Una noticia y una advertencia
Olavo
de Carvalho
O Globo, 4 de enero de 2003
En ning�n otro punto del universo los hilos del entramado
revolucionario mundial aparecen hoy con tanta nitidez como en Am�rica
Latina. Pero son visibles solamente para los observadores que tomen la
iniciativa de investigar por s� mismos, utilizando los recursos que
internet� pone a su disposici�n.
La noticia m�s reveladora de los �ltimos tiempos, en ese aspecto,
est� ausente de los medios de comunicaci�n brasile�os: Hugo Ch�vez
envi� una ayuda de un mill�n de d�lares a Al-Qaeda
pocos d�as despu�s del 11 de septiembre de 2001.
La informaci�n proviene de la fuente m�s directa que cabe exigir: el
mism�simo agente encargado de la operaci�n, Juan D�az Castillo, mayor
de la Fuerza A�rea venezolana y, en aquella �poca, piloto del avi�n
presidencial de Hugo Ch�vez.
La confesi�n detallada est� en
http://www.militaresdemocraticos.com/en/. No puedo reproducirla
por entero en este breve espacio - fruto de la generosa valent�a de la
direcci�n de O Globo - del
cual tengo el deber de aprovechar cada cent�metro para contrarrestar,
en la pobre medida de mis fuerzas, el millonario y casi omnipotente
sistema nacional de desinformaci�n. No les pido, lectores, que crean
en m�. Compru�benlo. Salgan de dudas escribiendo personalmente a
Castillo, [email protected].
Este
site
es de los militares venezolanos de la oposici�n. En �l podr�n ustedes
enterarse tambi�n de que Ch�vez suministra armas a las
Farc y de que ha entregado a terroristas
isl�micos y a agentes de la DGI (polic�a secreta cubana) puestos
decisivos en el esquema montado para sofocar la huelga que amenaza
derribarle.
Castillo, que admite haber sido leal a Ch�vez durante cierto tiempo,
ha llegado esta semana a EUA, exilado, tras escapar de un atentado
contra su vida el 21 de diciembre.
La prepotencia de los periodistas de izquierda considera l�cito
escamotearles a ustedes noticias de esa envergadura, para eternizarles
en la rosada ilusi�n electoral de un momento de insensatez colectiva.
Pero esa ilusi�n, ya en el estreno del nuevo gobierno, empieza a
hacerse a�icos y no s�lo por ese lado. El nombramiento del Sr.
Luiz Eduardo
Soares para la Secretar�a Nacional de
Seguridad P�blica basta para mostrar qu� tipo de "combate a la
criminalidad" cabe esperar de las autoridades federales en los
pr�ximos a�os.
Si no conocen al Sr. Soares, no saben lo
que se est�n perdiendo.
Intelectualmente, como demostr� en
El Imb�cil Colectivo II, es
un hombre que finge erudici�n citando a autores que no ha le�do y pega
r�tulos ideol�gicos en personas de las que lo ignora todo. Es el
t�pico semi-intelectual latinoamericano,
una cabeza tan vac�a de cultura genuina como repleta de t�picos
insultantes que se cree que son "categor�as de pensamiento".
Nadie m�s representativo, pues, de la mentalidad del nuevo gobierno.
Moralmente, es a�n m�s interesante. Por si no se acuerdan: es aquel
mismo subsecretario de la Seguridad carioca que, conociendo el
paradero de Marcinho VP, traficante y
asesino buscado por la polic�a, y sabiendo que ese bandido estaba
forajido con el apoyo financiero del cineasta
Jo�o Moreira Sales, ocult� a las
autoridades ambas informaciones.
No explic� por qu� hizo eso. Despedido por el gobernador Anthony
Garotinho, se limit� a salir disparando,
esparciendo recriminaciones contra la "Banda Podrida" --
como si una podredumbre justificase otra -- y a viajar a EUA, donde,
en una de esas universidades super-llenas
de amigos del terrorismo internacional, fue a brillar como h�roe de
una causa que, en su imaginaci�n, es de una nobleza sin par.
Quien, en contraste con el silencio del Sr.
Soares, acab� y�ndose de la lengua, fue
Jo�o Moreira Sales.
Marcinho VP, dijo �l en aquella �poca,
merec�a ayuda porque quer�a ir a M�xico a dedicarse al respetabil�simo
prop�sito de entrenar a la guerrilla con el Frente
Zapatista -- y, conforme la polic�a revel�
despu�s, as� lo hizo.
A an�logo pretexto recurrieron los miembros de la elite izquierdista
que protegieron a los secuestradores de
Ab�lio Diniz.
Inmediatamente despu�s de filtrarse el secreto de que �stos eran
agentes armados del Partido Comunista chileno, aquellas personas
maravillosas trataron de camuflar la conexi�n comprometedora,
ostentando un repentino desprecio hacia sus protegidos de la v�spera
con el alegato de que eran bandidos comunes, infieles al Partido, que
no mataban y secuestraban por una causa sino por dinero. Un camuflaje
al rev�s, que revelaba la intenci�n de imponer al p�blico, por encima
del respeto a las leyes, una nueva escala de valores en la que la
gravedad del crimen contase menos que la ideolog�a de sus
beneficiarios.
Pero, si esa misma "moral" fue la justificativa �ntima con
la que Jo�o Moreira Sales legitim� la
ocultaci�n de un criminal, �qu� otro alegato habr�a para justificar, a
los ojos del Sr. Soares, la ocultaci�n de
la ocultaci�n?
S�lo hay tres hip�tesis. Primera, desinter�s y
comodismo: el Sr.
Soares pens� que el caso no era de su
cuenta. Segunda, alg�n motivo ego�sta: dinero, intercambio de favores.
Tercera, una opci�n ideol�gica: el Sr.
Soares crey� que la transformaci�n de un
delincuente com�n en terrorista y guerrillero era una alta empresa
moral a la que deb�a prestar su apoyo.
El Sr. Soares considerar�a las dos
primeras hip�tesis abominables. Hombre fino, metido a intelectual,
jam�s caer�a en la trampa de proteger a un "bandido com�n",
despreciable desde el punto de vista revolucionario. Al que tal vez �l
considere merecedor de protecci�n es al bandido adoctrinado, entrenado
y armado para matar al servicio de una causa pol�tica que es la suya.
Coincidentemente, la misma del Ej�rcito
Zapatista, de Hugo Ch�vez, de Fidel Castro
y de las Farc.
La presencia del Sr. Soares en la
Secretar�a Nacional de Seguridad P�blica es, pues, una promesa de que
los buenos d�as de la criminalidad vulgar est�n contados: el lugar del
bandido sin ideolog�a es la c�rcel. El de los otros, ni me atrevo a
preguntarlo. �M�xico, quiz�? No lo creo. �Quien ir�a tan lejos,
pudiendo adiestrarse aqu� mismo, con los especialistas de las
Farc contratados para poner a punto el
nivel t�cnico de la violencia en las chabolas cariocas?