Olavo de Carvalho
O Globo, 8 de mayo de 2004
"La relectura de lo que se public� en la prensa durante el per�odo electoral deber�a ser asignatura obligatoria en todas las facultades de periodismo�, afirma el columnista Diogo Mainardi en la �ltima revista Veja. Lo dice con raz�n, y por eso, sin miedo ni falsa modestia ofrezco mis art�culos de 2002 al juicio del tiempo, sabiendo que todo lo que all� anunci� ha sido confirmado, punto por punto, por el desarrollo de los acontecimientos.
Pero �cu�ntos periodistas denuncian hoy el actual estado de cosas sin recordar, ni siquiera por un momento, que ellos mismos lo crearon, aceptando convertirse en ayudantes voluntarios del Sr. Duda Mendon�a?
Con la misma afectaci�n de superioridad ol�mpica, con la misma desenvoltura irresponsable con la que entonces fomentaron la embriaguez de mesianismo lulista, le tiran piedras ahora al presidente de la Rep�blica como si fuese un maleficio llegado de fuera y no la encarnaci�n de una voluntad nacional de la que ellos mismos fueron los m�s ruidosos y entusiastas portavoces.
Es escandaloso e inmoral en toda regla, pero no es un caso aislado. Con las raras, honrosas e inevitables excepciones de siempre, los periodistas brasile�os se han vuelto especialistas en equivocarse sin dar nunca su brazo a torcer.
Pero eso no ha surgido de la nada.
Desde la facultad, a los estudiantes de periodismo no se les ense�a a observar el mundo sino a �transformarlo� como preconizaba Karl Marx. No quieren ser testigos de la Historia, sino �agentes del cambio social�. Vacunados contra la idea de la realidad objetiva por medio de teor�as tan pretenciosas como obtusas, rivalizan en no decir lo que ven, sino lo que quieren que el pueblo crea. Arrogantes, intolerantes, monstruosamente incultos, cuando juzgan y condenan lo que supera su compresi�n no lo hacen s�lo respingando la nariz; lo hacen con la ilusi�n de estar combatiendo el autoritarismo y la prepotencia, algo que es ya la apoteosis de la ceguera vanidosa.
V�ase por ejemplo lo que han hecho con la correspondencia, recientemente publicada, entre Lincoln Gordon y el gobierno de Washington. De un comunicado del 29 de marzo de 1964, en que el embajador, confirmando la inminencia de la ca�da del presidente, insist�a para que sus superiores ofreciesen alg�n respaldo al movimiento que se preparaba, han sacado la brillante conclusi�n de que ah� estaba � �por fin! � la prueba, tan anticipadamente cacareada por la izquierda nacional durante cuarenta a�os, de que los americanos hab�an tramado el golpe o al menos tomado parte en su planificaci�n. Mi conclusi�n, por el contrario, es que esos periodistas no saben leer o no han querido percibir la fecha del documento. En la ocasi�n del comunicado, hac�a m�s de un a�o que varios l�deres civiles y militares locales estaban tramando el derrocamiento de Jango. Si dos d�as antes de la eclosi�n del movimiento el gobierno americano era convocado apresuradamente para hacer algo, lo que eso prueba es evidentemente lo contrario de lo que la izquierda siempre ha alegado. Nadie prepara un golpe con dos d�as de antecedencia. Los americanos segu�an la cosa de lejos y, cuarenta y ocho horas antes de que el general Mour�o Filho sacase las tropas a la calle, a�n estaban intentando decidir qu� hacer. Acabaron, claro, no haciendo nada.
V�ase tambi�n la credibilidad instant�nea, la recepci�n calurosa que nuestros medios de comunicaci�n dan a cualquier intriga anti-Bush, incluso cuando se funda en pruebas tan sospechosas como las fotos de �torturas� supuestamente practicadas en Irak por las tropas de ocupaci�n. Varios especialistas europeos han puesto en duda la autenticidad del material, y hace pocos d�as ya se ha descubierto que otra serie de fotograf�as publicadas por la prensa izquierdista, con soldados americanos estuprando a pobres mujeres musulmanas, era un fraude preparado con im�genes extra�das de sites pornogr�ficos. Todo el que ha le�do �La D�sinformation par l�Image� de Vladimir Volkoff (Paris, 2001) sabe que nadie, en el mundo, es tan obstinado en el montaje de esas patra�as como los rusos y los chinos. Pero, si ma�ana o m�s tarde quedase probada la falsedad de las acusaciones, �qu� peri�dico o revista, despu�s de haberlas usado para reforzar con titulares escandalosos la oleada de anti-americanismo, publicar� con el mismo destaque el aviso: �Mentimos�?