Desprecio afectado

Olavo de Carvalho

O Globo, 12 de junio de 2004

  

Como ya escrib� hace tiempo, el mayor obst�culo para la formaci�n superior de la inteligencia no reside en elementos de orden econ�mico, social, racial o familiar, sino de orden moral. Est� en lo que los griegos llamaban apeirokalia: la falta de experiencia de las cosas m�s bellas. El alma que, desde su tierna infancia, no haya sido expuesta a la visi�n de ejemplos concretos de belleza natural, art�stica, intelectual, espiritual y moral, se vuelve incapaz de concebir ninguna realidad superior a la cima de sus percepciones corrientes. Como el sapo del fondo del pozo, si le preguntamos: ��Qu� es el cielo?�, responde: �Es un agujerito del techo de mi casa.� 

�se es el mal cr�nico de la cultura nacional, siempre aficionada a lo irrelevante y llena de desd�n hacia todo lo que supere su precaria capacidad de comprensi�n.

 Un estudio de las principales novelas brasile�as as� lo manifiesta: no existe una literatura tan rica en personajes f�tiles, mediocres, desprovistos de toda profundidad de alma o de esp�ritu. Es un mundo de peque�os funcionarios, atormentados, en la m�s noble de las hip�tesis, por su presupuesto exiguo, por su libido insatisfecha o por alg�n c�lico intestinal. La literatura de ficci�n es al mismo tiempo retrato y s�ntoma: si nuestro cosmos imaginario es as�, no es s�lo porque la sociedad es as�, sino porque tambi�n son as� los escritores. Su �nica diferencia es que tienen alg�n don de observaci�n cr�tica para describir la mediocridad general, pero no para superarla. La prueba es que, cuando analizan la situaci�n, enseguida tratan de atribuirla a causas econ�micas, razonando a su vez como peque�os funcionarios y anestesi�ndose para no contemplar su propia miseria interior.

 En los �ltimos tiempos, y con el est�mulo oficial, la mezquindad nacional se ha vuelto m�s taca�a y empedernida todav�a al adornarse con pretextos sociales edificantes. La indolencia mental se ha convertido en un signo de amor al pueblo, la incultura en una prueba de altos ideales, la mediocridad p�trea en una aureola de santidad alrededor de la cabeza vac�a de un candidato presidencial.

 La jaula de sentimientos miserables y enga�os jactanciosos en la que se ha encerrado el pueblo brasile�o acaba separ�ndolo tan completamente del universo, que ya no concibe lo bello y lo sublime m�s que como productos enga�osos de la astucia publicitaria de alg�n Duda Mendon�a.

 De ah� la imagen que se ha proyectado, en nuestros medios de comunicaci�n, del recientemente fallecido presidente americano Ronald Reagan.

 En los EUA, el columnista Jack Wheeler escribi�: �Ronald Reagan fue el m�s grande de los americanos � no s�lo de los presidentes americanos. Personific� m�s que nadie el ideal moral descrito por Arist�teles como Megalopsiquia, el Hombre de Alma Grande. El Hombre de Alma Grande tiene un car�cter de una integridad indisoluble y de una realizaci�n en el mundo real tan grandes, que su alma expresaba, para Arist�teles, el K�lon , la belleza moral.� 

�sa es, m�s o menos, la opini�n que tienen sobre Reagan incluso algunos de sus m�s belicosos adversarios pol�ticos.

 Un hombre de esa envergadura puede ser amado, temido u odiado, nunca despreciado. La postura de desprecio ol�mpico con que los medios de comunicaci�n brasile�os escribieron sobre �l no es m�s que el disfraz convencional del m�s vil de los sentimientos: la envidia rencorosa, incurable y desesperante que las almas raqu�ticas tienen de las grandes.

 Nunca una simulaci�n neur�tica fue tan transparente, ni tan dolorida la consciencia de inferioridad que aflora de la c�scara de la superioridad fingida.

 M�s que en un ejemplo de una situaci�n cultural y pol�tica deprimente, los medios de comunicaci�n brasile�os se han convertido en un s�ntoma psiqui�trico en sentido estricto.

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Despu�s de ayudar bajo manga a toda una serie de invasiones de tierra y de asesinatos de granjeros, el gobierno do Zimbabue ha anunciado finalmente que va a eliminar la propiedad privada en el campo, estatalizando todas las haciendas productivas del pa�s. Es la victoria definitiva del equivalente local del MST, encabezado por un sujeto llamado Hitler Zunzi. El nombre es evocador, y no cualquier parecido es mera coincidencia. Zunzi dice: �Todas las revoluciones exigen violencia. Soy como Napole�n Bonaparte, Che Guevara y Adolf Hitler.� El gobierno de Zimbabue es apoyado fuertemente por China, tan querida por el empresariado brasile�o.