Aviso al general

Olavo de Carvalho

O Globo, 19 de marzo de 2005

 

 Escribo estas pocas l�neas para comunicar al general Jorge F�lix que capt� perfectamente su mensaje: con o sin dinero bajo mano, las relaciones PT-Farc no son de competencia de la C�mara ni del Senado, no son de competencia de la Justicia, ni de los medios de comunicaci�n, ni de la opini�n p�blica. Son secreto de Estado. S�lo puede saber algo de ellas el que ya lo sabe, o sea, el propio PT, las propias Farc y, evidentemente, el propio general F�lix y sus asesores. El que, fuera de ese c�rculo de iniciados, ose hablar del asunto o, m�s indecentemente a�n, pedir una investigaci�n p�blica al respecto, incurrir� en un delito contra la seguridad de la patria.

 Le aviso, pues, al general que no tiene nada que temer de mi parte. Cumplir� celosamente mi deber primordial de ciudadano, que consiste en cerrar los ojos, taparme los o�dos y cerrar el pico.

 No s� si el PT ha recibido d�lares ilegales de las Farc y, patri�ticamente, no quiero saberlo.

 Incluso voy m�s lejos.

 Antiguamente, cre�a saber que la elite petista hab�a prestado apoyo a las Farc contra el gobierno colombiano, acus�ndolo de �terrorismo de Estado�. Cre�a saber que algunos l�deres de la narcoguerrilla hab�an sido hu�spedes oficiales de un gobierno petista y que, con la protecci�n de las autoridades brasile�as, hab�an circulado libremente por las calles de este pa�s al mismo tiempo que las Fuerzas Armadas les acusaban, sin la m�nima repercusi�n por cierto, de disparar contra nuestros soldados en la frontera. Cre�a saber que, durante m�s de una d�cada, no s�lo las Farc, sino tambi�n otras organizaciones notoriamente criminales como el MIR chileno, secuestrador de brasile�os, se hab�an reunido anualmente con la c�pula del PT en el �Foro de S�o Paulo�, bajo la presidencia del Sr. Luiz In�cio Lula da Silva y la orientaci�n espiritual de Fidel Castro, para organizar sus acciones en una estrategia com�n.

 Todos esos conocimientos, y otros por el estilo, no me parec�an dudosos, pues los hab�a sacado de las actas publicadas en el site del �Foro de S�o Paulo�, m�s tarde retiradas de la red y por fin devueltas al conocimiento p�blico en una versi�n expurgada, pero s�lo despu�s de que yo las hubiera copiado del original y transcrito en mi propio site.

 No obstante, la posesi�n de tales subsidios, por s�lidos y confiables que sean, me puede inducir a alguna curiosidad pecaminosa respecto al caso denunciado ahora por la revista �Veja�. �Para qu� sirve el conocimiento, si nos induce a la tentaci�n y da�a, si no nuestra alma, s� nuestra condici�n de buenos ciudadanos, convirti�ndonos en traidores y r�probos? Renuncio, pues, a las informaciones perversas que hasta ayer frecuentaban mi mente insana y, purificado por la ignorancia, me recojo en un patri�tico silencio retroactivo. 

Para hacer mi mudez todav�a m�s dignificante, confieso que a�ad� a mi indiscreci�n de anta�o el agravante imperdonable del falso juicio moral.