Respuesta a los Drs. Saboya y Roithman
Olavo de Carvalho
www.olavodecarvalho.org, 28 diciembre 2004
Mi diagn�stico sobre el avance comunista en Brasil, presentado en O Globo hace dos semanas, se basaba en la comparaci�n entre los diversos procesos revolucionarios observados en el siglo XX, evaluados por las dos escalas de progreso concebidas por marxistas eminentes: Lenin y Gramsci.
Desgraciadamente, en Brasil, nadie, excepto los propios intelectuales marxistas m�s destacados, tienen los conocimientos hist�ricos y estrat�gicos requeridos para valorar ese diagn�stico, y de hecho ya lo han valorado, puesto que coincide, esquem�ticamente, con el que ellos mismos se han presentado unos a otros en los �ltimos a�os, en las discusiones del �Foro de S�o Paulo�.
Coincide tambi�n con el de mi �nico compa�ero de estudio serio del asunto fuera de las filas marxistas, S�rgio Augusto de Avelar Coutinho, cuyos libros La revoluci�n gramsciana en Occidente (Rio, 2001) y Cuadernos de la libertad (Rio, 2003) constituyeron en gran parte una respuesta creativa a mi ensayo de 1993, La Nueva Era y la Revoluci�n Cultural.
La opini�n de otras personas al respecto no tiene nada que ver con el asunto y puede ser respondida con la c�lebre declaraci�n de Newton: "Sir, I studied it, you did not."
El mal m�s profundo de Brasil no estriba en el comunismo sino en cinco siglos de desprecio a los estudios y de confianza popular en las opiniones de charlatanes graciosos, la mayor�a de ellos hijos de pap� con anillo de doctor en el dedo, ya descritos suficientemente por Lima Barreto como para que yo tenga que insistir sobre el tema.
Los Drs. Saboya y Roithman no son m�s que dos entre millares.
***
Incrustar una cr�tica feroz en un elogio hipertr�fico es un reto estil�stico superior a la capacidad del Dr. H�lio Saboya Filho, quien en su art�culo de la semana pasada exager� en la sutileza hasta el punto de diluir por igual las afirmaciones literales y las inversiones ir�nicas, haci�ndolas intercambiables e indiscernibles. Algunos trozos parecen serme desfavorables, pero, desmintiendo esa lectura, circulan por internet protestas contra el apoyo indebido que, en opini�n de los firmantes, el autor habr�a dado a mi execrable persona. Si el Dr. Saboya es demasiado profundo como para hacerse entender o demasiado superficial como para entenderse a s� mismo, es un problema que no ser�a de mi incumbencia si no fuera porque me deja en un estado de duda, al no saber si tengo que darle las gracias o rebatirle. En la primera hip�tesis, dir�a que ha abusado de su gentileza al atribuirme cualidades que no tengo, por ejemplo la de ser autor de electrizantes ficciones conspiratorias cuyos m�ritos son enteramente suyos. En la segunda, observar�a que su pregunta sobre el �Foro de S�o Paulo� -- "�Ha visto el lector alg�n acta?" -- es un ejemplo t�pico de sutileza exagerada, pues no aclara si niega la existencia de dicha entidad (y del dominio que ejerce sobre el pa�s) o protesta contra el imperdonable desconocimiento de los registros que prueban su existencia. En cualquiera de las dos hip�tesis, cabe informar que las referidas actas est�n publicadas �ntegramente en mi site www.midiasemmascara.org. A eso a�adir�a que no es l�cito al contrincante alegar, como prueba de la inexistencia de un hecho, su propia ignorancia sobre el mismo. Aunque sea, en las discusiones de taberna o en elegantes despachos de abogados, el recurso argumentativo m�s usado y m�s respetado en Brasil, como si constituyera la demostraci�n apod�ctica por excelencia, el argumentum ad ignorantiam no demuestra nada m�s que ignorancia.
***
Si Ud. tiene fantas�as homosexuales y quiere librarse de ellas, no acuda al .Dr. Ari Roithman: le convencer� de que el equivocado es Ud. Y, si encuentra un terapeuta que pueda ayudarle, no le d� su direcci�n al Dr. Roithman, que probablemente mandar� all� a la polic�a. El Dr. Roithman es incapaz de distinguir entre el derecho de ser gay y la prohibici�n de intentar dejar de serlo. �l llama a esa incapacidad "consenso cient�fico", y dice que el humorista soy yo. En plena �poca de genocidio de cristianos y de discriminaci�n anticristiana generalizada, a�n piensa que los homosexuales son los grandes perseguidos de la humanidad y los cristianos los grandes perseguidores: est� aterrorizado con la Santa Inquisici�n y dice que el que no ha llegado al siglo XXI soy yo. Aunque hoy en d�a solo exista una persecuci�n sistem�tica de los homosexuales en Cuba y en las dictaduras isl�micas apoyadas por la izquierda progre a la que �l mismo pertenece, el Dr. Roithman da a entender que el culpable de todo es el conservadurismo judeocristiano, blanco preferencial del odio de los radicales isl�micos y de los comunistas. Emplea el recurso torpe de llamar nazi a todo aquel que no aprecie la homosexualidad, aunque el nazismo fuese, desde su origen, una ideolog�a de pederastas y ped�filos, empezando por su pionero Julius Streicher, por las SA de Eric R�hm y, seg�n las investigaciones m�s recientes, por el propio Adolf Hitler. Insin�a que su opini�n sobre la homosexualidad est� tan bien respaldada por las obras de Freud que no necesita ni citarlas, pero en ellas no se encuentra ni una sola palabra a favor de dicha opini�n. La total ignorancia del asunto del que habla le infunde al Dr. Roithmnan ese sentimiento de profunda certeza, seguridad y superioridad moral que s�lo las inteligencias orgullosamente inmunes a la realidad pueden tener. Finalmente, el Dr. Roithman lo tiene todo para ser considerado, seg�n el patr�n brasile�o, un ejemplo de probidad intelectual.