La Navidad de Bush
Olavo de Carvalho
O Globo, 25 de diciembre de 2004
Uno de los motivos principales que indujeron a los americanos a votar a George W. Bush fue la esperanza de poder, en este fin de a�o y en los pr�ximos, decir �Merry Christmas� a sus vecinos, colocar los �rboles de Navidad en los jardines de su casas o cantar �Silent Night� en la plaza p�blica sin peligro de multa, despido o detenci�n.
En muchas ciudades de los EUA, esos sencillos actos de afecto cristiano son considerados delitos y castigados con severidad. Eso pasa precisamente en las �reas con mayor influencia de las entidades izquierdistas que apoyaron a John Kerry, como por ejemplo la multimillonaria ACLU � ir�nicamente, �Uni�n Americana por las Libertades Civiles� �, que pretende prohibir toda menci�n del nombre de Jes�s en las fiestas de Navidad y transformarlas en unas conmemoraciones estrictamente mundanas.
Desde la d�cada de los 70, en un pa�s en el que la fe b�blica est� inscrita en el esp�ritu mismo de la Constituci�n, los cristianos est�n siendo aplastados por una oleada creciente de persecuciones, agresiones, discriminaciones y vejaciones, que desembocan en la destrucci�n progresiva de todos sus derechos civiles.
El ataque es legitimado en los medios de comunicaci�n, en el movimiento editorial y en el establishment universitario por una brutal campa�a de odio anticristiano, igual en todo a la que se hizo contra los jud�os en Europa en los a�os que precedieron a la elecci�n de Hitler. Si bien la agresi�n moral no se ha traducido a�n en violencia f�sica, por lo menos ha obtenido un resultado preliminar muy significativo: ha desensibilizado a la opini�n occidental bien-pensante respecto a la matanza de cristianos en el mundo comunista e isl�mico, que en la d�cada de los 90 lleg� a 140 mil por a�o (siete veces el total de v�ctimas de la guerra de Irak), ante la total indiferencia de los mismos medios de comunicaci�n progres que derramaron toneladas de l�grimas por dos docenas de esbirros de Sadam Husein humillados en la prisi�n de Abu-Ghraib.
En las elecciones del 2004, millones de electores que habitualmente se absten�an de votar acudieron a las urnas para impedir que la presidencia de los EUA fuese entregada a un fantoche pro-comunista y financiador de la ACLU. La reacci�n a tres d�cadas de estrangulamiento fue resumida en una frase por el columnista Don Feder: �Los cristianos se comieron a los leones�.
Como los medios de comunicaci�n brasile�os evitan sistem�ticamente tratar del asunto, las noticias omitidas, necesarias para que nuestro p�blico pueda comprender lo acontecido, son millares. Como no caben en el espacio de esta columna, he seleccionado algunos exemplos, unas doscientas p�ginas (en ingl�s), que pongo a disposici�n de los interesados en mi site www.olavodecarvalho.org. Recomiendo tambi�n leer el libro del abogado David Limbaugh, Persecution. How Liberals Are Waging War Against Christianity (Regnery, 2003).
Sin esos datos es imposible tener una perspectiva correcta de lo que han significado para los cristianos americanos las elecciones del 2004. Animadas por la victoria de su candidato (aunque el apoyo del mismo a su causa sea un tanto t�mido), centenares de entidades cristianas se han unido para luchar por la reconquista de sus derechos perdidos. En todas partes, en la Am�rica de Bush, los que discriminaban a los cristianos en el trabajo, los que les expulsaban de los colegios al sorprenderles con un crucifijo o una Biblia, los que les deten�an y procesaban por exponer su fe en p�blico est�n ahora recibiendo su merecido en forma de procesos en los que la Justicia, por fin, empieza a inclinarse del lado de las v�ctimas.
Esa sencilla, tard�a, justa y pac�fica reacci�n de autodefensa ha sido presentada, en los grandes medios de comunicaci�n americanos, europeos y brasile�os, como una conspiraci�n �fundamentalista� destinada a imponer una dictadura teocr�tica y a restablecer la Santa Inquisici�n. Para que ustedes aprecien hasta qu� punto esa versi�n de los acontecimientos es farsante, mal intencionada y c�nica, basta que sepan que los principales defensores de la causa cristiana entre los formadores de opini�n americanos no son cristianos, sino jud�os: David y Michael Horowitz, Burt Prelutzky, Alan Caruba y el mismo Don Feder, entre otros. Gracias a esos justos, esta Navidad en los EUA va a ser sobre todo la Feliz Navidad de la amistad cristiano-jud�a, que ninguna intriga, de hombres o de demonios, podr� romper.
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Una breve respuesta al Dr. H�lio Saboya Filho saldr� la semana que viene.