Nada es lo que es

Olavo de Carvalho

Zero Hora, 14 de noviembre de 2004

 

 

Durante toda la campa�a electoral americana, los conservadores acusaron a John Kerry de haber mantenido encuentros secretos con terroristas del Vietcong. La denuncia, tratada como pura invenci�n por los grandes medios de comunicaci�n, de hecho no ten�a pruebas. La �nica prueba posible era un diario de guerra que el candidato dem�crata se negaba a divulgar, alegando haber pasado los derechos de autor del texto a su bi�grafo Douglas Brinkely. Aunque Brinkely inform� que no ten�a ning�n derecho de autor, el episodio fue dado por cerrado.

 

Inmediatamente despu�s de las elecciones, el documento apareci� por fin en la revista Newsweek, aportando la comprobaci�n �ntegra de la denuncia. Si la noticia hubiera salido s�lo cinco d�as antes, los votos de Kerry habr�a disminuido mucho. Cuando a un culpable de crimen de alta traici�n se le evitan hasta los da�os a su imagen electoral, es porque la ley y la propia seguridad nacional ya no significan nada para los que quieren colocar al traidor en la presidencia de su pa�s.

 

Uno de los principales puntos del programa de Kerry era someter a los EUA a la jurisdicci�n del Tribunal Penal Internacional, el instrumento m�s devastador jam�s inventado para suprimir toda veleidad de independencia de las naciones. No pregunten c�mo es posible que un amplio esquema de poder mundial, empe�ado en un combate a vida o muerte contra la soberan�a de un pa�s fuerte, tras haber suprimido las de todos los d�biles, es presentado como un front libertario de los pobres y desvalidos en lucha contra un �Imperio�. La explicaci�n es la misma del episodio anterior: mentira organizada, subvencionada por el mayor ej�rcito financiero de todos los tiempos, que tiene bajo sus pies a los grandes medios de comunicaci�n y a su servicio a la totalidad de la izquierda internacional.

 

Las conexiones internas del esquema no son visibles para el ciudadano de a pie, pero algunas de ellas acaban volvi�ndose imposibles de ocultar. Nadie duda, por ejemplo, que el CFR, Council of Foreign Relations, es un destacado think tank del imperialismo global. Pues bien, �qui�n representa a esa entidad en Brasil? El CEBRI, Centro Brasile�o de Relaciones Internacionales, instituci�n que tiene como presidente al Sr. Fernando Henrique Cardoso y como consejero al Sr. Marco Aur�lio Garcia, uno de los m�s notorios mentores petistas de la revoluci�n comunista en el continente. Separadas localmente por divergencias oportunas, las fuerzas personificadas por esas dos criaturas trabajan en perfecta armon�a en el plan de la estrategia global, colaborando gentilmente en la implantaci�n del Tribunal Penal Internacional, del desarme civil, de abortismo generalizado, del neo-ecumenismo anticristiano y de otras delicias del admirable mundo nuevo � el mundo de John Kerry.

 

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Los medios de comunicaci�n brasile�os, con intensidad creciente en las �ltimas semanas, rebosan de autoglorificaci�n comunista, acompa�ada por la garant�a enf�tica de que nunca ha existido ni existe ahora ning�n comunismo en acci�n. En 1964, los comunistas no mandaban en el gobierno, no preparaban una rebeli�n en los cuarteles, y Lu�s Carlos Prestes no hab�a recibido ninguna orden de Mikhail Suslov para deflagrar una guerra civil. Hoy, no existe el �Foro de S�o Paulo� ni ninguna articulaci�n PT-Farc-Castro-Ch�vez. La narcoguerrilla colombiana no vende ni un solo gramo de coca�na en este pa�s. No hay ni un solo terrorista en la Triple Frontera. El reparto de la tarta electoral entre comunistas y socialdem�cratas, que anunci� con a�os de antecedencia, ahora hecho consumado, no es en ninguna hip�tesis una aplicaci�n de la estrategia leninista �de las tijeras�. Y, cuando el pueblo, harto de petistas, coloca en su lugar a candidatos de otros partidos miembros del �Foro de S�o Paulo�, sin tener la menor idea de que �nicamente ha substituido al lobo por el zorro en la vigilancia del gallinero, eso no es en modo alguno el triunfo completo de la hegemon�a gramsciana, fundada en la alianza de la omnipresencia con la invisibilidad. En definitiva: nada es lo que es. Todo es lo que los medios de comunicaci�n quieren que sea.

 

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No dejen de leer el libro de Percival Puggina, Cuba: la Tragedia de la Utop�a (Literalis Editora, Porto Alegre, 2004).