�Cu�nta gentileza!

Olavo de Carvalho

O Globo, 14 de agosto de 2004

 

 

No es s�lo el gobierno federal quien est� promoviendo la estrangulaci�n de la clase period�stica. Es ella misma la que, a trav�s de su Federaci�n Nacional, ofrece el cuello al garrote, tan gentilmente como est� ocultando desde hace a�os los centenares de p�ginas de las actas del �Foro de S�o Paulo�, la matanza generalizada de cristianos en pa�ses isl�micos y comunistas, los llamamientos desesperados de presos pol�ticos torturados en Cuba, la carrera armamentista en China y la ayuda que le brind� Bill Clinton, el continuo genocidio cultural en el T�bet, la represi�n del cristianismo en EUA y en Europa, la disputa feroz entre globalistas y nacionalistas americanos, la colaboraci�n cada vez m�s intensa del terrorismo isl�mico con las Farc y Hugo Ch�vez (http://www.frontpagemag.com/Articles/authors.asp?ID=1921) y, finalmente, todo lo que el lector necesitar�a saber para darse cuenta de que la realidad de las cosas no corresponde exactamente a los bellos discursos del �Forum Social Mundial�.

 

Los retazos que aparecen en nuestros medios de comunicaci�n son tan artificiales que llegan a inducir al p�blico brasile�o - militar incluido - a creer que el peligro para la soberan�a nacional en la Amazonia proviene de los EUA y no de la ONU, cuartel general del anti-americanismo universal.

 

La dictadura, con un censor en cada redacci�n, logr� suprimir menos hechos esenciales que los que el filtro mental de una clase culturalmente pre-moldeada tal vez ni siquiera ha llegado a ver. Si la autocensura es peor que la censura, peor a�n es la autocensura automatizada, integrada en los comportamientos inconscientes, que el periodista obedece con la docilidad de una oveja en el mismo instante en que se cree un le�n rugiendo en defensa de la libertad de prensa. Precisamente a ese fen�meno se refer�a Gramsci al anunciar que un d�a el Partido-Pr�ncipe llegar�a a tener sobre la sociedad pensante �la autoridad omnipresente e invisible de un decreto divino�. La libertad de opini�n, al fin y al cabo, presupone la libertad de la mente, sin la cual no es m�s que una etiqueta enga�osa pegada sobre el �centralismo democr�tico� leninista.

 

Las honrosas excepciones de siempre - un Denis Rosenfield, un Ali Kamel y media docena m�s - no modifican nada el estado de cosas. Al protestar contra el proyecto de control oficial, nuestros medios de comunicaci�n s�lo est�n reivindicando su derecho a cerrar la boca por iniciativa propia. El proyecto �Adios, Lenin�, como muy acertadamente lo llam� M�riam Leit�o, nos es m�s que un lujo innecesario. Esta semana, el ministro Amir Lando no necesit� nada de eso para embestir contra el periodista y economista Ubiratan Iorio, como un aut�ntico Polic�a Federal, intim�ndole a �prestar declaraciones� sobre un art�culo publicado en marzo en el �Jornal do Brasil� con cr�ticas al aumento de la cotizaci�n a la seguridad social.

 

�El Sr. Fray Betto, consultor metaf�sico de la Presidencia, habr� estado averiguando mi direcci�n residencial con un objetivo an�logo? No lo s�. Lo que s� s� es que, esa misma semana, un informe del periodista Cl�udio Humberto, con denuncias graves contra el alcalde petista de Recife, desapareci� misteriosamente de su columna en el �Jornal do Commercio� y ha sido publicada s�lo en sites de internet y en algunos otros peri�dicos.

 

El dilema del periodismo brasile�o es escoger entre la mordaza expl�cita y el silencio servicial.

 

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Cuando el gobierno vet� la divulgaci�n de la �Historia oral del Ej�rcito: 1964, 31 de marzo�, di aqu� la noticia. Lo que es justo es justo: tras haber sido liberados, los diez vol�menes, con testimonios important�simos de testigos oculares, est�n en circulaci�n y pueden ser adquiridos en la Biblioteca del Ej�rcito (bibliex@ism.com.br).

 

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Algunos me han pedido que indicase alg�n libro del profesor J. Pinharanda Gomes, el notable fil�sofo portugu�s al que me refer� aqu� hace meses. Recomiendo encarecidamente la original�sima �Historia de la filosof�a portuguesa� (Ed. Lello), organizada no por orden cronol�gico sino seg�n las tres corrientes de pensamiento que formaron la mentalidad ib�rica: cristiana, jud�a y musulmana. En una �poca en la que el di�logo ecum�nico despierta posibilidades de comprensi�n antes dif�cilmente imaginables, esa obra constituye una lectura obligatoria para los estudiosos de las religiones comparadas.