El Super-�ltimo-hombre

Olavo de Carvalho

Zero Hora, 6 de febrero de 2005

  

Nietzsche dec�a que en el futuro s�lo habr�a dos tipos de seres humanos: El �Super-Hombre� y el ��ltimo hombre�. El primero era el h�roe cultural � del que �l mismo se consideraba el prototipo � que, reconociendo la radical historicidad, y por tanto la inocuidad de los valores, se colocaba por encima de todos ellos e inventaba libremente sus propios valores, como el peque�o dios de un microcosmos aut�nomo, pisoteando altivamente la �verdad�, el �bien�, la �humanidad� o todo lo que tuviera el descaro de cruzarse en su camino de glorias autol�tricas. El ��ltimo hombre�, por el contrario, era el idiota multitudinario incapaz de un pensamiento propio, reducido a la obediencia rutinaria y al �esp�ritu de reba�o�. 

Lo que el fil�sofo jam�s lleg� a sospechar es que ambos tipos eran exactamente la misma persona y que en pocas d�cadas la completa identidad del Super-Hombre y del �ltimo hombre se manifestar�a de la forma m�s patente, mostrando que la distinci�n entre ellos no era m�s que una ilusi�n �ptica.

 Los gauchos tuvieron recientemente la oportunidad de observar, en las calles de Porto Alegre, bajo el t�tulo de �Forum Social Mundial�, el ruidoso pulular de ejemplares vivos del �Super-�ltimo-hombre�, la s�ntesis indisoluble de los dos personajes nietzscheanos, que constituye ya, sin duda, el tipo dominante en las sociedades avanzadas del siglo XXI.

 El Super-�ltimo-hombre no admite ning�n valor ni ley por encima de s� mismo, juzga y condena sin pesta�ear civilizaciones y religiones milenarias y, �filosofando con un martillo�, como el propio Nietzsche, va por ah� destruy�ndolo todo. Por si acaso, sin embargo, observa a su alrededor para ver si sus colegas de militancia est�n haciendo lo mismo, y se siente profundamente reconfortado al ver que no est� solo, que est� en perfecta sinton�a con el esp�ritu de reba�o.

Sentir palpitar en el pecho, al mismo tiempo, la altivez soberana del h�roe solitario y la reconfortante protecci�n de las organizaciones de masa es el privilegio inaudito que la sociedad actual otorga a cada estudiante enrag� , a cada ap�stol de la �paz�, a cada militante feminista, gay o pro-terrorista de este mundo. Ninguno de ellos acepta autoridad alguna por encima de s� mismo, ninguno es capaz de aprehender una sola idea que no venga ya con la r�brica de la autoridad colectiva.

 Pero, como toda s�ntesis, ese tipejo no se limita a una yuxtaposici�n mec�nica de sus elementos. En el acto de liquidarlos, los supera. El Super-�ltimo-hombre es m�s arrogante que el Super-hombre y m�s servil que el �ltimo hombre. El Super-hombre se contentaba con la independencia individual, proclamada quijotescamente contra el resto de la especie humana: el nuevo tipo quiere subyugar a la especie humana, remodelarla a su imagen y semejanza. El �ltimo hombre se limitaba a seguir la moral y las buenas costumbres, sin imaginaci�n para discutirlas o fuerza para infringirlas: el Super-�ltimo-hombre, a la voz de mando de la multitud, est� listo para caer todav�a m�s bajo, para violar la propia conciencia y abdicar del �ltimo resquicio de dignidad, prostituy�ndose y envileci�ndose hasta el punto de exhibirse masoquistamente como v�ctima de persecuci�n disfrutando al mismo tiempo, como nadie, del patrocinio millonario del establishment paternal.

 No s� como reaccionar�a Nietzche ante la visi�n de esta criatura que, en parte, engendr� �l mismo. Probablemente, de verg�enza, se reventar�a los sesos.