Olavo de Carvalho
Zero Hora, 19 de septiembre de 2004
En el �ltimo desfile del 7 de septiembre, algunas esposas de soldados y oficiales ostentaban una pancarta con este aviso: �El militar es patriota, no idiota.� Alud�an al aumento rid�culo del sueldo de sus maridos, pero las palabras que usaron tienen un sentido m�s general. Pueden aplicarse literalmente a otras actitudes oficiales que tienen como �nico fundamento posible la presunci�n de idiotez cong�nita de los hombres uniformados.
El jefe de la Secretar�a Nacional de los Derechos Humanos, Nilm�rio Miranda, por ejemplo, espera que se crean la historia contada por el ex-soldado Valdete Batista, quien dice haber enterrado en el solar de la Polic�a Federal de Brasilia, por orden de sus superiores, un mont�n de documentos que incriminan al Ej�rcito en delitos de tortura de presos pol�ticos.
El peri�dico Correio Braziliense endosa esa declaraci�n, sin querer percatarse de dos detalles:
Primero, dicha declaraci�n corresponde a un esquema repetitivo, fijo, que desde hace diez a�os es reeditado c�clicamente como novedad espectacular, cambiando s�lo al actor encargado del papel de testigo heroico, siempre un don nadie que, tras brillar en los titulares por unas semanas, vuelve a la oscuridad vulgar como si no hubiera pasado nada.
Segundo: exactamente como en los casos anteriores, la historieta presenta a todas luces tantas contradicciones, que hasta un fan�tico empe�ado en hacerles la cama a los militares por todos los medios l�citos e il�citos tiene que esmerarse bastante en la performance para conseguir dar la impresi�n de que se toma en serio la cosa.
Ya mencion� aqu� una acusaci�n extravagante levantada por el reportero Caco Barcelos contra el Ej�rcito, que, incluso despu�s de haber sido probada la falsedad documental y hasta la imposibilidad f�sica de las alegaciones, gan� dos premios period�sticos, como si la falsedad del contenido fuese un detalle insignificante en la valoraci�n de la calidad de un reportaje.
Pero el caso Valdete no sale perdiendo en la comparaci�n. Vean si no:
1) El soldado cuenta que entr� en el Ej�rcito en 1981 (el peri�dico dice 1982, sin advertir que le est� desmintiendo). Pocas semanas despu�s ya ten�a la insignia de Polic�a Federal y desempe�aba en los servicios de represi�n una impresionante multiplicidad de tareas: seguir a sospechosos de la subversi�n, sacar fotograf�as, redactar informes, investigar en los archivos, vigilar a los presos, golpearlos y torturarlos. Al saltar directamente de la fila del reclutamiento militar a las altas responsabilidades del servicio secreto, sin ning�n intervalo para el entrenamiento, la carrera del personaje ilustra la memorable transfiguraci�n del Recluta Cero en Agente 86.
2) Cuando se produjo la desbandada general de los torturadores, ya durante el gobierno Collor, el temible sabueso, fot�grafo, bur�crata, carcelero y torturador interino fue encargado, seg�n dice, de quemar cinco bolsas de basura repletas de documentos comprometedores, pero �no tuvo tiempo�. Con las prisas, al no disponer de treinta segundos para encender una hoguera, el ingenioso recluta prefiri� cavar una fosa de un metro de profundidad por medio metro de anchura, algo que un obrero entrenado no har�a en menos de media hora, y enterrar en ella las pruebas del crimen.
3) Si s�lo dos d�cadas despu�s decidi� cantar, fue por motivos elevados, pero tambi�n sumamente pr�cticos. Por un lado, tuvo una oleada de escr�pulos retroactivos, al darse cuenta de que era algo muy feo pegar a unos honrados padres de familia que s�lo quer�an el bien del pa�s. Por otro, explica que estaba en la ruina, viviendo de prestado, y decidi� contarlo todo para ver si as� consegu�a - �c�mo decirlo? - algo.
�No les parece una historia conmovedora? El Dr. Nilm�rio, al menos, parece haberse conmovido hasta el punto no s�lo de cre�rsela sino de esperar que los militares tambi�n se la crean. Si se la creen, probablemente repudiar�n la instituci�n a la que sirven y empezar�n a colaborar con el programa de la Secretar�a: indemnizar a terroristas fracasados y demonizar a las Fuerzas Armadas que les impidieron realizar sus nobles ideales.
Pero parece que esa expectativa del secretario no se va a cumplir. Las esposas de los militares, en el desfile del 7 de septiembre, ya le han dado una respuesta muy clara.