Ejemplo did�ctico

Olavo de Carvalho

Jornal da Tarde, 25 de marzo de 2004

 

 

Creo haber mencionado ya la lecci�n de Lenin que, despu�s de calificar los actos terroristas como �propaganda armada�, a�ad�a que eran in�tiles si no iban acompa�ados por la correspondiente �propaganda desarmada� encargada de sacar provecho pol�tico del crimen. Una organizaci�n terrorista, por tanto, no esta compuesta s�lo por equipos de combate, sino tambi�n por una red de �agentes de influencia� esparcidos por los medios de comunicaci�n y por la sociedad civil, quienes, encubiertos bajo la inofensiva apariencia de meros observadores period�sticos o de militantes de partidos legales, son en realidad las piezas decisivas de la ingenier�a del p�nico.

 

La lecci�n ha sido ilustrada una vez m�s por los atentados de Madrid. La concatenaci�n de los hechos tiene el orden y la nitidez de una ejemplificaci�n did�ctica:

 

1. En diciembre de 2003, un mensaje interno de Al-Qaida, divulgado por la CNN tras el atentado, afirmaba: �El gobierno espa�ol no aguantar� dos golpes m�s, tres a lo sumo�. Despu�s de eso, prosegu�a el comunicado, �la victoria del Partido Socialista estar� casi garantizada, y con ella la retirada de las tropas espa�olas de Irak�. El objetivo de la operaci�n era, por tanto, muy n�tido: desacreditar al gobierno espa�ol y dar la victoria en las elecciones a los socialistas.

 

2. Veinticuatro horas despu�s de las explosiones, una multitud de manifestantes se ech� a la calle, no an�rquicamente, sino bien organizada, exhibiendo pancartas y vociferando eslogans que atribu�an al gobierno de Aznar y a su alianza con EUA la responsabilidad moral por lo sucedido. Una reuni�n espont�nea de millones de personas sencillamente no tiene lugar de la noche a la ma�ana. Ni mucho menos el que acudan con un lema preparado, coherente, uniforme y, por mera coincidencia, convergente con los objetivos de una operaci�n terrorista. Es evidente que, con antelaci�n, la red de ONGs solidarias con el terrorismo estaba ya preparada para poner en acci�n a la masa de militantes, simpatizantes e idiotas �tiles, a la �sociedad civil organizada�, para -- como dir�a Karl Marx -- completar con las armas de la ret�rica el trabajo iniciado por la ret�rica de las armas.

 

3. El d�a 11 el gobierno espa�ol, aunque apostaba todav�a por la hip�tesis ETA, divulgaba pistas que incriminaban a los terroristas isl�micos. Al d�a siguiente, nuevo indicio, m�s elocuente: la cinta de v�deo grabada por un colaborador de Bin Laden, que asum�a la autor�a del atentado.

 

4. Pocas horas antes de las elecciones, los manifestantes volvieron a las calles, a�adiendo en sus pancartas y consignas una acusaci�n m�s en contra de Aznar: la de haber enga�ado al pueblo, induci�ndole a suponer que el ataque hab�a sido obra de ETA y no de los terroristas isl�micos. De nuevo la rapidez y uniformidad de la reacci�n no pueden haber sido coincidencias. Tanto m�s que la acusaci�n de los eslogans era rebuscado y artificial: un gobierno que quisiese incriminar unilateralmente a ETA obviamente no habr�a divulgado sino ocultado las pruebas contra Al-Qaida.

 

5. Pasadas las elecciones, una vez alcanzado el objetivo pol�tico del atentado, el mensaje antes mencionado a�n no hab�a sido divulgado por la CNN (hasta ahora, por cierto, no ha salido en los medios de comunicaci�n brasile�os). A pesar de ello, a nadie se le ha pasado por alto, por ser demasiado obvia, la conexi�n al menos psicol�gica entre la presi�n terrorista y los resultados de la votaci�n. �Qu� otra conclusi�n podr�a sacarse de los acontecimientos sino que el electorado espa�ol se hab�a rendido ante un brutal chantaje?

 

6. Con intenci�n de neutralizar esa impresi�n, una nueva campa�a de propaganda fue desencadenada inmediatamente a escala mundial, proclamando que los espa�oles no hab�an votado al Partido Socialista por el motivo aducido, sino porque estaban indignados ante el hecho de que Aznar, por motivos electoralistas, hubiese intentado inducirles a creer en la culpabilidad de ETA.

 

7. C�mo pod�an los espa�oles haber interpretado las cosas de esa manera cuando el gobierno hab�a divulgado pruebas que incriminaban a Al-Qaida, nadie lo explica. En cambio, se repite el discurso uniforme, difundido con gran celeridad por miles de agentes de influencia: los espa�oles no votaron bajo el impacto de una emoci�n perturbadora, no fueron manipulados por la articulaci�n de la propaganda armada y de la desarmada. Por el contrario, escogieron con serenidad y sabidur�a, rechazando a un gobernante mentiroso.

 

Esa versi�n ser� repetida obsesivamente por los peri�dicos, las revistas y la TV, hasta que el p�blico se olvide de los hechos que la desacreditan y s�lo quede en la memoria el t�pico: �la victoria socialista en Espa�a, ejemplo de madurez pol�tica�. �Ejemplo? S�, ejemplo, pero no de madurez pol�tica. Ejemplo de la teor�a de Lenin.