Destino fijado

Olavo de Carvalho

Zero Hora, 26 de enero de 2003

 

 

El 22 de diciembre del a�o pasado, O Globo ya informaba que, seg�n los dirigentes del Forum Social Mundial, no ser�an aceptados en la mesa de debates s�lo �los partidos pol�ticos de centro y de derecha�.

 

Maria Lu�za Mendon�a, de la �Red Social de Justicia�, una de las organizaciones que promueven el encuentro, fue bastante expl�cita en las declaraciones que hizo al peri�dico. El Forum, dijo ella, no iba a tener por finalidad la discusi�n de ideas. Consolidada ya la unanimidad anti-liberal de sus participantes, �ha llegado el momento de discutir las estrategias de acci�n�. �Acci�n contra qui�n? Contra el �neoliberalismo�, por tanto contra esos mismos partidos de centro y de derecha excluidos del debate.

 

El Forum, en suma, ha dejado de ser s�lo un dispendioso circo publicitario para intentar ser una coordinaci�n estrat�gica de la izquierda internacional, el equivalente global de lo que el Foro de S�o Paulo representa a nivel de Am�rica Latina.

 

Ahora bien, �qu� significa todo eso sino que se trata de una iniciativa unilateralmente, sectariamente partidista? �Y desde cu�ndo un gobierno instituido puede subsidiar iniciativas de ese g�nero sin cometer crimen electoral?

 

Que los subsidios del gobierno gaucho ayudasen a financiar una cosa de �sas, en tiempo de Ol�vio Dutra, ya era inmoral e ilegal, pero pol�ticamente comprensible. Que el Banco do Brasil y la Petrobr�s inviertan en eso 800 mil d�lares en el instante mismo en que el gobierno federal anuncia que hay que apretarse el cintur�n para d�rselo todo a los pobres, es de una indecencia magn�fica, pero estrat�gicamente tiene sentido. Sin embargo, que el gobierno del Sr. Germano Rigotto ponga las propiedades del Estado a disposici�n de una maquinaci�n concebida para marginar al mismo partido que lo eligi�, es la prueba de que el centro-derecha ha perdido los �ltimos escr�pulos e incluso el resto de instinto de supervivencia que le inhib�a de colaborar descaradamente con los que hab�an jurado destruirlo. Cuando se llega a ese punto, ya no es posible ninguna resistencia organizada al ascenso del comunismo.

 

El destino de Brasil est� fijado. Nada, excepto un milagro, puede hacer cambiar la transformaci�n de este pa�s en la nueva Meca del comunismo internacional, en la tierra prometida en la que se consumar�, seg�n la profec�a de Fidel Castro, la recuperaci�n de todo lo que el movimiento pol�tico m�s destructivo y m�s criminal de todos los tiempos perdi� en el Este Europeo.

 

Pero ese milagro no suceder�. Nunca, en los anales de lo maravilloso y de lo divino, ha habido constancia de un milagro salvador obrado en beneficio de los que rezaban para que no aconteciese.

 

Los mismos que, con palabras, impugnan ese diagn�stico como exagerado se dedican a confirmar la exactitud del mismo mediante su conducta. Pues, si estuviesen tan tranquilos como fingen estarlo, si no viesen c�mo, d�a a d�a, la izquierda totalitaria ocupa todos los espacios y margina a todos los rivales, �por qu� iban a darse tanta prisa en mostrarle su dedicaci�n, abdicando voluntariamente del derecho de hacerle seriamente oposici�n y retribuyendo cada nueva agresi�n con nuevos halagos, cada nueva expresi�n de desprecio con redobladas manifestaciones de servilismo?

 

Muchos cuentan con la esperanza de que el gobierno petista, por ineptitud, se destruya a s� mismo. Eso probablemente va a suceder. Pero, una vez desmantelados el centro y la derecha, �qui�n, sino la izquierda m�s radical e intolerante puede salir ganando con el descr�dito del presidente? �Qui�n, sino los revolucionarios expl�citos y descarados, ocupar� el vac�o dejado por los impl�citos y camuflados?

 

Aqu�llos que apuestan por el auto-descr�dito del petismo federal se olvidan de que, en la estrategia cl�sica de las revoluciones comunistas, la �nica utilidad de un gobierno de transici�n es precisamente desacreditarse, ser superado, abrir paso, por medio del auto-sacrificio voluntario, a los �aut�nticos revolucionarios�. Que, en la complejidad de las circunstancias, haya necesidad de sucesivos gobiernos de transici�n, desviando cada uno de ellos el fiel de la balanza un poquito m�s hacia la izquierda, paso a paso, hasta el desenlace fatal, tampoco es ninguna novedad. La estrategia gramsciana exige expl�citamente eso, con la lentitud premeditada que la caracteriza. Todos los gobiernos desde el fin del r�gimen militar han sido, en ese sentido, reg�menes de transici�n, adoptando cada uno de ellos medidas pro-capitalistas que pasaban como el viento, al mismo tiempo que consolidaban cambios duraderos cada vez m�s favorables a la izquierda en la esfera pol�tica, cultural, moral, educativa, etc. La pol�tica econ�mica de Fernando Collor de Mello pas�. Pero la extinci�n del SNI fue definitiva. El presunto �neoliberalismo� de FHC ha pasado. Pero la educaci�n marxista en las escuelas contin�a, las indemnizaciones a terroristas contin�an, el desmantelamiento de las Fuerzas Armadas contin�a, la tolerancia con el crimen contin�a. Y los partidos de centro y derecha jam�s se recuperar�n de su condici�n de esclavos de la hegemon�a izquierdista, a la que han sido reducidos por la h�bil manipulaci�n gramsciana de un presidente que, premeditadamente, m�s fiel a sus or�genes que a las alianzas ocasionales, trabaj� para la victoria de su adversario nominal. Si Lula empuja la situaci�n un poco m�s hacia la izquierda, poco importa que salga desacreditado por el fracaso en la pol�tica econ�mica, en el combate a la pobreza, etc. Su misi�n habr� sido cumplida y �l tendr� una conciencia tan tranquila como la del propio FHC. La l�gica de los gobiernos de transici�n es precisamente �sa: el que pierde gana.

 

 

***

 

A esta altura, no s� si el f�sico cubano Juan Jos� L�pez Linares habr� conseguido el �xito o el fracaso en su intento quijotesco de hacerse o�r en el Forum Social Mundial respecto al caso de su hijo menor de edad, retenido en Cuba por el piadoso gobierno de Fidel Castro.

 

Lo que s� s� es que, cuando las cosas llegan hasta ese punto, cuando el padre de la v�ctima tiene que ir directamente al entorno del verdugo para pedir clemencia, como Rigoletto entre los raptores de Gilda, es porque todos los que deber�an ayudarle le han abandonado.

 

No todos, es verdad. El Instituto Liberal de Rio Grande, que patrocina esa peregrinaci�n de un desesperado, es su �ltimo y �nico verdadero amigo.

 

Los dem�s, los medios de comunicaci�n brasile�os, la intelectualidad y los pol�ticos, todos han hecho lo posible por evitar que el caso L�pez Linares se transforme en un nuevo episodio Eli�n Gonz�lez, manchando la imagen del r�gimen fidelista, cuya preservaci�n est� por encima de la moral y de los derechos humanos. Son sacerdotes del mal, unidos en un ritual de salvaci�n de las apariencias por medio del sacrificio de un inocente.