El sue�o de Saramago
Olavo de Carvalho
O Globo, 19 de abril de 2003
Al Sr. Jos� Saramago, que es casi tan inteligente como parece, le ha costado cuatro d�cadas descubrir que Fidel Castro es una mala persona. El Sr. Luiz In�cio, que no parece nada inteligente y que lo es tanto como parece, tal vez tarde algunos meses m�s, a no ser que se vea en las mismas circunstancias que han llevado al escritor portugu�s a esa deprimente conclusi�n. Lo que ha pasado es que, despu�s de haber so�ado durante todo ese tiempo con el dictador cubano, haciendo de �l el h�roe de no s� cu�ntas epopeyas libertarias, una buena ma�ana el novelista se despert� con la extra�a sensaci�n de que el l�mite de su amable condescendencia con el homicidio en masa hab�a sido sobrepasado. Fusilar a diecisiete mil personas estaba bien, era decente, no ofend�a la moral ni las buenas costumbres. Pero diecisiete mil y tres, �por favor! Era como para quitar el sue�o a cualquier dormil�n. Impresionado por la triple excrecencia, Saramago finalmente se ha despertado, y se ha despertado enfadado, acusando a Fidel de haber estropeado sus sue�os.
Es verdad que en �pocas anteriores el sue�o del Nobel portugu�s hab�a resistido inc�lume ante dosis mucho mayores de truculencias. Todo el mundo lus�fono le oy� roncar mientras Stalin mataba a veinte millones de rusos, Mao a sesenta millones de chinos y Pol-Pot a dos millones de camboyanos. Pero esa aparente paradoja tiene una explicaci�n fisiol�gica: los j�venes duermen mejor que los viejos, y el Sr. Saramago, aunque nadie jam�s lo hubiese sospechado, fue joven antes de llegar a la edad senil.
Pero, ahora que ha visto la luz, ya no tiene c�mo negar esta verdad fundamental: 16.999 es poco, 17.000 est� bien, 17.003 ya es demasiado. No lo ignora ni siquiera el PPS, esa entidad camale�nica que pens� que pod�a barrer su pasado y esconderlo debajo de la alfombra junto con su antigua denominaci�n de �Partido Comunista Brasile�o�. En un acto de extraordinaria audacia, dicha agremiaci�n ha enviado un telegrama a Fidel, protestando contra la tremenda metedura de pata de pegar tres tiros extra, precisamente cuando el sue�o iba llegando a aquella parte en la que los americanos perd�an la guerra contra los medios de comunicaci�n.
Es tan evidente la m�xima arriba mencionada, que hasta los �tucanes�, tan refractarios a darse cuenta de lo que sea, ya han dado se�ales de admitir su veracidad. El senador Romero Juc� (PSDB-RR) lleg� a pedir al presidente Luiz In�cio Lula da Silva que, con motivo de los fusilamientos extempor�neos, condene a Fidel Castro a la pena m�xima: ser privado de churrascos en la �Granja do Torto�. El gobierno cubano no est� de acuerdo con el rigor inclemente del castigo y va a protestar ante la ONU.
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El ministro iraqu� de Informaci�n se ha convertido en un �dolo en Occidente gracias a su talento de negar la realidad patente con una fe, un entusiasmo y una elocuencia admirables, desconcertando a los telespectadores con un variado abanico de fanfarronadas hiperb�licas y con la m�s rebuscada colecci�n de insultos de la oratoria universal. Su creciente c�rculo de fans ha llegado a dedicarle un site en internet, que lleva por t�tulo �Nosotros amamos al ministro iraqu� de informaci�n� (www.welovetheiraqianinformationminister.com).
Pero debo recordar a los lectores que ante todo est� la patria. El justo aplauso a �Baghdad Bob� no tiene que inducirnos a menospreciar los valores nacionales. En materia de anti-realidad y de apolog�a de lo indefendible, los brasile�os no tienen nada que envidiar de los iraqu�es: si ellos tienen a Mohammed al-Sahaf, nosotros tenemos al Doctor Emir Sader. En un art�culo recientemente publicado, ha echado a los malditos americanos la culpa de los fusilamientos en La Habana y ha explicado que el famoso �atolladero�, prometido a las tropas invasoras en Irak, no lleg� a ser observado all� s�lo porque se desplaz� a Cuba, donde espera a los infieles para ahogarles en lodo e ignominia. En la misma tacada reconoc�a �l que, al contrario de lo que podr�a desprenderse err�neamente de la reacci�n de sorpresa del Sr. Saramago, los fusilamientos sumarios en Cuba no son una novedad sino un h�bito consolidado � y aprovechaba para entonar por ello las m�s altas alabanzas a un gobernante que, m�s que fiel, ha sido fidel�simo a los principios revolucionarios. Ante un fen�meno de tal magnitud, estoy preparando ya la instalaci�n del site �Nosotros amamos al Doctor Emir Sader�.
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La tesis de la convergencia de los totalitarismos nazi y comunista en la �tercera v�a� radical-isl�mica, que vengo exponiendo desde hace tiempo, acaba de brotar tambi�n, sin diferencias substanciales, en los cerebros de Andr� Glucksmann y de Marshall Berman. Berman reconoce adem�s el car�cter destructivo y enga�oso de los movimientos socialistas �por la paz�. En los a�os 30, dice, fue la izquierda pacifista la que impidi� el rearme de Francia e hizo las cosas tremendamente m�s f�ciles para Adolf Hitler. El mismo argumento fue presentado por nuestro Gustavo Cor��o en �El siglo de la nada� (1973) y le vali� una tonelada de chacotas infames.
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He recibido cartas furibundas, que me acusan de malvado por crisparme ante �meras amenazas�. Mera amenaza � una s�lo � fue lo que recibi� cierta vez por e-mail el Sr. Aloysio Mercadante, armando un foll�n de mil diablos y pidiendo protecci�n a la Polic�a Federal, sin que ni una sola voz se alzase para criticarle por defender sus derechos.
Amenazar, est� claro, ya es delito. Recibo centenares de amenazas y no hago caso. Pero el que coloc� el mensaje en el �Centro de M�dia Independente� (CPI) fue mucho m�s all�, cometiendo toda una serie de delitos grav�simos, entre los cuales la incitaci�n al crimen, la apolog�a del crimen y del racismo (�camarilla nazi-sionista�), adem�s, evidentemente, de la pr�ctica del anonimato, que lesa la propia Constituci�n Federal. �Deber�a yo colaborar con la ocultaci�n de esas lindezas? Pero hay que avisar que la p�gina www.comunismo.com.br no ha tenido la m�s m�nima culpa de lo ocurrido. Un sujeto con mala uva copi� el mensaje asesino del CMI y lo coloc� all�. El gerente del site ya ha quitado de �l esa porquer�a (cosa que el CMI no ha hecho hasta ahora) y se ha brindado a entregarme la direcci�n electr�nica del culpable.