El mundo de Gorbachov

Olavo de Carvalho

O Globo, 19 de junio de 2004

  

El 15 de diciembre de 1987, en plena Perestroika, Mikhail Gorbachov anunci� uno de los puntos fundamentales de su plan para un nuevo mundo de paz y libertad: �No puede haber tregua en la lucha contra la religi�n. Mientras haya religi�n, el comunismo no prevalecer�. Tenemos que intensificar la destrucci�n de todas las religiones donde quiera que sean practicadas y ense�adas.�

 Gorbachov era y es un marxista pura sangre, pero, a esas alturas, ya no pensaba en implantar a escala planetaria el comunismo ortodoxo, cuya inviabilidad saltaba a la vista. Lo que ten�a en mente era la �convergencia� de reg�menes: un socialismo a medio gas en el que, preservada alguna libertad econ�mica indispensable para la supervivencia del sistema, todas las dem�s libertades fuesen aplastadas por una portentosa ingenier�a de dispositivos jur�dicos, sociales y culturales, ya no bajo la direcci�n ostensible del partido �nico, sino de un pool de organizaciones izquierdistas un�nimes en lo esencial. El libre mercado ser�a mantenido, pero como instrumento para subsidiar la destrucci�n de la �democracia burguesa�. El empresariado alelado ceder�a de buen grado en todo para preservar su querido derecho de enriquecerse, sin darse cuenta de que en las nuevas reglas de juego la riqueza ser�a cada vez menos una fuente de poder y m�s un handicap, calculado para someter a su detentor a las exigencias del Estado. El ascenso del socialismo, involucrado en la victoria temporal del capitalismo, ya no se har�a por medio de la revoluci�n sino de la acumulaci�n progresiva e indolora de controles burocr�ticos, exigidos por �movimientos populares� artificialmente creados a ese fin y subvencionados, a su vez, por una chusma de nuevos y antiguos ricos, movidos por la esperanza insensata de aplacar la voracidad del Estado-coco  con generosidades obscenas de una doncella entregada. La estrategia, inspirada en Gramsci y en el socialismo fabiano cuya gradualidad anest�sica ten�a como s�mbolo una tortuga, permanec�a fiel a la m�xima leninista de usar el inmediatismo de la burgues�a como instrumento para despojarla de sus medios de defensa.

 Ese sistema est� ya en avanzado estado de implantaci�n en todo el mundo. La administraci�n central del planeta, con sede en organismos internacionales como la ONU y la Uni�n Europea, que el propio Gorbachov calific� de �nuevo Comintern�, ya no controla �nicamente la actividad econ�mica y laboral de las naciones, ni solamente la estrategia militar y geopol�tica -- haciendo de la �soberan�a� una curiosidad museol�gica --, sino cada detalle de la educaci�n, de la pr�ctica m�dica, de la vida cultural y hasta de las conductas personales, sometidas cada vez m�s a reglamentaciones sofocantes que la sociedad civil, atontada por la charlatanar�a de ONGs hist�ricas, celebra como conquistas de la libertad de los derechos humanos.

 En ese esquema, la lucha contra la religi�n s�lo se emprende mediante el antiguo m�todo de la represi�n directa en las regiones m�s distantes de la atenci�n de los medios de comunicaci�n: Sud�n, Vietnam, Corea del Norte, buena parte de China. En el mundo Occidental, son usados para eso la militancia �pol�ticamente correcta� y los propios medios de comunicaci�n, que, con notable �xito, van expulsando la religi�n de la vida p�blica, del sistema educacional y de la cultura superior, con el pretexto rid�culo de los �derechos de las minor�as�, como si, eliminada junto con la fe predominante la idea misma de religi�n, fuese a quedar para los cultos minoritarios un espacio mayor en la sociedad y no un sitio apretado en el sepulcro general de las devociones extintas.

 Una resistencia seria al neo-socialismo mundial s�lo existe en dos pa�ses: EUA e Israel. De ah� que una campa�a mundial de desinformaci�n trate de presentarlos con una imagen invertida, como si fuesen los centros de mando y no los principales blancos del ataque global a las soberan�as. La cantidad de recursos movilizada para ese fin es tan gigantesca, tan vasta y compleja la constelaci�n de artificios usada para embaucar a la opini�n p�blica, que atinar con el curso efectivo de los acontecimientos supera la capacidad del ciudadano medio e incluso del �intelectual� medio. Dif�cilmente la presente generaci�n llegar� a percibir la realidad de la situaci�n hist�rica que ha vivido. El mundo de Gorbachov es el mundo de la inconsciencia planificada.