Del Brasil al �Brejil� (�Atolladeril�)
Olavo de Carvalho
O Globo, 12 de marzo de 2005
Antiguamente � y todav�a ayer, cuando yo ten�a veinte a�os �, se exig�a mucho a un escritor. Ten�a que dominar los recursos de su arte hasta el punto de que toda la historia de �ste, en cierta manera, se reflejase en su estilo. Ten�a que poseer una visi�n espiritualmente madura del universo y de la vida, y haber absorbido en ella la cultura de los milenios. Y esa visi�n ten�a que estar tan bien integrada en su personalidad que su expresi�n escrita no comportara la m�s m�nima separaci�n entre idea y palabra.
Hoy no hace falta nada de eso. Basta una afectaci�n de sentimientos pol�ticamente correctos en el lenguaje de los estereotipos m�s agobiantes, y listo: el pimpollo se ha asegurado su supuesto en los suplementos de cultura y en las antolog�as escolares. Si escribe en el estilo estandarizado de los manuales de redacci�n, es un primor de nitidez cartesiana. Si envuelve unas ideas sin pie ni cabeza con una jerga lacaniana intragable, es un asombro de profundidad. Si no concuerda el sujeto con el predicado, es un gran comunicador, sensible al lenguaje del pueblo.
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En la literatura de ficci�n, el �nico autor que ha producido algo notable en los �ltimos tiempos ha sido Duda Mendon�a [jefe de campa�a de Lula]. Tan profundo ha sido el impacto de su obra, que s�lo ahora algunos brasile�os empiezan a despertar de la trama en que les meti� el 2002.
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La quintaesencia del estilo literario nacional, hoy en d�a, encuentra su m�s perfecta expresi�n en las palabras que, seg�n circula por internet, fueron proferidas por el ministro Gilberto Gil en un discurso reciente:
�Esto... Bueno... Quer�a decir que la met�fora de la m�sica brasile�a en la globalizaci�n efectiva de los carentes objetos de la sinergia hicieron que la pluralizaci�n llegase a los o�dos eternos de la geograf�a asim�trica de la melod�a.�
Todo � lo mejor del Brasil � se encuentra en ese p�rrafo: la cuota de dislexia exigida a los altos cargos federales, la absoluta incapacidad para la concordancia verbal, la total inconexi�n l�gica, el dispendio exhibicionista de t�rminos pedantes sin ning�n significado en el contexto.
En otras �pocas, viendo a un tipo as� en el Ministerio de Cultura, gritar�a: ��Basta!�, ��Fuera!�. Hoy, con serenidad ol�mpica, admito que est� en el lugar adecuado. �Qui�n podr�a representar m�s condignamente a la inteligencia brasile�a en su estado actual?
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Pero no le faltan imitadores. El PFL, por ejemplo, tras haber pasado a�os diluyendo su identidad por debajo del n�mero de Avogadro, se ha cansado de fisiologismo y ha tomado la may�scula resoluci�n de autodefinirse ideol�gicamente. Sacudi�ndose el comodismo, ha reunido todas sus fuerzas morales y, en un arrebato de valor, lo ha asumido: es y ser� siempre... un partido de centro. Incluso dir�a: de extremo-centro.
Al fin y al cabo, who cares?
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Tampoco indigna a nadie el sobreseimiento del proceso promovido por el PSDB contra el presidente. Ese proceso no lleg� a ser ni siquiera un farol. Fue un simulacro de farol, concebido para impresionar no al adversario, sino al p�blico. Ante la decisi�n del STF, el �tucanado� ha respirado con alivio, libre del asustador peligro de ser tomado en serio.
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Cualquier brasile�o con un QI superior a 12 sabe que las leyes, en este pa�s, son espadas de gelatina blandidas contra el acero del esquema izquierdista dominante, respaldado por la estrategia continental de Fidel Castro y por s�lidas alianzas europeas y asi�ticas.
Como los casos Waldomiro y Celso Daniel han probado con sobreabundante evidencia, cualquier chorizo apadrinado por el esquema es m�s poderoso que el conjunto de las instituciones nacionales.
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Brasil s�lo tiene tres instituciones estables: el �Foro de S�o Paulo�, Hacienda y el narcotr�fico. El resto es espejismo.
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Ante todas estas cosas, el lector puede buscar consuelo en los vers�culos del Libro Amarillo-Pa�al de los Pensamientos del presidente Lula, principalmente en esos trechos memorables en los que nuestro sabio gobernante asegura que un ciego le est� mirando o garantiza que no ha vivido en el siglo del Holocausto, una verg�enza para nuestra patria. Anta�o, eso me arrancar�a risas y l�grimas. Hoy lo contemplo todo con b�dica indiferencia. Es tarde para temer que la vaca vaya al brejo (atolladero). El brejo (atolladero) ha crecido, se ha tragado a la vaca, se lo ha tragado todo. Donde estaba el Brasil, ahora est� el �Brejil� (�Atolladeril�).