Locura y estratagema

Olavo de Carvalho

Jornal da Tarde, 26 de febrero de 2004

 

 

En algunos lugares de la Europa medieval, contar que unos cuantos jud�os condenaron a muerte a Jesucristo en tiempo de Poncio Pilatos equival�a a decir que todos los jud�os eran culpables de la muerte de Jesucristo y ten�an que pagar por ese crimen, aunque hubiesen nacido siglos despu�s de lo ocurrido y no supiesen nada sobre el asunto.

 

Esa interpretaci�n absurda del texto evang�lico acab� siendo impugnada, obviamente, por las propias iglesias cristianas y parec�a sepultada para siempre.

 

�Qui�n iba a decir que resurgir�a en el siglo XXI, por iniciativa precisamente de sus propias v�ctimas? Cuando el viejo guerrero Abraham Foxman presinti� indicios de antisemitismo en la pel�cula de Mel Gibson que trasladaba a la pantalla el relato b�blico de la pasi�n de Cristo con la mayor fidelidad jam�s alcanzada en el cine, el razonamiento en el que se bas� fue el que en la ret�rica grecorromana se llamaba �argumento suicida�: aquel en el que el orador, sin darse cuenta, argumenta contra s� mismo.

 

La columnista Jami Bernard, del New York Times, ejemplific� ese desastroso loop l�gico al afirmar, por un lado, que Gibson hab�a hecho �una transposici�n t�cnicamente correcta de las �ltimas doce horas de la vida de Cristo� y, por otro, que �La Pasi�n� es �la pel�cula m�s virulentamente antisemita desde los tiempos de la propaganda nazi�. La conclusi�n inevitable es que la propia narraci�n evang�lica es un panfleto antisemita.

 

Abraham Foxman reconoci� que el problema de la pel�cula no estaba en sus intenciones, sino en sus posibles resultados estad�sticos: contar esa historia a una multitud de cristianos corr�a el peligro de insuflar en ellos el odio a los jud�os. La duda podr�a ser resuelta de la forma m�s sencilla: proyectar la pel�cula a un p�blico de cristianos y preguntarles luego si hab�an salido con rabia contra los jud�os o proclives a la compasi�n universal. Por cierto, se podr�a hacer el mismo experimento con la lectura de ejemplares del Evangelio, que s�lo provocaron antisemitismo cuando fueron interpretados por algunos monjes a quienes hoy en d�a nadie dudar�a en calificar como locos de atar.

 

Fanatizados por la propaganda nazi, los alemanes hicieron un mont�n de estragos en el mundo hace poco menos de medio siglo -- 1939 a�os despu�s de la muerte de Cristo. Sus macabras haza�as han sido exhibidas en miles de pel�culas y subrayadas adem�s por la doctrina de la �culpa colectiva�, seg�n la cual todos los alemanes, y no s�lo los nazis, eran responsables de lo acontecido. Pues bien, de las personas que han asistido a esas pel�culas, �cu�ntas han salido odiando a todos los alemanes desde Lutero hasta Michael Schumacher? El n�mero de los que podr�an odiar a los jud�os tras ver la pel�cula de Mel Gibson dif�cilmente iba a ser mayor, incluso porque no existe, para inducirles a ese sentimiento, ninguna doctrina de la �culpa colectiva� jud�a en circulaci�n entre cristianos con un QI superior a 12.

 

Todo ese debate es tan extravagante que sugiere la existencia de alguna estratagema por detr�s de esa locura. La estratagema es la siguiente. La alianza de cristianos y jud�os est� a la base del movimiento conservador que hoy resiste al �globalismo progresista� propugnado, en la ONU y en los medios de comunicaci�n internacionales, por un comit� central de comunistas, radicales isl�micos y neonazis. Hay que romperla a toda costa, y para ello trabajan incansablemente agentes de influencia capaces de urdir las m�s perversas intrigas, usando como instrumentos, preferentemente, ancianos bien intencionados y libres de toda sospecha como Foxman y el Papa Juan Paulo II. Cuando el primero, sin querer, restaura la interpretaci�n antisemita del Evangelio o el segundo habla contra el muro de protecci�n levantado por Ariel Sharon, ambos se convierten en inocentes �tiles al servicio de una maniobra p�rfida que se vuelve contra ellos mismos y sus respectivas comunidades. Pero no todo el mundo entre los jud�os y los cristianos es idiota como para dejarse enga�ar. Por un lado, los principales defensores de la idoneidad de Mel Gibson son intelectuales jud�os -- el escritor David Horowitz y el abogado James Hirsen, adem�s de la propia actriz principal de la pel�cula, la jud�a rumana Maia Morgenstern. Por otro, el repentino acceso de anti-sharonismo del Vaticano ha sido respondido con el nacimiento, en EUA, de un en�rgico movimiento de �Cat�licos Pro-Israel�. A�n no he visto la pel�cula, pero, si es fiel al relato evang�lico, no puede ser antisemita a no ser que sea interpretada a la luz de la teor�a seg�n la cual todos los jud�os son Caif�s (o todos los alemanes son el F�hrer). Restaurar esa teor�a o equiparar el muro de Sharon al muro de Berl�n s�lo es bueno para quien es, al mismo tiempo, enemigo de Israel y de la cristiandad.

 

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Carta a la columnista de cine del NYT:

 

Dear Miss Bernard,

 

I didn't see the film, but your review of "The Passion" seems to be pure libel. If Gibson's anti-semitism was so manifest as you say it is, everybody should have noticed it, including many Jews -- and even rabbis --, who watched the movie and liked it (not to mention Maia Morgenstern herself). Moreover, if you say the film is "a technically proficient account of the last 12 hours in the life of Jesus of Nazareth", you agree that it is faithful to the Gospel narrative -- and then your assertion that "it is the most virulently anti-Semitic movie made since the German propaganda films" applies literally to the Gospel itself. This amounts to condemn the Gospel as "pro-nazi litterature" and, by the way, turns you into a promoter of anti-Christian hate, a moral accomplice of anti-Christian genocide.

 

Are you sure that you have read your article carefully before publishing it?

 

Olavo de Carvalho

 

(the ONLY pro-Jew columnist in the big Brazilian media and a target of frequent attacks and death threats by anti-semites).

 

www.olavodecarvalho.org