Rendimiento de cuentas

Olavo de Carvalho

O Globo, 14 de diciembre de 2002

 

 

Algunos lectores protestan del aluvi�n de art�culos pol�ticos con que he inundado este espacio y me piden m�s trabajo filos�fico. Les contesto que s�lo escribo sobre determinados asuntos porque nadie m�s quiere hablar de ellos y que, en ese �nterin, no he abandonado de ning�n modo mis tareas filos�ficas, nunca tan intensas como ahora. Pero creo que debo rendir cuentas a todos los que me est�n reclamando.

 

Mis cursos han estado dedicados �ltimamente al problema de la auto-referencia en la filosof�a moderna. Auto-referencia es lo que una proposici�n dice sobre s� misma, como por ejemplo en la c�lebre �paradoja del mentiroso�. Si el mentiroso afirma: �soy mentiroso�, �dice la verdad o miente? Si dice la verdad, no es mentiroso. Si miente, tampoco. Pero �c�mo puede no ser mentiroso en el acto mismo de mentir? Por ah� va la cosa.

 

Como problema de l�gica formal, se trata s�lo de una diversi�n. Pero la auto-referencia tambi�n puede tener un sentido real, existencial, cuando la situaci�n objetiva en que una proposici�n es enunciada confirma o desmiente su veracidad. Ah� la cosa se pone seria. Cuando un preso pol�tico alega que vive bajo una dictadura, su situaci�n confirma lo que dice. Pero, cuando el Sr. Istv�n M�sz�ros declara que el capitalismo es totalitario porque obliga a todo el mundo a producir o morir, su condici�n de acad�mico liberado de la producci�n para poder entregarse a tareas intelectuales es un flagrante desmentido de su afirmaci�n. No lo ser�a si �l fuese el �nico en esas condiciones. Pero ning�n sistema econ�mico ha liberado a tanta gente de la producci�n material como el capitalismo, que ha creado la m�s numerosa clase ociosa de todos los tiempos, buena parte de la cual patrocinada para dedicarse a la actividad sumamente lujosa de escribir contra el patrocinador.

 

La conclusi�n obvia es que el Sr. M�sz�ros, al escribir mil p�ginas sobre la condici�n socioecon�mica de los dem�s (Para Al�m do Capital, Boitempo-Unicamp), no ten�a la menor conciencia de su propia condici�n socioecon�mica, tan significativa, no obstante, de cara a su argumentaci�n. Llamo a eso paralaje conceptual: el desplazamiento que hay entre el eje visual del individuo real y el de la perspectiva que, como creador de teor�as, proyecta sobre lo que escribe. Una teor�a concebida as� es puramente ficcional, en el sentido estricto del t�rmino. Es la expresi�n formal de una posibilidad l�gica cuyo simple enunciado verbal prueba que no se ha realizado. Teor�as como �sa s�lo pueden ser contempladas como obras de arte, con esa suspension of disbelief que Colerigde exig�a al lector de literatura de ficci�n. Son in�tiles como descripciones de la realidad y nos transportan a un universo inventado que a veces tiene una fuerza persuasiva superior a la de la descripci�n de la realidad.

 

En el ejemplo citado, no se trata de un mero argumentum ad hominem, ni de acusar al Sr. M�sz�ros de hipocres�a. Se trata de enfocar sus ideas a la luz del nexo que el propio marxismo, que las fundamenta, dice existir entre las ideas y la condici�n social de los hombres.

 

En mis clases he demostrado, mediante la aplicaci�n meticulosa del criterio de auto-referencia existencial, la estructura n�tidamente ficcional de las filosof�as de Maquiavelo, Descartes, Locke, Hobbes, Hume, Kant, Hegel, y Marx, as� como de las teor�as neopragmatistas, relativistas y deconstruccionistas. El resultado es, para los entusiastas de esas filosof�as, un tanto deprimente. El contenido de las clases est� documentado en transcripciones y apuntes. Es lo suficientemente voluminoso como para que su publicaci�n en un libro constituya un proyecto complicado y su transposici�n a estos art�culos una total imposibilidad.

 

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Lula y Bush unidos por un apret�n de manos ostensiblemente mas�nico deber�an ser suficientes para mostrar a nuestras clases parlantes que hay m�s cosas entre el cielo y la tierra de lo que se imagina su vana ideolog�a. La Masoner�a, como he explicado en El jard�n de las aflicciones, no tiene partido: intenta ocupar en el mundo de hoy la funci�n de poder arbitral que la Iglesia desempe�� en la Edad Media. El tener que hacerlo en contra de la Iglesia o con ella constituye el mayor problema de la historia moderna, cosa que pasa a leguas del horizonte medio de la intelectualidad brasile�a. La cuesti�n es complicada y no cabr�a en este espacio ni siquiera un resumen.

 

Independientemente del juicio que la Masoner�a le pueda merecer al lector, el v�nculo mas�nico, superior a las filiaciones ideol�gico-partidistas, es una garant�a de que los dos presidentes intentar�n ser sinceros y serviciales el uno con el otro. Es la peor noticia que la izquierda nacional pod�a esperar. Pero que los dem�s no se queden muy entusiasmadillos. Sigue estando sin resolver la ecuaci�n-Lula que he planteado en los art�culos anteriores. El famoso �compromiso de Lula con la democracia� dejaba en el aire, hasta ahora, la definici�n de democracia ah� sobrentendida (�cubana? �venezolana?). Al reafirmar el compromiso junto con Bush, Lula deja claro que se trata del modelo americano de democracia, a fin de cuentas el �nico real. �C�mo conciliar eso con otros compromisos firmados recientemente por el presidente electo? En efecto, hay una guerra contra EUA, y el Foro de S�o Paulo, fundado por Lula y financiado por las Farc, es el Cuartel General del anti-americanismo del continente. En la actualidad, el p�blico brasile�o piensa mediante eufemismos, pero �habr� un eufemismo capaz de encubrir indefinidamente una contradicci�n tan explosiva?

 

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Un indecente silencio rodea el centenario de Pedro Calmon, uno de nuestros mejores historiadores. Calmon, Rector de la entonces Universidad de Brasil, nunca hizo ning�n da�o a los izquierdistas: entr� en la lista negra por el mero hecho de no ser uno de ellos.

 

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Bruno Tolentino estar� firmando ejemplares de El mundo como idea, el lunes, a las 19,00 hs., en la librer�a del Museo de la Rep�blica. El autor es amigo m�o y la editorial es la Globo. Pero no aludo aqu� a este lanzamiento a favor de ellos, sino en provecho del lector, que no debe perderse el mejor libro brasile�o del a�o.