Olavo de Carvalho
O Globo, 11 de septiembre de 2004
Toda la historia del siglo XX - y la del comienzo del XXI - estaba ya contenida, sint�ticamente, en el poema The Second Coming, publicado por William Butler Yeats en 1919. El halc�n que se extrav�a del halconero, el eje del mundo que se tambalea y no consigue soportar el giro fren�tico de los fragmentos s�bitamente dotados de vida independiente, la luz demon�aca del Spiritus mundi que se yergue en el horizonte ofuscando la mirada humana para que ya no atine con la visi�n de Dios y, finalmente, el Anticristo que en forma de bestia se arrastra hacia Bel�n para nacer - nunca la tragedia de toda una civilizaci�n ha sido resumida de manera tan n�tida y en tan pocas l�neas, exactamente veintid�s.
Pero lo que m�s me impresiona de ese conjunto de profec�as son los versos: �The best lack all conviction, while the worst are full of passionate intensity�: los mejores carecen de toda convicci�n, mientras que los peores est�n llenos de energ�a apasionada. Es el retrato psicol�gico completo del hombre contempor�neo, henchido de entusiasmo moralista en defensa del crimen y de la mentira, y paralizado por una enfermiza escrupulosidad esc�ptica ante la llamada de la raz�n y de la verdad. Durante todo un siglo, las grandes movilizaciones de masas, con todo su cortejo de adornos literarios y musicales, estuvieron a favor de lo que hab�a de peor: comunismo, fascismo, la entrega del Vietnam y de Camboya a un escuadr�n de genocidas y, ahora, la campa�a mundial para destruir las dos �ltimas democracias independientes, EUA e Israel, y someter a la humanidad a la tiran�a planetaria de los ingenieros sociales. Como en los casos anteriores, las hordas de imb�ciles fanatizados no saben a qui�n sirven. Se ufanan de luchar contra �el imperialismo global�, y ni el hecho patente de que sus manifestaciones y sus ONGs son subvencionadas por las grandes fortunas, gestionadas por los organismos de administraci�n mundial y animadas por los medios de comunicaci�n progres, es suficiente para que se den cuenta de cu�l es la verdadera naturaleza de la causa por la que gritan, matan y mueren. Por otra parte, los que comprenden algo del estado de cosas se quedan cohibidos ante la complejidad del mal que les rodea y prefieren callarse, haciendo como que no ven nada.
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Y, a prop�sito de Yeats: cuando escrib� El imb�cil colectivo, cre�a estar describiendo un estado de depravaci�n intelectual dif�cilmente igualado en alg�n otro pa�s del Occidente moderno. Ni en una pesadilla me pod�a imaginar que en pocos a�os Brasil caer�a a�n m�s bajo en su opci�n irreversible por la ignorancia presuntuosa. Pero eso es lo que est� pasando.
Un ejemplo reciente ha sido la entrevista hecha a un ministro del Supremo Tribunal Federal por un presentador de TV que tiene fama de culto, durante la cual S. Excia., con la manifiesta aprobaci�n del entrevistador, proclam� que los grandes poetas son todos de izquierda, que el conservadurismo es incompatible con el arte, e indic� como una excepci�n casi inexplicable el caso de Ezra Pound.
Qu� buenos tiempos aqu�llos en los que s�lo el Dr. Emir Sader ten�a la cara dura de decir esas cosas. Ahora pr�cticamente han sido oficializadas.
Los nombre de William Butler Yeats, T. S. Eliot, Guillaume Apollinaire, Karl Kraus, Paul Claudel, Boris Pasternak, Miguel de Unamuno, Hugo von Hoffmansthal, Stefan George, Rainer Maria Rilke, Saint-John-Perse, George Trakl, Konstantinos Kavaphis, Robert Penn Warren, Jorge Lu�s Borges, Giuseppe Ungaretti, Jules Supervielle, Eugenio Montale, Fernando Pessoa, Manuel Bandeira, ciertamente, no le dicen nada al Sr. ministro. Constituyen las cuatro quintas partes de la gran poes�a del siglo XX. El retroceso conservador de los poetas en una �poca de tosco �progresismo� es un hecho universalmente reconocido por los historiadores, pero la �cultura nacional� vive en un mundo a parte.
Tampoco perturb� la seguridad del entrevistado el hecho de que Pound no fue un conservador, sino un agitador fascista, autor de unos discursos anticapitalistas m�s virulentos a�n que los del �Forum Social Mundial�.
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Nunca he escrito que el Sr. Fray Betto me estuviese persiguiendo, sino que estaba intentando conocer mi direcci�n a espaldas m�as. Tampoco �he insinuado�, sino afirmado, y lo vuelvo a afirmar, que las p�ginas pornogr�ficas con su nombre segu�an en la red. En la respuesta que envi� a O Globo, �l se queja, pero, obviamente, no desmiente nada.