El enigma que es soluci�n
Olavo de Carvalho
Jornal da Tarde, 22 de julio de 1999
Uno de los personajes m�s repugnantes de la vida brasile�a en la actualidad es el individuo rico, soi-disant liberal que, en conversaci�n privada, nos asegura que los izquierdistas radicales jam�s llegar�n al poder, pero que se dobla ante ellos servilmente en rendib�s y reverencias como si fuesen ya los due�os y se�ores del Pa�s.
Es el tipo que, cuando le preguntamos por las razones de su aparente seguridad, nos responde, con aires de suma sapiencia: �Los americanos nunca permitir�n que eso suceda.�
Es ese tipo el que hoy gobierna Brasil. �Habr� en la lengua portuguesa imprecaciones suficientes para maldecir a una clase gobernante que no se averg�enza de descargar sobre las espaldas de los extranjeros, con una sonrisa de tranquilidad afectada, el deber de proteger al Pa�s de sus enemigos internos?
Haga el estimado lector una prueba. Un d�a, nuestros gobernantes acusan al Movimiento de los Sin-Tierra (MST) de encubrir a los guerrilleros colombianos que est�n actuando ya en el territorio nacional; al d�a siguiente, le dan a esa entidad subvenciones millonarias para que haga la reforma agraria, incluso despu�s de que ella ha informado que no quiere reforma agraria de ning�n tipo, sino revoluci�n. M�ltiple opci�n:
(1) Los gobernantes pretenden comprar a los revolucionarios y ni se les pasa por la cabeza que �stos pueden usar el dinero de la venta precisamente para hacer la revoluci�n.
(2) Los gobernantes desean colaborar con la revoluci�n y hablan contra ella s�lo pro forma para enga�ar a la opini�n p�blica.
(3) Los gobernantes no est�n ni a favor ni en contra y s�lo quieren salvar sus cabezas, apostando simult�neamente por el �xito y por el fracaso de la revoluci�n.
(4) Gobernantes y revolucionarios tienen un acuerdo secreto que escapa a nuestra comprensi�n.
Las cuatro hip�tesis son tremebundas. En la primera los gobernantes son idiotas, en la segunda son traidores, en la tercera son oportunistas y en la cuarta son farsantes. Quien pueda que se imagine una quinta hip�tesis.
No faltar� quien, ante la indigesta perspectiva de ser gobernado tres a�os m�s por esa gente, ceda a la tentaci�n de mandar todo al infierno o de entregar de una vez el Pa�s a los comunistas, cosa que es rigurosamente lo mismo. Si el estimado lector est� en ese caso, le pido que reconsidere su decisi�n, teniendo en cuenta que, en cualquiera de las hip�tesis arriba mencionadas, los comunistas son ya tan poderosos por lo menos como el gobierno nominal y que son tan responsables como �ste de un estado de descalabro nacional que les es doblemente �til: �til porque la anarqu�a favorece la revoluci�n, �til porque el gobierno nominal se carga con toda la culpa del desorden que ellos mismos fomentan.
Adem�s, si el gobierno entrega a los extranjeros la responsabilidad de nuestra seguridad nacional, otro tanto hacen los comunistas, que, al promover la revoluci�n con subvenciones de las fundaciones Ford y Rockefeller, de la Comunidad Econ�mica Europea y de la Corona Brit�nica, saben perfectamente a qui�n tendr�n que servir cuando llegue su turno de ostentar en la frente la etiqueta de gobernantes. Ellos gobernar�n Brasil como los comunistas chinos gobiernan China: dando libertad al capital extranjero y neg�ndola a los habitantes del pa�s. �sa es la f�rmula del nuevo socialismo: apertura econ�mica por fuera, dictadura feroz por dentro. La f�rmula ya ha demostrado que funciona y, si hay una premeditaci�n racional por detr�s del apoyo aparentemente insensato que las potencias capitalistas dan a la izquierda del Tercer Mundo � y especialmente de Brasil �, se inspira indudablemente en la eficacia de la alianza macabra que hoy sostiene, a la vez, la econom�a china y la dictadura china.
La revoluci�n comunista en Brasil, financiada por intereses extranjeros, apoyada por los medios de comunicaci�n extranjeros y agradable a los ojos de los gobiernos extranjeros, no se har� contra los intereses extranjeros. Se har� contra la porci�n de la clase propietaria brasile�a que no est� defendida por una s�lida comuni�n de intereses con las grandes empresas internacionales. Se har� contra los propietarios rurales, cuyas tierras, desvalorizadas por las sucesivas invasiones del MST, est�n ya a merced de la codicia extranjera. Se har� contra la clase media religiosa y conservadora, hostil a los programas abortistas, feministas y homosexualistas que sellan el pacto de identidad ideol�gica entre el gobierno y sus aparentes enemigos. Se har�, en definitiva, contra todo lo que sea extra�o a la �modernizaci�n� tal como es comprendida por los se�ores del Nuevo Orden Mundial.
Cuando el querido lector, al abrir una revista o peri�dico que tenga fama de derechista, se quede at�nito por no encontrar en sus p�ginas m�s que la apolog�a del izquierdismo m�s descarado, no piense, precipitadamente, que est� ante un enigma: est� ante la soluci�n de todos los enigmas.