Olavo de Carvalho
M�dia sem m�scara, 25 de abril de 2003
1. Introducci�n
Estando de viaje y sin tiempo para nada, no podr� dedicarle al Sr. Lanyi toda la atenci�n que, como hacen siempre los chicos con complejo de rechazo, solicita de m� mediante histri�nicas faltas de educaci�n e insultos exagerados.
Su escrito es largo y, como ya he se�alado m�s de una vez, es propio de la naturaleza del lenguaje humano que la mentira tenga el privilegio de ser m�s breve que su refutaci�n -- principalmente en el periodismo, donde, al contrario de lo que sucede en la justicia, el peso de la prueba corresponde siempre al acusado, y donde incluso la m�s s�lida prueba de inocencia deja siempre un residuo de sospecha en el aire, para alimento de innumerables notas y alusiones futuras.
Pero, para que mi acusador no piense que le considero totalmente despreciable, como �l aparenta considerarme para ocultar a s� mismo el estado de agitaci�n, las dudas atroces y la casi crisis de identidad en que mis palabras lo sumieron, ir� indicando poco a poco, a medida que avance a intervalos irregulares en el an�lisis de su desprop�sito, las observaciones que se me vayan ocurriendo al respecto. Dado que no soy lo suficientemente cruel como para hacer esperar mucho a ese joven adversario m�o, publico aqu� las primeras observaciones de la serie, cuya continuaci�n aparecer�, si aparece, en fecha incierta y no conocida.
El Sr. Lanyi, en las l�neas finales de su respuesta a mi respuesta, declar� haber dicho ya todo lo que ten�a que decir respecto a m�. No era mucho, de hecho. El meollo del asunto ya hab�a aparecido �ntegramente en sus propios comentarios a su art�culo sobre Jos� Arbex Jr., a los que ahora poca o ninguna novedad de fondo ha venido a sumarse. Para uno que hab�a prometido una �Gran Revelaci�n�, �devastadora� e �inolvidable� (todo sic), el Sr. Lanyi se ha mostrado tan t�mido y timorato en pasar de las palabras a los hechos como la Guardia Republicana en materializar las bravatas apocal�pticas del ministro Mohamed Al-Sahaf.
Es un pena, porque de lo poco que dijo podr�a yo extraer, en contrapartida, libros enteros. No, claro est�, en virtud de la enjundia de sus argumentos, que es nula, sino del alto valor de sus palabras como s�ntomas de una deformidad mental que no padece �l solo, sino, al parecer, tambi�n buena parte de nuestra clase period�stica, especialmente la formada en las facultades bajo el influjo de profesores como Jos� Arbex Jr. La mentalidad deformada es siempre un tema inagotable para fil�sofos, novelistas y psic�logos, principalmente cuando no se trata de una deformidad individual, sino colectiva. La generaci�n de los Lanyis, que sirve de modelo en las redacciones hoy en d�a, ha conseguido convertir el periodismo brasile�o en un fen�meno que en el futuro probablemente llamar� la atenci�n de los historiadores como muestra de lo que Eric Voegelin denominaba �estupidez criminal�. La valoraci�n no es m�a. Es de los Report�res Sans Fronti�res, esa misma organizaci�n que nuestros periodistas citaban sin parar cuando se trataba de criticar al periodismo americano, mientras ocultaban cuidadosamente al p�blico lo que dicha organizaci�n dec�a sobre el trabajo de nuestros periodistas. En una escala de mejor a peor, de entre los periodismos practicados en varias naciones del mundo, el brasile�o obtuvo el puesto 54, por debajo de Bolivia, de Nigeria, de Paraguay y de Uganda y s�lo un poco por encima de Tanzania. Comparen la penuria tecnol�gica de esos pa�ses con la abundancia de recursos de nuestro parque gr�fico nacional, el salario de un periodista all� y aqu�, el raquitismo de sus empresas period�sticas con el gigantismo de las nuestras, y ver�n que ese resultado miserable no tiene explicaci�n econ�mica, sino cultural y humana. Para encontrar esa explicaci�n, se necesita mucho material de investigaci�n. Los debates de Comunique-se son un buen muestrario de la mentalidad de nuestras redacciones. Y �stas est�n repletas de Lanyis.
El problema del Sr. Lanyi no es s�lo de incultura, sino de una incultura presuntuosa. No es s�lo de inmadurez, sino de una inmadurez arrogante. No es s�lo de deshonestidad, sino de una total ausencia del sentido elemental de lo que est� bien y de lo que est� mal -- tiene una conciencia moral tan burda y disforme que cree que hace el bien en el acto mismo en que se pringa del mal, y cree estar luchando por la verdad en el mismo instante en que urde, con fragmentos de �sta, las mentiras m�s rebuscadas y los simulacros m�s artificiales.
Un poco de cada uno de esos rasgos aparece de manera tan n�tida en la orientaci�n del noticiario de los grandes peri�dicos, que no puedo atribuirlos a idiosincrasias personales de quien quiera que sea: parecen ser la marca de una generaci�n entera de periodistas brasile�os. Hay excepciones, claro est�, y, tal vez muchas, pero, en el panorama general, lo �nico que se atisba son Lanyis. Por eso el Sr. Lanyi proporciona materia para muchos libros: �l no es una individualidad -- es una muestra, un esp�cimen, el ejemplar casual de un fen�meno sociol�gico.
2. Muestra inicial del fen�meno
La �ndole de ese fen�meno ya se manifiesta, casi por completo, en el punto inicial de la pieza acusatoria que el Sr. Lanyi redact� con el objetivo declarado de acabar con mi reputaci�n. En ese p�rrafo interesant�simo, me acusa de recortar sus frases para cambiar el sentido de las mismas. As�, a la afirmaci�n �Arbex es de reconocida seriedad� le habr�a sido amputado un complemento esencial, transform�ndose, de la cr�tica que era, en una apolog�a servil:
�La frase que me convierte en un asno pelota del asno Arbex fue transcrita correctamente - pero, como dir�a un amigo, �s�lo hasta la p�gina tres�. Olavo de Carvalho comete una falta flagrante: suprime, de mala fe, mi frase siguiente, el complemento cr�tico a la actitud period�stica de Arbex. Es �sta: �Pero en periodismo...�. Una frase que tiene la fuerza de un �no�, de un �no acepto eso en periodismo�. Para quien no lo recuerde: PERO es una conjunci�n ADVERSATIVA. Un enunciado adversativo no alaba, sino que rechaza. Olavo de Carvalho oculta a su p�blico la proposici�n cuya relevancia... �No!... cuya OBLIGATORIEDAD para la comprensi�n de los hechos s�lo los embusteros aparentan ignorar. Es as�: con la frase, una cr�tica a Arbex; sin la frase, el peloteo cerril.�
Para salir de dudas, lo mejor es leer el fragmento original entero:
�Arbex es de reconocida seriedad. El problema � le contest�, con otras palabras -- es que, como todo individuo �comprometido�, tiende a interpretar los hechos para adaptarlos a la coherencia de su ideario. Algo que es comprensible. Pero en periodismo...�
Ah� termina el p�rrafo. El �pero� no viene inmediatamente despu�s de la afirmaci�n inicial, sino que est� separado de la misma por dos per�odos enteros, un de ellos, encima, con un inciso entre guiones. La afirmaci�n supuestamente alterada termina con un punto final y fue citada �ntegramente. Nada fue amputado, nada fue alterado, nada fue maquillado. El maquillaje fue colocado despu�s, en el sal�n de belleza �Lanyi Peluqueros�. No fui yo quien suprimi� una frase. Fue �l quien suprimi� dos, para dar la impresi�n de que la primera estaba unida directamente a la cuarta�
Pero las artes cosm�ticas de este ilustre se�or van un poco m�s all� del corte y peinado. Despu�s de las reticencias no hay ning�n �no acepto eso en periodismo�, frase que, si el Sr. Lanyi quiso escribir, no escribi�, y que ahora a�ade al texto original para dar la sensaci�n de que suprim� la idea que le corresponde. No, no suprim� nada: fue el Sr. Lanyi qui�n a�adi�. En el original, todo lo que hab�a despu�s de �pero en periodismo� eran reticencias. El Sr. Lanyi quiere darles ahora el valor de una negativa absoluta, de un rechazo categ�rico. �Podr�a ser que tuviesen, al menos veros�milmente, ese sentido? Est� claro que no. Porque el �pero� viene inmediatamente despu�s de la afirmaci�n, �sta s� categ�rica, de que la tendencia del Sr. Arbex a interpretar los hechos a gusto de su ideolog�a personal �es comprensible�. Pues bien, un defecto que acaba de ser reconocido como �comprensible� no puede, en la frase siguiente, ser condenado como �inaceptable�. Lo comprensible es, por definici�n, perdonable, cuando no tolerable. Lo inaceptable, por el contrario, es lo que por definici�n queda fuera de las reglas del juego, lo que no puede entrar en campo de ninguna manera, lo que no se admite ni se tolera bajo ninguna disculpa. Por consiguiente, si la postura del Sr. Lanyi ante los vicios ideol�gicos del periodismo del Sr. Arbex es de �comprensi�n�, no puede ser de rechazo categ�rico. En el texto original del Sr. Lanyi, la conjunci�n �pero� significaba, como mucho, una desaprobaci�n relativa, blanda y paternal. Jam�s el rechazo formal e integral de un �Eso no lo acepto.� (1) Esta frase, que el Sr. Lanyi a�ade ahora a su texto, no estaba all� ni materialmente ni idealmente. Ni estaba escrita ni estaba sobrentendida como intenci�n. El Sr. Lanyi se reescribe, se corrige, se modifica ex post facto para dar la impresi�n de que yo suprim� lo que en verdad �l a�adi�.
Bien, no me extra�a nada que haga eso. �l anunci�, expresamente, su prop�sito de destruir mi reputaci�n. Esa promesa es tan insensata en su motivaci�n, tan arriesgada y dificultosa en su ejecuci�n, tan vasta e implacable en su objetivo, tan desmedida en sus consecuencias, que no sorprende que, para realizarla, el difamador tenga que acabar recurriendo a este medio, desesperado y torpe donde los haya: falsear el sentido de su propio texto. Jurar que dijo lo que no dijo y que no dijo lo que dijo.
El Sr. Lanyi, dir� el lector, empez� bien. Pero lo restante, lo digo yo, es mejor.
3. Suposici�n en pro de la claridad
Supongamos, s�lo para una mayor claridad, que el Sr. Lanyi fuese sincero en la lectura que hace de s� mismo; que realmente quiso decir, con el �pero� y las reticencias, que el sesgo ideol�gico del periodismo arbexiano, en vez de �comprensible�, es �inaceptable�. �Qu� significa �inaceptable�? �Qu� significa �No acepto eso en el periodismo�? �No acepto eso en el periodismo� significa: eso est� fuera del periodismo, eso no cabe en el periodismo, eso no es periodismo -- y, si por acaso se presenta como tal, si lleva el marchamo de periodismo sin ser periodismo, entonces es pseudo-periodismo. Es un simulacro inferior del periodismo. Y, si eso es lo que el Sr. Lanyi piensa del Sr. Arbex, �qu� raz�n tiene para proclamar que es un hombre �de reconocida seriedad� y, m�s adelante, �un gran periodista, sin duda�? (2) �C�mo lo que en periodismo es inaceptable puede ser, al mismo tiempo, gran periodismo?
La lectura retroactiva, el maquillaje sem�ntico que el Sr. Lanyi efect�a en su propio texto lo convierte en manifiestamente absurdo. Hace de �l una proclamaci�n de la respetable seriedad de lo inaceptable, una apolog�a del pseudo-periodismo.
Entonces, una de dos: o el Sr. Lanyi piensa algo absurdo del Sr. Arbex, y de ese absurdo inicial deduce consecuencias no menos absurdas, o, por el contrario, el pensamiento inicial era coherente y el absurdo fue introducido despu�s, por involuntario error de l�gica, en el curso del maquillaje destinado a proporcionar una apariencia de verosimilitud a la falsa acusaci�n de que mutil� su frase.
Ya que al Sr. Lanyi le gusta el lat�n, tertium non datur. En la primera hip�tesis, �l es un imb�cil recitando a voleo palabras sin sentido. En la segunda, un candidato a bellaco manipulando simulacros de pruebas que, lamentablemente, fallan y denuncian su propio fraude.
�Quieren saber por cu�l de las dos apuesto? S�lo se lo dir� en el pr�ximo cap�tulo...
Notas
(1) La breve lecci�n de gram�tica, que el pedantismo del Sr. Lanyi ha tenido a bien restregarle por la cara al lector, est� completamente equivocada: las conjunciones adversativas raramente manifiestan la negaci�n total de lo que acaba de ser afirmado, sino s�lo, en general, su atenuaci�n o especificaci�n. Por ejemplo: �Lanyi es listo, pero no mucho.� Si todo enunciado adversativo rechazase categ�ricamente la afirmaci�n anterior, todo per�odo con conjunci�n adversativa ser�a una proposici�n auto-contradictoria, lo que s�lo sucede en la gram�tica met�dica de Jos� Paulo Lanyi.
(2) Transcripci�n completa: �Arbex es un gran periodista, sin duda. Pero, como todos los que �militan�, sujeto a las intemperies del ideal.� Nuevamente, aqu�, la actitud es de comprensi�n tolerante y no de rechazo categ�rico: el sesgo ideol�gico del Sr. Arbex no es catalogado como defecto capaz de impugnar la alta calidad de su periodismo, sino que es explicado como efecto, m�s que tolerable, meritorio, de una noble cualidad humana: el idealismo. Si hab�a ah� una cr�tica, era la cr�tica parcial y c�mplice de un admirador, jam�s la de un juez severo que proclama: �Eso no lo acepto.�