandes medios de comunicaci�n son c�mplices de ese mentira. El periodismo en Brasil se ha convertido en una forma de alucinaci�n programada.
De la misma manera, el t�pico que divide a la Iglesia en �Iglesia de los ricos� e �Iglesia de los pobres�, que inicialmente s�lo aparec�a en la propaganda comunista expl�cita, fue absorbido por los medios de comunicaci�n y pas� a ser de uso general. La Iglesia � toda la Iglesia � siempre ha trabajado por los pobres. A ella se debe la invenci�n de los hospitales y de las maternidades, la ense�anza universal gratuita, la progresiva abolici�n de la esclavitud, etc. La �teolog�a de la liberaci�n�, que se adorna a s� misma con el t�tulo de �Iglesia de los pobres�, no ha hecho nada por el pueblo pobre m�s que usarlo como objeto de manipulaci�n o como carne de ca��n, como sigue haciendo en Colombia y en Cuba. La adopci�n de esos estereotipos por parte de los medios de comunicaci�n es una brutal inversi�n de la realidad. Por otro lado, es el ala izquierda de la Iglesia � y no los conservadores ni los centristas � la que hoy nada en el dinero de George Soros, de la ONU, de la Unesco, de las Fundaciones Ford y Rockefeller, y hasta de organizaciones abortistas como la Planned Parenthood Foundation y la Sunnen Foundation. �Menuda �Iglesia de los pobres�, es �sa!