�Ciencia pol�tica?

Olavo de Carvalho

Zero Hora, 7 de septiembre de 2003

 

 

En el site de las Facultades Porto-Alegrenses, http://www.fapa.com.br, encuentro estas l�neas de un tal Reginaldo Carmelo de Moraes, profesor de ciencia pol�tica de la Unicamp, publicadas -- �c�mo no? -- en la revista Caros Amigos y recomendadas como lectura para los alumnos del curso de licenciatura en Historia de dicha instituci�n gaucha:

 

"Los neo-conservadores partidarios del fil�sofo Leo Strauss han recuperado a su manera la teor�a nazi de Carl Schmitt, para adaptarla al fundamentalismo cristiano de Bush y de sus �ntimos. Schmitt, principal jurista del Tercer Reich, asumi� la tarea de destruir la Constituci�n de la Rep�blica de Weimar. Dec�a que �sta, fundada sobre el liberalismo pol�tico y los derechos individuales, estaba corrompida y era impotente para contener los movimientos pol�ticos carism�ticos y los �mitos irracionales� con los que los bolcheviques y similares conquistaban a las masas. Por eso, defend�a un r�gimen de excepci�n, una dictadura, que gobernase por decreto y salvase el orden... Strauss y sus disc�pulos de los EUA no olvidar�an esas lecciones del maestro. Tambi�n ellos iban a tener su incendio del Reichstag y su invasi�n de Polonia. Inmediatamente despu�s del 11 de septiembre, el Departamento de Justicia eman� normas legales que daban al gobierno federal los poderes de un Estado policial."

 

Si algo queda demostrado ah� es que ese chico nunca ha le�do nada de Carl Schmitt, ni mucho menos de Leo Strauss. Lejos de intentar defender al Estado del asalto de los "mitos irracionales", Schmitt consideraba el orden pol�tico mismo como esencialmente irracional, constituido por la rivalidad entre alternativas que, al no admitir arbitraje l�gico, requer�an la divisi�n sumaria del terreno entre "amigos" y "enemigos", y la lucha por la victoria a cualquier precio.

 

Esa doctrina se ajustaba como un guante no solamente a la ideolog�a nazi, sino tambi�n a la comunista, lo que hizo de Carl Schmitt, como ha escrito Corrado Occone, "il reazzionario che piace a la sinistra" (el reaccionario que gusta a la izquierda). No hay, efectivamente, diferencia esencial entre dicha doctrina y la regla leninista del debate pol�tico, que tiene por objeto "no persuadir al adversario, ni denunciar sus errores, sino destruirlo".

 

Hubo realmente, en v�speras de la II Guerra Mundial, una corriente pol�tica empe�ada en llevar a cabo los objetivos que Carmelo dice que fueron los de Schmitt. La constituci�n austr�aca de 1934, al imponer un r�gimen de excepci�n para contener el avance de los "mitos irracionales", no se inspir� en Schmitt, sino, al contrario, en el temor causado por la victoria nazi en la vecina Alemania. Carmelo cambia las cartas y atribuye al nazismo las intenciones de sus v�ctimas austr�acas.

 

M�s brillante a�n en ignorancia es la conclusi�n del p�rrafo, seg�n la cual el atentado al World Trade Center habr�a dado a "Strauss y a sus disc�pulos" la oportunidad de poner en pr�ctica la doctrina de Schmitt: el 11 de septiembre de 2001, Leo Strauss no pod�a "recordar las lecciones" absolutamente de nadie, pues estaba muerto desde 1973.

 

Sobre quien ha bajado el esp�ritu de Carl Schmitt ha sido sobre el propio Carmelo, que, en su ataque a los neoconservadores, no intenta denunciar alg�n error de su filosof�a, de la que no sabe nada, sino �nicamente manchar su reputaci�n mediante una asociaci�n falsa con el te�rico nazi, del que, para colmo de iron�a, el citado Leo Strauss, jud�o huido del III Reich, fue uno de los cr�ticos m�s severos.

 

�Hasta cu�ndo la simple adhesi�n a una vulgar y baja ret�rica izquierdista ser�, en este pa�s, condici�n necesaria y suficiente para el desempe�o del cargo de profesor universitario, independientemente y por encima de las m�s elementales exigencias intelectuales?