Ante los ojos de la cabra ciega

Olavo de Carvalho

Folha de S. Paulo, 2 de noviembre de 2004

 

 

Seg�n la casi unanimidad de la opini�n brasile�a, las elecciones de hoy en los EUA  enfrentan al representante del Imperio todopoderoso, George W. Bush, y al portavoz de las naciones pobres y oprimidas, John Kerry. Que la campa�a de este �ltimo haya costado cinco veces m�s dinero que la de aqu�l; que el candidato dem�crata tenga el apoyo de los grandes medios de comunicaci�n y, por tanto, de la elite financiera americana; que esa elite est� m�s profundamente vinculada con el globalismo antiamericano de la ONU que con los intereses de su propio pa�s; y que, finalmente, George W. Bush sea el candidato preferido de los iraqu�es cuyos derechos dice defender el antibushismo internacional � son hechos que no alteran nada esa opini�n, no s�lo porque no forma parte de nuestra �ndole nacional dar importancia a los hechos, sino porque los medios de comunicaci�n locales est�n tratando de ocultarlos con una constancia y una uniformidad admirables.

 

Es absurdo imaginar que, con art�culos de poca monta, yo pueda suplir la falta en nuestras librer�as de cientos de obras esenciales sobre el asunto, publicar miles de noticias omitidas, contrarrestar el efecto del bombardeo medi�tico que ha impuesto como si fuese una verdad evang�lica una visi�n meticulosamente invertida de la realidad mundial. Pero s� que esa visi�n fue planeada para volcar sobre unos chivos expiatorios la indignaci�n que un pueblo bien informado descargar�a sobre el �nico imperialismo genuino existente en el mundo, el de los mega-organismos burocr�ticos � ONU, Comunidad Europea, OMS, etc. � empe�ados en imponerse como gobierno planetario y doblegar a todas las soberan�as nacionales, empezando por la de los pa�ses m�s capaces de ofrecerle resistencia: EUA e Israel.

 

Brasil es hoy tal vez la m�s obediente de las naciones a ese esquema. Desde hace algunos a�os, nuestras leyes, nuestros planes econ�micos, nuestros programas de educaci�n, nuestro sistema sanitario, nuestras pol�ticas de defensa, nuestros criterios de juicio moral � o sus traducciones pr�cticas respectivas: la criminalidad incontrolable, la pobreza invencible, la incultura prodigiosa de nuestros estudiantes, la quiebra de nuestros hospitales, el desmantelamiento de nuestras fuerzas armadas, la inmoralidad galopante �, todo viene ya preparado en las consignas de la burocracia internacional, volcadas sobre nuestro gobierno como decretos divinos. Nosotros lo aceptamos todo sin discusi�n, con docilidad borreguil, a la par que dirigimos nuestro odio contra los blancos se�alados a nuestra execraci�n por la misma divinidad. Maldiciendo a los americanos y a los israel�es, sacamos pecho con arrebatos de �nfulas nacionalistas, a la vez que nos postramos servilmente ante los nuevos due�os del mundo.

 

Es pat�tico. Y es casi incre�ble. Si no estuviese viendo ese fen�meno con mis propios ojos, me costar�a creer que un pueblo pudiese, en tan poco tiempo, ser inducido a un estado de inconsciencia tan general y profundo.

 

Embriagado por las ma�as publicitarias de un delincuente de pacotilla, el pueblo vot� en masa a un partido mafioso creyendo que era el ep�tome de las virtudes morales y teologales. Pocos meses despu�s, desenga�ado de esos santos de tres al cuarto, cree que se ha librado de ellos por el mero hecho de haber elegido candidatos de otros partidos de izquierda, sin saber que esos partidos, comprometidos por alianzas con el bloque del �Foro de S�o Paulo� o al menos por su parentesco ideol�gico, estando en el poder, jam�s se atrever�n a hacer da�o alguno de consideraci�n a la m�quina de la tiran�a petista. El pueblo, alienado, atontado, convertido en una cabra ciega, mantenido en la total ignorancia de la situaci�n por la charlataner�a uniforme de los medios de comunicaci�n, de los intelectuales activistas y del beautiful people teatral y cinematogr�fico, no hay mentira en la que no crea, no hay estupidez desastrosa en la que no apueste la bolsa, la vida, el alma y el futuro. Si pudiese, cometer�a la burrada final: votar�a a John Kerry, cantando victoria contra el imperialismo mientras ofrece su cuello al yugo global.

 

Si algo muestra la comparaci�n de las campa�as electorales de EUA y de Brasil, es que el poder de la propaganda enga�osa tiene l�mites, cuando se enfrenta con una aut�ntica variedad de fuentes de informaci�n, pero es invencible cuando se ejerce sobre un pueblo inculto, dejado a merced de una peque�a elite parlante vanidosa, manipuladora y convencida de su propia infalibilidad. All� la informaci�n sobre el imperialismo global de la ONU es abundante, al menos en libros, en la prensa menor y en programas de radio. Aqu� existe el silencio total enfrentado a la omnipresencia ruidosa de la propaganda antiamericana y anti-Bush. All� la superioridad financiera de la campa�a de Kerry s�lo ha conseguido unos resultados mediocres. La mitad del electorado americano sabe qui�n es y para qui�n trabaja John Kerry. La totalidad de la poblaci�n brasile�a lo ignora, y por eso es hincha suyo. �Pero c�mo esperar que vea claro el problema de los americanos, si desde hace a�os no ve los propios?

 

***

 

Informaciones b�sicas:

http://www.frontpagemag.com/Articles/ReadArticle.asp?ID=15755;

http://www.wnd.com/news/article.asp?ARTICLE_ID=41194;

http://www.aim.org/aim_column/2071_0_3_0_C/;

http://iraqthemodel.blogspot.com/;

http://www.renewamerica.us/columns/voigt/041004;

http://www.stolenhonor.com/.