�tica de ladrones
Olavo de Carvalho
Jornal da Tarde, 27 de marzo de 2003
Robo es la substracci�n no consentida de la propiedad ajena. Esa definici�n, universalmente aceptada, presupone que la propiedad obtenida mediante compra, herencia, donaci�n o hallazgo sin due�o es leg�tima en s� misma. La propiedad existi� mucho antes de que existiese el Estado, y cuando �ste surgi� lo hizo como garante de la propiedad, en el sentido preexistente. Ninguna sociedad humana, antes del socialismo, desconoci� o impugn� la propiedad entendida de ese modo. Su reconocimiento es tan universal, que no es exagerado suponer que constituya un instinto humano fundamental.
La �tica socialista, por el contrario, sostiene que la propiedad s�lo es leg�tima como concesi�n del Estado, lo cual significa que es ileg�tima en s� misma y que s�lo se vuelve leg�tima per accidens. Tomar la propiedad sin consentimiento, por tanto, no es ileg�timo en s� mismo y s�lo se vuelve ileg�timo per accidens cuando el Estado no legitima su traspaso del expoliado al expoliador.
La conclusi�n es ineludible: el socialismo es, en esencia, una �tica de ladrones.
Pero, para los socialistas, los que eran ladrones, antes del Estado socialista, eran todos los propietarios. Dicho de otro modo, la estructura humana que fundamenta el derecho de propiedad es esencialmente mala y corrupta, y tiene que ser substituida por una nueva estructura que s�lo el Estado socialista puede crear.
Esa nueva estructura presupone la supresi�n de todas las propiedades preexistentes y su redistribuci�n a cargo del Estado socialista. Lo que era propiedad se convierte en robo, lo que era robo se convierte en propiedad.
�Pero en qu� consist�a, substancialmente, el crimen de los propietarios? Su crimen era usurpar las prerrogativas de un Estado que todav�a no exist�a: eran culpados de no haber inventado las doctrinas socialistas.
As� pues, los que desde el punto de vista de la estructura humana eran apologistas del robo puro y simple se convierten, desde su propio punto de vista, en los primeros ejemplares honestos de la especie humana, en los iniciadores de la primera y �nica sociedad justa.
Este razonamiento es tan rebuscado y artificioso, que quienes lo adoptan acaban enmara��ndose en contradicciones sin fin - y no me refiero s�lo a contradicciones l�gicas, sino tambi�n existenciales: contradicciones que no s�lo invalidan el pensamiento, sino que someten la acci�n a un cortocircuito que la neutraliza y la esteriliza por completo, si es que no la convierte en generadora de desgracias.
Ejemplo de ello es la doble actitud del gobierno Lula en lo referente a los derechos de propiedad: por un lado, quiere dar escritura definitiva a los ocupantes de terrenos en los cerros de Rio; por otro, quiere permitir las invasiones de tierras en el campo.