Olavo de Carvalho
www.olavodecarvalho.org, 10 de septiembre de 2003
Est� circulando por e-mail, con nombre falso del remitente, uno de los escritos calumniosos m�s exc�ntricos que ya se han elaborado sobre m�. Es una composici�n muy extensa, destinada a ocupar un lugar de relieve en la galer�a de uno de los g�neros m�s prol�ficos de la literatura nacional.
A pesar de haber sido enviada a un n�mero reducido de personas, su intenci�n de hacer da�o profundo queda de manifiesto por el hecho de que los destinatarios han sido h�bilmente seleccionados entre las personas de mi intimidad e incluso de mis familiares.
En contraste con los dem�s escritos de ese g�nero en circulaci�n hasta hoy, el mensaje produce una impresi�n inicial de peso, seriedad, importancia e incluso de intenci�n elevada. �Saben por qu�? Porque nueve d�cimas partes de su contenido son una copia literal de un antiguo texto m�o, "�Qui�n es Gurdjieff?", s�lo que con el nombre "Gurdjieff" substituido por "Olavo de Carvalho". Los p�rrafos copiados est�n sin comillas y sin ninguna otra indicaci�n que permita distinguirlos de los pocos fragmentos restantes insertados, que, separados de aqu�llos, pierden toda contundencia y se reducen a chismes de portera, capaces de impresionar �nicamente a un p�blico de borrachos y retrasados mentales. Mediante ese recurso sumamente canallesco, difamadores de muy baja ralea han intentado adornar la miserable producci�n de sus esp�ritus con la credibilidad y con la fuerza de los escritos de su propia v�ctima.
Publicar� en breve en este site los dos textos, "�Qui�n es Gurdjieff?" y su parodia calumniosa, en la que destacar� en rojo los fragmentos �parasitados�, respondiendo a continuaci�n sumariamente a los restantes, ya que el intento de imputarme las maldades que atribu� al c�lebre gur� armenio se descubre por s� mismo.
Quien lea la parodia sin conocer el original correr� el riesgo de dejarse perturbar por ella, que es precisamente la intenci�n de los remitentes.
De los destinatarios, sin embargo, s�lo dos han dado muestras de conceder alg�n cr�dito al mensaje, remiti�ndome avisos alarmistas y ofreci�ndose para "discutir el asunto". Ambos se dirig�an a m�, no en el tono de quien estaba indignado con un crimen de calumnia, sino de quien estaba impresionado con la revelaci�n de "hechos comprometedores" y generosamente empe�ado � �intente dormir con un foll�n semejante! -- en evitar que llegasen a o�dos de "mis enemigos".
Lo m�s curioso era la inversi�n de las actitudes: yo, la v�ctima del ataque, intentando tranquilizarles, afirmando que no hab�a nada que temer de tales "revelaciones"; ellos, las almas caritativas, los auxiliadores, los salvadores del afligido, exagerando los peligros, intentando asustarme, infundirme a la fuerza un miedo in�til e inoportuno.
Uno de ellos, al que encontr� casualmente en la calle, y ante el que hice las acrobacias mentales m�s indescriptibles para contenerme y no revelarle que sospechaba de su participaci�n en el caso, interpret� equivocadamente mi embarazo y me escribi�:
"Dices que te tiene sin cuidado y hablas con desprecio de la persona o personas que han escrito. Pero en todo demuestras, aunque te resistas e intentes disimularlo, una inmensa amargura y un gran temor y perturbaci�n."
Les di un poco de sedal a los peces y los dos idiotas acabaron mordiendo su propio anzuelo, proporcion�ndome todos los indicios que les delataban, m�s all� de toda duda razonable, como los autores de la haza�a, haciendo por tanto bastante explicable su empe�o en proporcionar a las imputaciones criminosas la ayuda, aparentemente casual e id�nea, del socorro excesivo y no solicitado contra un peligro, adem�s, inexistente.
Al leer esa cosa, me acord� de una antigua pel�cula de Robert Stack (el astro de la cl�sica serie "Los Intocables"), en el que un bandido americano, perdido en Tokio, sobreviv�a mediante la artima�a de entrar en bares sospechosos, darle una paliza al gerente y a continuaci�n exigir veinte d�lares.
-- �Veinte d�lares por qu�?, preguntaba la v�ctima at�nita.
-- Por protecci�n.
-- �Protecci�n de qu�?
-- De personas como yo.
Me he olvidado del t�tulo, pero la pel�cula era muy divertida. Es bueno recordar esas cosas para aliviar el disgusto de contemplar un show de perfidia, bajeza y duplicidad de car�cter.
Considerando que los dos criminosos son individuos que un d�a cre� amigos m�os, dar� a ambos la oportunidad de arrepentirse o por lo menos de desaparecer de mi vida, ahorr�ndome sus deplorables presencias y voces.
Por tanto, no revelar� sus nombres, ni tomar�, de momento, ninguna medida de orden judicial. Pero no dudar� en hacer ambas cosas, ni en publicar la totalidad de la correspondencia que esos dos graciosos han intercambiado conmigo, si insisten en atormentarme, sea con nuevos ataques calumniosos, sea con sus asquerosas promesas de amistad. Una amistad que es, en resumidas cuentas, el �nico peligro a temer de ese tipo de criaturas.