Ment� a los lectores

Olavo de Carvalho

O Globo, 10 de julio de 2004

 

 

Ment�, s�, ment� a los lectores. Escrib� que no pod�a juzgar la obra cient�fica del Sr. Richard Dawkins, cuando es evidente que pod�a. Pod�a y puedo. Ment� �nicamente para no estropear una sorpresa: le estoy reservando a ese individuo un cap�tulo entero de mi estudio sobre el "paralaje cognitivo", fen�meno que alcanza en �l proporciones inauditas.

 

El paralaje, si se acuerdan (O Globo 14/12/2002 o www.olavodecarvalho.org/semana/12142002globo.htm), es el desv�o que se produce, en la obra de un pensador, entre el eje de su especulaci�n te�rica y el de la experiencia concreta que tiene de la realidad. Es el resultado de un esfuerzo de abstracci�n mal dirigido, que acaba considerando como separados efectivamente los elementos que s�lo hab�an sido apartados en la imaginaci�n, por facilidad de m�todo.

 

Nicol�s Maquiavelo, por ejemplo, crea una f�rmula de gobierno sin percibir que, de ser aplicada, tendr�a como primera consecuencia previsible el asesinato de Nicol�s Maquiavelo como colaborador principal del "Pr�ncipe" y, por tanto, seg�n �l mismo, como virtual sospechoso n�mero uno de traici�n. Descartes dice que va a narrar un experimento psicol�gico real en el mismo instante en que coloca como sujeto de ese experimento a un "yo" abstracto, aislado de las condiciones de tiempo y espacio que le podr�an darle alguna consistencia narrativa. Mi peque�o libro est� lleno de esos hombres de dos cabezas, pero ninguno se puede comparar al Sr. Dawkins, cuya dualidad mental llega a ser casi f�sica. En todos los dem�s casos, el hiato que aparece se da entre un foco intelectual determinado y el campo m�s general de la experiencia humana del individuo pensante. En el Sr. Dawkins, en cambio, el abismo se abre entre la teor�a que est� intentando demostrar y la circunstancia concreta, inmediata, de la experiencia misma concebida para probarla.

 

Se trata de lo siguiente. A favor de su tesis de la inexistencia de causas finales en el origen de los seres vivos, argumenta �l que unas unidades de informaci�n �rand�micamente� combinadas pueden engendrar secuencias significativas (m�s o menos como los �tomos de Epicuro que, movi�ndose al azar en el espacio, formaban una vaca por puro azar). Para demostrar esa posibilidad, concibi� un experimento inform�tico que no s� si brota de su candidez o cuenta con la dosis de ingenuidad que espera del p�blico. Toma una frase de Hamlet, "Methinks it is like a weasel" ("Creo que es como una mujercita"), y, en un programa de ordenador creado para ese fin, va efectuando miles de combinaciones de letras hasta que, de repente, vuelve a aparecer en la pantalla: "Methinks it is like a weasel". En ese instante el Sr. Dawkins exclama algo as� como: "�Aj�! Quod erat demonstrandum!" y se inclina con ejemplar modestia ante los aplausos del p�blico.

 

Werner Gitt, director del Instituto Federal Alem�n de Ciencias de la Informaci�n, hizo al respecto una observaci�n sencilla y aplastante: las letras y espacios de la frase no son unidades de informaci�n an�rquicas. Son, precisamente, los signos necesarios para escribir "Methinks it is like a weasel" - secuencia que no se form� por s� misma sino que fue escogida por el Sr. Dawkins. La informaci�n, por tanto, no fue "engendrada" por las transformaciones, sino puesta all� de antemano para engendrarlas. En segundo lugar, observo yo que las letras en la combinaci�n no significan nada "en s� mismas", sino s�lo dentro del sistema, previamente dado, de la lengua inglesa -- una clave que tampoco fue engendrada por las transformaciones sino admitida previamente como c�digo de su interpretaci�n.

 

Unos pensadores que, a la hora de examinar un asunto espec�fico, hac�an abstracci�n de otras cosas que sab�an de s� mismos, y que as� acababan llegando inadvertidamente a conclusiones que desment�an su propia existencia, eran ya tipos lo suficientemente raros como para justificar la imagen popular de los fil�sofos como sujetos que viven en el mundo de la Luna. Pero un cient�fico que, en el acto mismo de demostrar su tesis, se inventa un experimento que la hace imposible, es si duda el Premio Nobel del paralaje cognitivo, es la anti-informaci�n encarnada, es la entrop�a en forma humana. Debe ser por eso que el Sr. Dawkins tiene tantos admiradores, pues �stos se multiplican entr�picamente.