El �mundo perro� de los medios brasile�os
Olavo de Carvalho
Folha de S. Paulo, 19 de junio de 2003
Muchos peri�dicos y revistas brasile�os han publicado la declaraci�n del vicesecretario de Defensa de EUA, Paul Wolfowitz, de que el petr�leo hab�a sido la verdadera causa de la guerra de Irak.
Todos citaron la misma fuente: el peri�dico brit�nico The Guardian.
Ninguno, hasta ahora, ha advertido al p�blico que The Guardian, hace varios d�as, se desminti� en los t�rminos m�s categ�ricos, reconociendo que Wolfowitz no hab�a dicho nada de eso.
No hay en nuestras redacciones ni un solo periodista que ignore ese desmentido. Y no hay ni uno solo que, por haberlo ocultado, haya perdido ni un minuto de su sue�o, por problemas de conciencia. Definitivamente: entre los colegas, mentir contra EUA, mentir contra Israel, mentir a favor de la izquierda es, como mucho, pecado venial, que se perdona con un gui�o c�mplice y una palmadita en la espalda.
�Y el lector? Ni le importa. Est� ya viciado. Lo �nico que no le gusta es que se le cuente lo que ha pasado realmente. Se queda ofendid�simo. �Pues a qui�n le gusta saber que ha sido v�ctima de una tomadura de pelo? La soluci�n, en tales circunstancias, es siempre la misma: golpear al cartero.
Tampoco conozco ni un solo periodista brasile�o que se pregunte si est� bien seguir ocult�ndole al p�blico que el r�gimen musulm�n de Sud�n ha matado ya a dos millones de cristianos, que hay decenas de obispos cat�licos presos en China, que el PT tiene v�nculos estrechos con dos de las principales organizaciones criminales de Am�rica Latina (las Farc y el MIR chileno) o que las principales escenas del tan cacareado "documental" de Michael Moore son un montaje.
Cuando un semanario miente de la manera m�s descarada, diciendo que el 95 % de los homicidios de Brasil son cometidos por motivos personales ajenos al narcotr�fico, nadie quiere desmentirlo porque casi todas las empresas period�sticas son socias de ONGs desarmamentistas.
Cuando otra revista dedica media edici�n a pintar con colores demon�acos a una iglesia evang�lica y, tras ser condenada en la justicia por difamaci�n, esconde el hecho en una notita de tres l�neas, ninguna otra publicaci�n la denuncia, porque todas quieren defender su derecho a actuar de forma an�loga.
Cuando estalla un griter�o general contra la penetraci�n americana en la Amazonia, ning�n peri�dico o revista le cuenta al p�blico que las ONGs all� presentes son casi todas europeas, asociadas al bloque antiamericano.
�Y qu� decir de la adulaci�n? Ni la moral, ni la l�gica, ni el sentido de las proporciones imponen l�mites a ese instinto grotesco. �Cu�ntos peri�dicos, ante la rid�cula actuaci�n de nuestro presidente en la reuni�n del G8 -- presentando una propuesta pueril que tras ser escuchada por educaci�n fue olvidada por caridad --, no celebraron el acontecimiento como una prueba de que Lula es un estadista de nivel internacional? �Cu�ntos no vendieron el loro de Evian como si fuese una nueva ��guila de La Haya� [Ruy Barbosa]?
Sin embargo, si alguien de la extrema izquierda se irrita con el presidente y escribe, como el Sr. Caio C�sar Benjamin: "al Sr. Lula que le j...n", nadie en los medios de comunicaci�n protesta de que la pelea familiar haya superado ya los l�mites de la decencia.
Pero hay casos todav�a m�s �hermosos�.
Hace dos a�os, el reportero Caco Barcelos mont� un esc�ndalo monumental denunciando en TV un simulacro de accidente, presuntamente montado por el Ej�rcito Brasile�o para camuflar el asesinato de dos terroristas. En un art�culo publicado en la prensa carioca, demostr� que la alegada simulaci�n era una total imposibilidad f�sica, que el testigo presentado no estaba en el lugar del suceso y que, seg�n la declaraci�n, libre de toda sospecha, de Jacob Gorender, las dos presuntas v�ctimas participaron en un asalto tres d�as despu�s de fallecidas...
�Creen que eso suscit� alguna discusi�n entre los periodistas? Nada. Silencio absoluto. Y esa basura de reportaje acab� recibiendo no uno, sino dos premios period�sticos.
Conclusi�n: en el consenso del periodismo brasile�o, la falsedad no es una falta cuando va dirigida contra determinadas personas. Contra milico, empresario o pol�tico de derechas, todo est� permitido.
�Y contra este articulista? En ese caso vale la mentira, la amenaza, la incitaci�n al homicidio, la tira.
Pero la obra prima provino de un sujeto que es considerado como un periodista respetabil�simo.
En el 2002, Bernardo Kucinsky escribi� en Carta Maior que yo era miembro de un equipo dirigido por el subsecretario de Estado americano Otto Reich, encargado de montar un golpe de Estado para impedir la elecci�n de Lula.
Fraude period�stico digno de Jason Blair.
El desarrollo de los hechos se encarg� de demostrar que la �nica intromisi�n americana en las elecciones brasile�as fue a favor de Lula -- una entrevista de la embajadora Donna Hjrinak que, en v�speras de la votaci�n, glorificaba al candidato, sin que nadie en los medios de comunicaci�n observase en ello nada anormal.
En cuanto al Sr. Reich, es obvio que nunca he trabajado con �l. Nunca he tenido con el susodicho ning�n contacto directo o indirecto, sea personal, telef�nico, epistolar, intern�tico o telep�tico. No le conozco ni en fotograf�a, y si le viese en la calle ser�a incapaz de distinguirle de Nelson Ned, del Papa, del Abominable Hombre de las Nieves o del adorable Bernardo Kucinsky.
En un pa�s decente, el autor de la bromita ser�a expulsado de la profesi�n. En Brasil, no s�lo es premiado con un cargo p�blico (aunque no haya nada de particularmente envidiable en un cargo de sub-Gushiken), sino adem�s acogido como "ombudsman" del Observat�rio da Imprensa, es decir, como juez de la idoneidad period�stica ajena.
Cuando las cosas llegan a ese punto, todo argumento racional o toda apelaci�n a la moralidad se vuelve impotente. La abdicaci�n completa del sentido de la verdad se ha convertido en requisito para el �xito profesional.
�Cr�ticas al gobierno? Claro que se admiten -- con la condici�n de que provengan de la extrema izquierda o, en caso de que la fuente sea otra cualquiera, se limiten a detalles econ�micos y administrativos, sin nada que pueda hacer da�o a la ideolog�a izquierdista y a la estrategia del Foro de S�o Paulo. Esta �ltima, por cierto, aunque es el factor m�s importante en la conducci�n pol�tica de este pa�s, ni siquiera puede ser mencionada. Si preguntas a mil lectores qu� es el Foro de S�o Paulo, todos dir�n que es un edificio de la Plaza Jo�o Mendes.
�Autocr�ticas? Son bienvenidas, ciertamente, siempre que el asunto sea apol�tico como el de la Escuela Parque, de tal modo que los medios de comunicaci�n puedan hacer alarde de escrupulosidad sin menoscabar el prestigio moral de la izquierda, intocable como el sexo de las v�rgenes m�rtires.