Lula y Lulas
Olavo de Carvalho
O Globo, 2 de noviembre de 2002
"A distinguir me paro
las
voces de los ecos,
y
escucho solamente,
entre
las voces, una."
(Antonio Machado)
El Lula que los brasile�os han elegido no es el mismo que hace doce
a�os fund� y desde entonces lidera el Foro de
S�o Paulo, entidad creada para coordinar
las acciones legales e ilegales del movimiento comunista en el
continente, que tiene entre sus fuentes de financiaci�n el
narcotr�fico de las Farc y los secuestros
del MIR chileno.
El Lula del Foro no ha muerto, ni mucho menos se ha transmutado en
otra cosa al t�rmino de una larga evoluci�n interior. Todav�a en el
mes de diciembre de 2001 firm� un compromiso de solidaridad con las
Farc, demostrando que segu�a siendo el
mismo de siempre -- y no puede haber cambiado tanto en tan poco
tiempo.
Lo que pasa es que sencillamente �l desapareci�, arrebatado del
horizonte visible por el silencio de los medios de comunicaci�n, por
la omisi�n cobarde o c�mplice de sus oponentes y, �ltimamente, por la
decisiva intervenci�n censuradora del Superior Tribunal Electoral.
En su lugar ha aparecido un ente de ficci�n, creado por las artes
publicitarias de Duda Mendon�a, lanzado al
mercado bajo el lema "Luli�a Paz y
Amor" e impuesto a los consumidores por el vocer�o incesante de
miles de chicos-propaganda reclutados en todas las elites
intelectuales, art�sticas, pol�ticas y empresariales del pa�s -- y
algunas del exterior.
As� se ha producido esa curiosa inversi�n de perspectivas, tal vez el
fen�meno m�s extra�o de psicolog�a social de toda la historia
nacional: aunque la existencia de uno de esos Lulas est� atestiguada
por documentos firmados de su pu�o y letra, y la del otro consista
solamente en la proyecci�n de sue�os, deseos y esperanzas, s�lo este
�ltimo es admitido como real, y quienquiera que mencione al otro se
convierte en sospechoso de paranoia o de embuste perverso.
Jam�s la leyenda reiterada ha gozado de un primado tan absoluto sobre
la verdad patente.
Lejos de m� la pretensi�n de explicar en pocas l�neas tan portentoso
fen�meno. Pero no cabe la menor duda de que al menos una parte de la
fuerza imperiosa de la leyenda proviene, precisamente, de la
multiplicidad heterog�nea de las aspiraciones que la han creado.
�stas, al proceder de muchos y muy variados �ngulos, y al
contradecirse unas a otras, dan al personaje una densidad, una
tridimensionalidad que lo hacen
hipn�ticamente veros�mil.
A los hombres del Foro les sirve de careta para encubrir, bajo
facciones simp�ticas y risue�as, el rostro hediondo de una estrategia
que incluye la penetraci�n de las Farc en
el territorio nacional, el deterioro de nuestra sociedad mediante la
inyecci�n anual en ella de 200 toneladas de coca�na colombiana y la
financiaci�n de la revoluci�n continental con el dinero de brasile�os
secuestrados.
Los l�deres pol�ticos tradicionales, en cambio, se apegan a la imagen
del sue�o porque esperan atrapar en ella al hombre de carne y hueso,
oblig�ndolo a transformarse en lo que finge ser, m�s o menos como los
empleados del rico loco de la obra "Enrique IV" de
Pirandello, que, al ser forzados
continuamente a representar el papel de la servidumbre del rey, al
final ya no lograban creer que eran otra cosa.
Similar esperanza anima a los banqueros internacionales e incluso al
propio gobierno americano, con la diferencia de que �stos tienen mucho
m�s dinero para financiar, si fuese necesario, la transfiguraci�n de
la leyenda en realidad.
A la
intelligentzia
izquierdista internacional encastillada en la ONU y en los grandes
medios de comunicaci�n de Nueva York y
Par�s, no le importa nada que el Lula presidente sea el antiguo o el
nuevo: cualquiera de los dos sirve para reforzar el bloque mundial
anti-americano y
anti- israel�, aunque, sin lugar a dudas,
"Luli�a Paz y Amor" hace eso con
mucha mayor delicadeza que Arafat o Hugo
Ch�vez.
Al actual presidente, que en la transici�n al socialismo siempre pas�
alegremente del papel de freno al de acelerador y viceversa, la
elecci�n de Lula le sirve como prueba retroactiva de que en el fondo
ha sido �l, FHC, el autor de todo, como tambi�n ser�a el autor de lo
contrario si sucediese lo contrario.
Por m�s absurda que sea, una leyenda creada en el punto de
convergencia de tantos intereses heterog�neos es, en realidad,
imposible de refutar. Es m�s fuerte que la realidad. "Luli�a
Paz y Amor" es, en todos los aspectos, invencible.
S�lo hay un problema: es invencible porque no existe. Ni existe ni
puede llegar a existir. La
creatura publicitaria de Duda
Mendon�a puede al mismo tiempo rebajar los
impuestos y subir los salarios, vaciar las arcas del Estado con el
pago de las deudas y rellenarlas con el ahorro interno, dar todas las
tierras al MST sin menoscabo alguno de la propiedad privada, imponer
la uniformidad cultural sin suprimir el pluralismo democr�tico,
combatir el narcotr�fico sin fastidiar
a sus queridas
Farc, alinearse con Castro y Ch�vez
permaneciendo amigo de los
EUA. "Luli�a Paz y Amor" puede.
Lu�s In�cio da
Silva, presidente electo, no puede. Ning�n hombre de carne y hueso
puede.
Pero eso no es motivo suficiente para especular sobre cu�l de los
muchos Lulas predominar� entre tantos tirones antag�nicos. De
todos los Lulas, s�lo uno es el verdadero,
hist�ricamente probado: el Lula del Foro de
S�o Paulo. S�lo gracias a la supresi�n de
�ste los otros se volvieron veros�miles. En el momento oportuno,
volver� a resurgir, porque nunca dej� de existir. Es el sustrato de
materia que est� por debajo de los velos de la fantas�a.
El p�blico que ha cre�do en esa fantas�a es precisamente el mismo
que, hace pocos a�os, se deshac�a en l�grimas de emoci�n religiosa
ante la figura del Sr. Herbert de Souza
[Betinho] y se tomaba totalmente
en serio la propuesta de beatificarlo -- una apoteosis de entusiasmo
devoto que se deshizo en humo en el preciso instante en que el
ex-futuro-santo, al morirse, perdi� su sustancia medi�tica y su
utilidad pol�tica que constitu�an, en realidad, todo el relleno de su
ser espiritual. Los cultos hist�ricos son enf�ticos e hiperb�licos en
la misma medida en que el
objeto que los inspira es falso y en que los sentimientos que los
animan son f�tiles.