Asunto cerrado

Olavo de Carvalho

Jornal da Tarde, 12 de febrero de 2004

 

 

�These opposed factions might be compared to two swords, of which one had a gilded and ornamental hilt, but a blade formed of glass or other brittle substance, while the brazen handle of the other corresponded in strengh and coarseness to the steel of the weapon itself.� (Walter Scott, a prop�sito de los constitucionalistas y de los jacobinos en la Revoluci�n Francesa).

 

Quienquiera que, a estas alturas, sue�e a�n con �vencer al PT�, sea en las pr�ximas elecciones, sea a lo largo de las d�cadas venideras, tiene que ser considerado in limine un memo incurable, indigno de atenci�n. El PT, como digo desde hace a�os, no ha venido para turnarse en el poder con otros partidos -- mucho menos con los de la �derecha� -- segundo la alternancia normal del sistema constitucional-democr�tico. Ha venido para destruir ese sistema, para enterrarlo definitivamente en las brumas del pasado, substituy�ndolo por algo que los propios petistas no saben muy bien lo que ser�, pero sobre el que tienen una certeza: sea lo que fuere, ser� definitivo e irrevocable. No habr� marcha atr�s. El Brasil en el que vivimos es, ya, el �nuevo Brasil� prometido por el PT, y no hay la menor perspectiva de que se convierta en otra cosa a medio o largo plazo, a menos que sea forzado a ello por la voluntad divina o por cambios imprevisibles en el panorama internacional.

 

La causa esencial de ese fen�meno es la desproporci�n entre la actuaci�n del PT y la de sus presuntos adversarios. �stos siempre han limitado sus acciones y ambiciones al �mbito pol�tico-electoral expl�cito, mientras que el PT sigue desde hace d�cadas una amplia estrategia que incluye desde la completa hegemon�a de las modas culturales, los gustos art�sticos y las reacciones psicol�gicas de la poblaci�n, hasta la infiltraci�n en las Fuerzas Armadas y en los �rganos policiales, la �ocupaci�n de espacios� en todos los niveles de la administraci�n p�blica y el dominio sobre los medios de comunicaci�n. Desde hace m�s de una d�cada los partidos que luchan contra el petismo lo hacen dentro de un marco social, cultural y psicol�gico previamente demarcado por el PT, de lo cual ni siquiera llegan a tener conciencia.

 

El PT, adem�s, nunca ha actuado solo. Es �nicamente la marca m�s visible de un conjunto muy bien articulado de entidades al servicio (en grados diversos) de la estrategia del �Foro de S�o Paulo�, y que incluye, por tanto, adem�s del MST, de la CUT y de los partidos menores de izquierda, la casi totalidad de las organizaciones autodenominadas �representantes de la sociedad civil�, en una gama que va desde una infinidad de ONGs ecol�gicas, indigenistas y de �derechos humanos� hasta la CNBB, la OAB, la ABI y similares.

 

Finalmente, el PT ha estado siempre bien articulado con la izquierda internacional, teniendo contactos y apoyo en todas partes � en la ONU, en la CE, en los medios de comunicaci�n europeos y americanos, en las organizaciones internacionales de terroristas y narcotraficantes, y sobre todo en fundaciones como Ford y Rockefeller, etc., due�as de la cornucopia global de la que mana dinero en cantidades ilimitadas para cualquier proyecto cultural o social que contenga una dosis suficiente de izquierdismo.

 

Frente a eso, los partidos que podr�an encarnar al menos remotamente el antipetismo no son m�s que organizaciones provincianas, aisladas del mundo, impotentes, limitadas a la propaganda electoral ordinaria, a las intrigas de despachos y a la disputa de las migajas que caen de la mesa del banquete petista.

 

Y no me vengan con �sas del PSDB. Es una oposici�n bi�nica, d�cil y castrada. La articulaci�n del PSDB con el PT es tan profunda, tan comprometedora, que algunos l�deres tucanos y petistas ya se plantean abiertamente la fusi�n de sus partidos. Y conviene no olvidar que la m�s valiosa ayuda para elegir al actual presidente vino del hombre de paja, Jos� Serra, quien, a pesar de ser conocedor de las conexiones pol�ticas entre su adversario, la narcoguerrilla colombiana y la industria internacional de secuestros encabezada por el MIR chileno, se abstuvo de denunciarlas durante la campa�a electoral, d�ndole a Lula la ocasi�n de oro de endilgar a la opini�n p�blica una falsa imagen de inocencia y honestidad.

 

Es lamentable tener que insistir en algo tan evidente, pero una estrategia de alcance continental, que se apoya en una red global de organizaciones y en el completo dominio del �mbito cultural no puede ser enfrentada mediante resistencias locales, habilidades provincianas, cr�ticas puntuales a errores econ�mico-administrativos, o a la apuesta loca en las ri�as internas de la facci�n dominante, que lo �nico que hacen es fortalecerla.

 

La desproporci�n de fuerzas es tan brutal, tan avasalladora, que ya no vale la pena insistir m�s en el asunto.