Lula est� excomulgado.

Los dem�s candidatos tambi�n.

Olavo de Carvalho

M�dia sem m�scara, A�o 1, N� 3, 18 Septiembre 2002

 

 

Un decreto papal de 1949, reconfirmado en 1959 por Juan XXIII y en vigor a�n hoy, condena a la excomuni�n autom�tica a todo cat�lico que apoye conscientemente a partidos o gobiernos comunistas. Eso incluye, con toda evidencia, al Sr. Lu�s In�cio Lula da Silva, que en 1991 firm� en el Foro de S�o Paulo un pacto de solidaridad con el r�gimen comunista de Cuba y que ha ratificado ese pacto en las diez siguientes reuniones del Foro hasta diciembre del 2001. Si el lector tiene alguna duda en cuanto al sentido del decreto, digite por favor "Decretum contra communismum" en cualquier buscador de internet y encontrar� decenas de sites con el texto latino y la traducci�n en varias lenguas. Si la duda se suscita respecto a la posible aplicaci�n de la excomuni�n en el caso concreto de Lula, basta consultar el texto del pacto pro-comunista en el site del propio Foro de S�o Paulo, http://www.forosaopaulo.org.

 

Pero no piensen que contando esas cosas pretendo favorecer a los adversarios de dicho candidato en las pr�ximas elecciones presidenciales. Cada cual a su modo, todos ellos han apoyado a movimientos y reg�menes comunistas -- especialmente el Sr. Jos� Serra, que estuvo muy allegado al gobierno Allende en Chile. El actual presidente de la Rep�blica, que acaba de sacar 25 millones de d�lares de nuestras arcas p�blicas para regal�rselos a la dictadura cubana, tampoco est� nada bien espiritualmente -- y no creo que ense�ar las fotos que se sac� al lado del Papa pueda mejorar mucho su imagen en el Juicio Final, pues hasta Fidel Castro, en sus primeras apariciones en p�blico, llevaba im�genes de santos colgadas al cuello. (1)

 

Tampoco piensen que con eso yo est� "predicando" o "defendiendo", ni siquiera indirectamente, la excomuni�n de esos se�ores. No tengo para eso la autoridad cardenalicia -- o tal vez divina � del d�o Betto & Boff. S�lo informo al lector de que ya est�n excomulgados, puesto que la aplicaci�n de ese castigo espiritual es autom�tica, resultante del acto mismo (�ipso facto incurrant in excommunicationem�), y no depende de la sentencia especial para cada caso determinado.

 

Tampoco es necesario decir que esa excomuni�n, inapelable en el �mbito espiritual, ser� ignorada por completo en la esfera de la acci�n pr�ctica, por absoluta imposibilidad pol�tica de que, en este pa�s, nominalmente la mayor naci�n cat�lica del mundo, alg�n prelado tome en serio un decreto papal tan inc�modo, cuya aplicaci�n rigurosa acarrear�a necesariamente la excomuni�n de innumerables obispos, tal vez de la CNBB entera.

 

As�, quedar� el dicho papal como no dicho, y, entre un ba�o de palomitas y otro, los cuatro candidatos podr�n seguir comulgando sin que eso produzca ning�n esc�ndalo y ni tan siquiera alguna leve incomodidad a las bellas conciencias cristianas de nuestros prelados. Es cierto que, en esos casos, el sacr�lego comulga "para su propia condenaci�n", pero, no nos hagamos ilusiones, �a qui�n le interesa eso? �Qu� significa el castigo eterno, comparado con la derrota electoral o con el riesgo de caer en desgracia ante tantas personas maravillosas?

 

(1) El ministro Celso Lafer, portador del regalo a La Habana, queda fuera de la jurisdicci�n del decreto, porque es jud�o. Pero, como dir�a Groucho Marx, "eso no mejora en nada su situaci�n", porque, tras ofrecer tan delicado mimo a un socio de Yasser Arafat, le va a resultar bastante dif�cil encontrar una buena disculpa que ofrecer a los rabinos.