Golpe de Estado en el mundo
Olavo de Carvalho
O Globo, 24 de mayo de 2003
Nadie duda en Brasil que existe un neoglobalismo en acci�n, un nuevo Imperio cuya expansi�n pone en peligro las soberan�as nacionales. Todos nuestros l�deres pol�ticos, intelectuales y militares dicen estar conscientes y vigilantes sobre ese particular. Pero, cuando preguntamos de d�nde proviene el peligro, las respuestas demuestran que estamos hablando con son�mbulos y teledirigidos, dispuestos a dejarse manipular como instrumentos por el mismo enemigo que dicen combatir.
No saben, por ejemplo, lo que el Imperio est� haciendo, con discreta y espantosa facilidad, contra un pa�s mucho m�s fuerte que Brasil: Gran Breta�a.
Gran Breta�a como naci�n independiente est� a punto de acabar en los pr�ximos d�as, cuando Tony Blair oficialice su anuencia a la nueva Constituci�n de la Uni�n Europea, que crea los Estados Unidos de Europa y transfiere a la sede del Imperio en Bruselas el poder de decisi�n del gobierno de Londres en materia de presupuestos, comercio, transportes, defensa nacional, relaciones internacionales, inmigraci�n, justicia y derechos humanos, reduciendo el Parlamento a la condici�n de una asamblea local subordinada.
Hay quien dice que Blair deber�a someter ese asunto a un refer�ndum, pero �l no quiere. Argumenta que la cuesti�n es demasiado complicada como para ser juzgada por el pueblo. As� se dan hoy los golpes de Estado: mediante unos pases de magia incomprensibles para la muchedumbre. Una encuesta del peri�dico �The Sun� muestra, en efecto, que el 84 por ciento de los electores brit�nicos desconocen esa inminente transferencia de soberan�a.
Pero, desde este lado del oc�ano, la ignorancia es mayor a�n. Aqu�, ni siquiera las elites saben algo sobre el nuevo panorama internacional. Se imaginan que el neoglobalismo es una prolongaci�n del �imperialismo yanqui� de toda la vida y, henchidas de anti-americanismo, se disponen a combatir a los marines en la selva amaz�nica.
El gobierno global que se est� formando ante nuestros ojos no es americano: es una alianza de las antiguas potencias europeas con la revoluci�n isl�mica y con el movimiento izquierdista mundial. Sus centros de mando son los organismos internacionales, y la �nica fuerza de resistencia que se opone a la m�s ambiciosa f�rmula imperialista que se haya visto jam�s en el mundo es el nacionalismo americano.
Los planes del gobierno mundial est�n expuestos desde 1995 en el documento �Our Global Neighborhood,� publicado por una �Comisi�n de Gobernaci�n Global�, que predica abiertamente �la subordinaci�n de la soberan�a nacional al trans-nacionalismo democr�tico�. Esos planes incluyen: 1. Impuesto mundial. 2. Ej�rcito mundial bajo el mando del secretario general de la ONU. 3. Legislaciones uniformes sobre derechos humanos, inmigraci�n, armas, drogas, etc. (siendo previsible la prohibici�n del tabaco y la liberaci�n de la marihuana). 4. Tribunal Penal Internacional, con jurisdicci�n sobre los gobiernos de todos los pa�ses. 5. Asamblea mundial, elegida por voto directo, pasando por encima de todos los Estados Nacionales. 6. C�digo penal cultural, sancionando a las culturas nacionales que no se acoplen a la uniformidad planetaria �pol�ticamente correcta�.
Es el Estado policial global, la total liquidaci�n de las soberan�as nacionales. Y no son meros �planes�: con los Estados Unidos de Europa, todo eso entra en vigor inmediatamente en el Viejo Continente, de la noche a la ma�ana, sin consulta popular, sin debates, sin oposici�n, anunciando para dentro de un plazo muy breve la extensi�n de las mismas medidas al globo terrestre entero mediante el mismo m�todo r�pido de la transici�n hipn�tica.
Inglaterra, que parec�a resistir, ha cedido. Hoy est� claro que el apoyo de Blair a EUA en Irak iba destinado solamente a amortiguar el impacto de la traici�n que iba a llegar a continuaci�n. S�lo en un pa�s el asunto es discutido abiertamente, y la opini�n p�blica se vuelve masivamente contra los planes de la Gobernaci�n Global: EUA.
La guerra entre EUA y el gobierno mundial ya ha comenzado. Si la soberan�a americana cae, caer�n todas. Y Brasil, burro como nadie, cree defender la suya arm�ndose de precauciones contra EUA y abri�ndose placenteramente a los detonadores expl�citos de toda soberan�a.
Una de las causas de ese tr�gico enga�o es la incultura pura y simple. Pero la desinformaci�n activa tambi�n tiene su peso en ello. Una de sus innumerables fuentes es el Sr. Lyndon La Rouche, que se las da de h�roe antiglobalista vendiendo recetas de anti-americanismo en el Tercer Mundo y que es muy le�do en Brasil. En un panfleto reciente, lleg� al colmo de asociar la pol�tica exterior de Bush con los planes de gobierno mundial trazados por Herbert George Wells en un libro de 1928, �The Open Conspiracy�.
Eso es exactamente la inversi�n de la realidad. Las ideas de Wells germinaron en la Fabian Society de Londres, entidad socialista bajo la direcci�n de la embajada sovi�tica, y son el origen directo de los planes de �Gobernaci�n Global� de la ONU, contra los que va dirigida, precisamente, la pol�tica exterior de George W. Bush.
Las leyendas y mentiras sobre la Amazonia tambi�n ayudan a enga�ar a todo el mundo, creando el espejismo de que tenemos que defenderla de las ambiciones americanas. Cualquiera que investigue un poco la presencia extranjera en la Amazonia constatar� que est� constituida masivamente por ONGs europeas. Hay algunas americanas, es cierto, pero son las mismas que subvencionan las campa�as �pacifistas� anti-Bush, el izquierdismo internacional y, en �ltimo t�rmino, el terrorismo.
Ignorantes y medio locos, vemos la realidad al rev�s, pedimos socorro al villano y ponemos nuestros sentimientos nacionalistas al servicio del neo-imperialismo global, que va a subyugarnos y humillarnos hasta tal punto que ni todos los imperialistas americanos juntos han llegado a ambicionar jam�s en sue�os.
El proyecto �New American Century�, de William Kristol, que nada m�s esbozado ha sido al instante bombardeado por los medios de comunicaci�n brasile�os como prueba de los objetivos expansionistas del gobierno Bush, no es m�s que una propuesta, tard�a y parcial, de una posible reacci�n a un esquema imperialista ya implantado en Europa y en pleno proceso de expansi�n al resto del planeta. La guerra por el dominio del mundo ya ha comenzado. Y Brasil ya se ha situado en el lado equivocado.