Olavo de Carvalho
Zero Hora, 21 de septiembre de 2003
Cuando los medios de comunicaci�n empezaron a destilar veneno contra el nuevo r�gimen instalado en Brasil en 1964, algunos pol�ticos preocupados fueron en busca del mariscal Humberto Castello para sugerirle la creaci�n de una agencia oficial de divulgaci�n, encargada de corregir los noticiarios.
Castello rechaz� la sugerencia, vociferando que, mientras �l fuese presidente, no permitir�a una reencarnaci�n del DIP -- el c�lebre Departamento de Prensa y Propaganda de la dictadura Vargas.
Pues lo que ahora est� montando el gobierno Lula es mucho peor que eso. El reportero Jo�o Domingos, en O Estado de S. Paulo de 14 de septiembre, informa:
�Con 1.150 funcionarios, con un gasto de 90 millones de reales [unos 30 millones de euros] por a�o en la Radiobr�s y un sistema de respuesta inmediata y de correcci�n de las noticias �equivocadas�, el gobierno est� adoptando una nueva estructura de comunicaci�n con aspiraciones que van m�s all� del mero perfeccionamiento de la m�quina de divulgaci�n oficial. Se trata de un proyecto montado para llegar � con un noticiario oficial y gratuito � a un p�blico estimado en 100 millones de personas en todo el Pa�s. La operaci�n resulta ser un engrandecimiento del noticiario oficial, jam�s alcanzado ni durante dictaduras como la de Get�lio Vargas, en la que todo era controlado por el c�lebre DIP. �Es el DIP del siglo 21�, dice escandalizado el ex-diputado Prisco Viana, pol�tico que ha sido testigo de medio siglo de dictaduras.�
Pues bien, Castello estaba incluso siendo acosado duramente por la opini�n p�blica internacional. Si hubiese creado un DIP, al menos habr�a podido alegar leg�tima defensa. Pero ni eso le permiti� su conciencia.
El Sr. Lula, en cambio, no se contenta con ser elogiado por los medios de comunicaci�n internacionales y protegido por los nacionales, sin cuya omisi�n un�nime en el caso de la asociaci�n PT-Farc jam�s habr�a sido elegido.
No se contenta con gobernar un pa�s en el que la CUT [Central �nica de los Trabajadores] tiene 800 periodistas en su n�mina, el PT un ej�rcito de colaboradores en todas las redacciones, el izquierdismo el monopolio absoluto de los medios culturales, el MST esp�as y agentes infiltrados en todos los niveles de la administraci�n federal, incluidas la Polic�a Federal y las Fuerzas Armadas, as� como en las principales empresas privadas.
No se contenta con vivir en un pa�s en el que la ense�anza p�blica se ha convertido en una m�quina de propaganda al servicio de la canonizaci�n del Che Guevara, Salvador Allende y Fidel Castro.
No se contenta con gobernar un pa�s en el que los ni�os de los colegios han sido masivamente reducidos por sus profesores a un ej�rcito de reserva para engrosar manifestaciones y gritar eslogans governistas, con premios para los ni�os obedientes y abierta discriminaci�n para los ind�ciles y recalcitrantes.
No se contenta con gobernar un pa�s en el que los dirigentes de las Farc pueden transitar libremente, bajo la protecci�n del gobierno, sin ni siquiera ser molestados con preguntas sobre las doscientas toneladas de coca�na que Fernandinho Beira-Mar dijo que les hab�a comprado para revenderlas en el territorio nacional.
No se contenta con gobernar un pa�s en el que los partidos de la oposici�n nominal han sido reducidos a negociar unos meses de supervivencia a cambio del apoyo a unas medidas que virtualmente garantizan su extinci�n en un futuro no muy lejano.
�l quiere m�s.
Si la conciencia de Castello Branco era demasiado r�gida como para aceptar m�s poder que el m�nimo necesario para el ejercicio de su mandato, la del Sr. Lula es lo suficientemente el�stica como para acompa�ar el crecimiento ilimitado -- aunque altamente previsible -- de su deseo de poder.