Mundo y provincia

Olavo de Carvalho

O Globo, 9 de octubre de 2004

 

 

Los periodistas brasile�os, salvo muy contadas excepciones, se dejan guiar mucho por los grandes medios de comunicaci�n de los EUA, masivamente pro-Kerry, creyendo o fingiendo creer que as� est�n bien informados. El New York Times, el Washington Post, la CNN, la CBS les sirven de pauta para sopesar la importancia de los hechos, la credibilidad de las fuentes, la influencia de una idea, la reputaci�n de un escritor, el valor de una teor�a.

 

Se enga�an a s� mismos y al p�blico. Ning�n peri�dico o canal de TV americano disfruta de una autoridad comparable a la de sus similares brasile�os. �stos son pocos y dominan f�cilmente a la opini�n p�blica, creando y destruyendo reyes con la presteza del mago Merl�n. Los medios de comunicaci�n regionales son dependientes de los nacionales o desaparecen en comparaci�n con ellos.

 

En los EUA, los medios para influir en el pueblo est�n mucho m�s repartidos. Ninguna organizaci�n tiene la hegemon�a, y el conjunto de las grandes organizaciones palidece en confrontaci�n con la multiplicidad de las peque�as. Periodistas particulares, distribuyendo sus art�culos a cientos de peri�dicos y emisoras de radio del interior, pueden tener un p�blico mayor que el de Ted Turner. Para que Uds. se hagan una idea, el New York Times vende un promedio de 1.600.000 ejemplares el domingo y 1.100.000 los otros d�as de la semana. La CNN, en el primer debate electoral, consigui� cinco millones de telespectadores. Pero el locutor de radio Rush Limbaugh, republicano ferviente, es escuchado diariamente por 38 millones de americanos. E internet ha puesto todo patas arriba en la lucha por conquistar la atenci�n p�blica. Hoy, hasta la modesta agencia de periodismo electr�nico WorldNetDaily (www.wnd.com) hace temblar a las grandes. Las sucesivas denuncias de fraudes period�sticos han cambiado toda la jerarqu�a de credibilidad. Ya pas� la �poca en que el New York Times pod�a ocultar impunemente, durante siete a�os, el genocidio por hambre en Ucrania. La iniciativa espont�nea de miles de internautas ha reventado la farsa montada por la CBS contra George W. Bush.

 

De no ser por todo esto, el �xito local del presidente americano ser�a inexplicable, pues todos los grandes medios de comunicaci�n, a excepci�n de la Fox, est�n en su contra. Y el odio que se vierte contra �l desde todos los cuadrantes se explica en parte por el hecho de que en muchos pa�ses los canales b�sicos de informaci�n sobre los EUA son los mismos que llegan aqu�.

 

El resultado es un desfase total entre lo que los americanos saben de s� mismos y lo que el resto del mundo � empezando por Brasil � se imagina que piensan. Nadie pone en duda que el destino de la humanidad se decide en los EUA. Ser�a estupendo que las provincias perif�ricas tuviesen una idea m�s real de lo que sucede en la capital del planeta. Pero, para eso, har�a falta disipar el espejismo de que el prestigio internacional de un canal de comunicaci�n lo convierte en una autoridad para los americanos.

 

Mientras no desaparezca esa falsa ilusi�n, resulta dif�cil para la gente de las provincias entender, por ejemplo, que John Kerry no es el representante de una pol�tica m�s bondadosa opuesta al �imperialismo� de George W. Bush, sino el agente del imperialismo m�s avasallador que haya existido jam�s, o de una burocracia internacional que d�a tras d�a se est� autoconstituyendo como gobierno del mundo sin la menor consulta a las preferencias de la especie humana. Todos los electores de Bush saben eso, pero en Brasil la cosa todav�a suena tan inveros�mil como una �teor�a de la conspiraci�n�. Tampoco es un secreto para dichos electores � s�, en cambio, un tab� para nosotros � el hecho de que est�n con Kerry y no con Bush, a parte de los medios de comunicaci�n progres, los intereses petrol�feros que se forraron con la dictadura de Sadam Husein, las megacorporaciones que subvencionan a los movimientos de izquierda del Tercer Mundo, los bancos internacionales que dan soporte a la falsa prosperidad china y las organizaciones narcotraficantes ansiosas por convertirse legalmente en un comercio monopolista global. M�s impensable a�n parece por estos pagos la idea de que entre ese gigantesco esquema de poder y el terrorismo isl�mico pueda haber alguna conexi�n. Por eso, cuando se revela que la ONU contrata a gente de Ham�s, o que algunos funcionarios de dicho organismo han sido detenidos en Israel por implicaci�n directa con grupos terroristas, el brasile�o reacciona con la t�pica autodefensa pueblerina: hace como que no ha visto nada.