Revoluci�n camuflada

Olavo de Carvalho

O Globo, 8 de enero de 2005

 

 

Unos charlatanes pagados a peso de oro para inculcar su ignorancia en un p�blico de idiotas ricos juran que no hay ninguna revoluci�n en curso en Brasil, y aportan como prueba la falta de huelgas generales, de violencia pol�tica ostensiva, de un estado insurreccional en definitiva.

 

El �nico modelo (o estereotipo) de revoluci�n que conocen, y cuya ausencia en la escena f�sica alegan a favor de su tesis, es algo que todos los revolucionarios de Occidente abandonaron ya desde la d�cada de los 30. Si dependi�semos de ese indicio visible para diagnosticar revoluciones, a�n no habr�amos constatado la expansi�n de los movimientos totalitarios en el mundo desde entonces. El cambio de estrategia general de las revoluciones tiene ya m�s de siete d�cadas, pero en Brasil sigue siendo un mysterium ignotum, excepto en los c�rculos izquierdistas que lo practican y que no tienen ning�n inter�s en mantener a su adversario informado al respecto.

 

No me refiero s�lo a las lecciones de Antonio Gramsci, cuyo completo desconocimiento por parte de sus potenciales v�ctimas es una prueba de que el brasile�o prefiere morir antes que tener que estudiar algo que no se convierta inmediatamente en dinero.

 

Antes de Gramsci, muchos autores ya hab�an llegado a la conclusi�n de que el camino de las revoluciones modernas va desde dentro hacia afuera del Estado y no al rev�s. Un de ellos fue Hermann Rauschning.

 

Rauschning, militante nazi, lleg� a gobernador de provincia y ten�a una magn�fica perspectiva de ascenso en el partido. Tras una serie de entrevistas con Hitler, se dio cuenta de mal en el que se hab�a involucrado y, arrepentido, huy� a Inglaterra, desde donde intent� alertar a las democracias sobre el peligro que corr�an. No fue escuchado, claro est�, pero su libro La revoluci�n del nihilismo sigue siendo un cl�sico del an�lisis pol�tico de la �revoluci�n desde dentro�.

 

En esa obra hay dos p�rrafos que son la descripci�n anticipada y literal de lo que pasa en Brasil:

 

�El poder y los recursos del Estado moderno hacen que las revoluciones civiles sean virtualmente imposibles... Lo �nico que es posible es [...] el golpe o la revoluci�n mediante la manipulaci�n, desde arriba, con el patrocinio de los poderes constitucionales�.

 

�Para alcanzar los fines revolucionarios sin poner a las masas en acci�n, los golpes que siguen la t�ctica de inocular en las leyes el impulso revolucionario, de manipular la legalidad hasta que pase de un estadio de revoluci�n camuflada a emerger como una nueva legalidad, son emprendidos con el pretexto de prevenir un per�odo de anarqu�a, de mantener el control de los acontecimientos, de impedir que el pa�s quede a merced de unos incalculables elementos �demon�acos'. Despu�s de que la legalidad revolucionaria ha sido instituida sin sangre, el curso de los acontecimientos queda a merced precisamente de esos elementos incalculables y demon�acos. Ese m�todo asesta un golpe mucho m�s paralizante a la justicia y al sentido de la justicia que una revoluci�n abierta... La revoluci�n-mediante-manipulaci�n acaba en la inanici�n general. Pues en su artificial combinaci�n de fuerzas incluye elementos irreconciliables..., cada uno de los cuales pretende secretamente superar al otro en la primera oportunidad� (The Revolution of Nihilism. Warning to the West, New York, Alliance Book, 1939, pp. 10-12.).

 

Aqu� no tengo espacio para comentar este fragmento l�nea por l�nea, pero el lector despierto habr� reconocido, en passant, la inoculaci�n del esp�ritu revolucionario en el cuerpo de las leyes (�derecho alternativo�, desarme civil, financiaci�n p�blica de un movimiento subversivo e ilegal), la excusa de prevenir un estado de cosas insostenible (corrupci�n, miseria, violencia), la subsiguiente entrega del pa�s a los mismos elementos �demon�acos� que se dec�a querer controlar (traficantes y asesinos), la combinaci�n de fuerzas inconciliables (partidos revolucionarios, organizaciones criminales, empresarios oportunistas, antiguos l�deres locales, la derecha militar antiamericana -- cada uno con sus ambiciones prioritarias), la paralizaci�n de la justicia y del sentido de la justicia y, como resultado final, la inanici�n pol�tica y mental del pa�s, que le predispone, por cansancio y desesperaci�n, a apegarse como un ni�o perdido a cualquier esperanza insensata que le ofrezcan. �Hace falta decir m�s?