Olavo de Carvalho
O Globo, 30 de octubre de 2004
En enero de 1976, el peri�dico del Sindicato de los periodistas de S�o Paulo, Unidade, public� una edici�n especial con un manifiesto, firmado por 467 miembros del gremio, que rechazaban la versi�n oficial de la muerte de Vladimir Herzog y exig�an a la Justicia Militar una nueva investigaci�n. El documento puede ser visto en el site http://www.partes.com.br/memoria08.html. Mi nombre no solamente est� en la lista de los firmantes, sino que es tambi�n el de uno de los responsables de aquella edici�n, la protesta colectiva m�s osada realizada hasta entonces por los periodistas contra el r�gimen imperante. Mi postura en el caso fue clara e inequ�voca.
En esas condiciones, no puedo m�s que estar de acuerdo con Milton Coelho da Gra�a cuando dice que amnist�a no significa olvido, que la verdad hist�rica no debe ser sofocada con la excusa de no reabrir heridas.
Pero s� advierto que es indecente querer reabrir s�lo una parte de la verdad para ocultar las restantes bajo el fulgor hipn�tico de unas revelaciones unilaterales. Pues bien, eso es precisamente lo que nuestros medios de comunicaci�n est�n proponiendo.
La rapidez con la que tantos comentaristas celebraron como la �prueba definitiva� la publicaci�n de las fotos del presunto Vladimir Herzog s�lo fue superada por la prontitud con la que, una vez fracasada la operaci�n, anunciaron que al fin y al cabo no ten�a la menor importancia saber si las im�genes eran o no del periodista.
Lo importante, eso s�, era doblar el espinazo de las Fuerzas Armadas, y ese objetivo hab�a sido plenamente conseguido. El �Correio Braziliense�, felicitado al principio como revelador de la verdad, pareci� tener m�s m�ritos a�n como c�mplice consciente o inconsciente de un fraude exitoso.
La evaluaci�n de los hechos es el meollo del periodismo. Si un acontecimiento es de la mayor importancia cuando ensucia la reputaci�n de nuestros enemigos pero se vuelve repentinamente irrelevante cuando amenaza enfangar la nuestra, el criterio que subyace en ese juicio es el del maquiavelismo pol�tico, no el de la honestidad.
El famoso cabo Firmino, por ejemplo, surge de la nada presentando unas pruebas falsas. Una vez descubierta la treta, �c�mo seguir creyendo que trabajaba para los servicios de seguridad? �Por qu� no investigar si, por el contrario, se infiltr� en el Ej�rcito bajo el mando de algunas organizaciones de izquierda, a las que sigue sirviendo ahora en nuevas y evidentes funciones?
M�s a�n, es obvio que la verdadera historia de los �a�os de plomo� jam�s podr� ser aclarada sin la plena elucidaci�n de las conexiones internacionales del terrorismo brasile�o. El Sr. Jos� Dirceu, por ejemplo, fue oficial de la inteligencia militar cubana, c�mplice directo de una dictadura genocida que no ha matado menos de cien mil personas. Creer que �l hizo eso por amor a los derechos humanos es abusar del derecho a la estupidez. Pero �cu�ntos brasile�os m�s desempe�aron funciones an�logas, antes y despu�s del fracaso de las guerrillas? �Cu�ntos presos fueron torturados y muertos en las c�rceles de la Habana, en aquella �poca, con la amable complacencia de aquellos ap�stoles del bien, protegidos por Fidel Castro? �Podemos tener la certeza de que ning�n �desaparecido� yace en un cementerio clandestino de la Habana, �ajusticiado� por traici�n a la causa como M�rcio Toledo? �Qu� articulaciones ten�a la guerrilla brasile�a con la OLAS, Organizaci�n de Solidaridad Latinoamericana, antecesora del �Foro de S�o Paulo�, y qu� relaci�n con los gobiernos sovi�tico y chino que en las que d�cadas de 60 y 70 hicieron al menos cuatro millones de v�ctimas en varias partes del mundo? Es rid�culo imaginar que la opacidad de los tiempos pasados puede ser removida sin la exhaustiva investigaci�n de esos cap�tulos macabros. Incluso episodios anteriores de la historia de la izquierda s�lo recientemente empiezan a ser aclarados. En los Archivos de Mosc�, William Waack descubri� que Olga Benario no hab�a sido una pobre idealista castigada por delito de conciencia, sino una agente de un servicio secreto militar que, por entonces, colaboraba intensamente con el gobierno nazi. �Qu� hizo el beautiful people izquierdista con esa informaci�n? Trat� de ocultarla tras el brillo de una ficci�n cinematogr�fica. �C�mo creer que ahora busca la verdad, nada m�s que la verdad? A m� me parece que lo que quiere es revolver el lodo para que nadie vea el fondo del pozo.