La farsa de la revoluci�n

Olavo de Carvalho

Jornal da Tarde, 8 de julio de 1999

 

 

�Alguien tiene dudas todav�a de que se est� montando una revoluci�n en este pa�s? No voy a perder mi tiempo intentando probar lo que es obvio. Paso directamente al punto siguiente: �revoluci�n de qui�n contra qui�n?

 

Los dos bandos del conflicto brasile�o, seg�n los revolucionarios del momento, est�n ya perfectamente definidos. De un lado, la �derecha�: el gobierno, aliado con los poderes globalistas, empe�ado en imponer al Pa�s un modelo neoliberal fundado en la entrega de nuestro patrimonio a la rapi�a internacional. Del otro, la �izquierda�, nacionalista y progresista, empe�ada en la defensa de lo que es nuestro, dispuesta a enfrentarse al mundo, si es necesario, para invertir los t�rminos de una trama injusta que oprime al pueblo y favorece a los banqueros.

 

Dicho esto, cualquier ciudadano cuyo sentido moral no est� ofuscado por intereses ego�stas optar� decididamente por la segunda alternativa.

 

Pero, entonces, surge un problema. �Y si resulta que la ecuaci�n revolucionaria, tan n�tida y tajante en su formulaci�n verbal, no corresponde realmente a la divisi�n de las fuerzas en discordia? �Y si, por debajo de los bandos aparentes, se estuviesen moviendo otros agentes m�s poderosos para dar al espect�culo un desenlace diferente del previsto por los dos bandos en litigio? Entonces, la menor disconformidad entre las palabras y la realidad convertir� a la revoluci�n en un desperdicio macabro de sangre, tiempo y dinero.

 

Invito, por tanto, a los lectores a contemplar el abismo entre las palabras y los hechos.

 

Por un lado, el gobierno. Es verdad que, en materia econ�mica, el gobierno favorece al capitalismo internacional. �Pero eso quiere decir que sea de derechas? �C�mo puede ser de derechas un gobierno que, m�s que cualquiera de sus predecesores, est� empe�ado en transformar la educaci�n nacional en un sistema oficial de adoctrinamiento marxista? �C�mo puede ser de derechas un gobierno que favorece e incentiva todas las reivindicaciones m�s osadas del neo-izquierdismo mundial: el aborto, el feminismo, la affirmative action?

 

Por otro lado, la izquierda. Es verdad que se opone valientemente a la venta de algunas empresas estatales � especialmente las que est�n hoy bajo el dominio de sus militantes. �Pero c�mo pueden ser nacionalistas las organizaciones patrocinadas por el Dr. David Rockefeller? �C�mo pueden ser nacionalistas los hombres que gobiernan Rio de Janeiro, cuya primera preocupaci�n ha sido la de cumplir al pie de la letra el programa de desarme de la poblaci�n directamente concebido por la central del Nuevo Orden Mundial? �C�mo pueden ser nacionalistas los hombres del Movimiento de los Sin-Tierra (MST), financiados y mimados por la Corona Brit�nica? �C�mo puede ser nacionalista el movimiento de la affirmative action, modelo extranjero financiado por la Fundaci�n Ford, por la Comunidad Econ�mica Europea y por el BankBoston, y que, para colmo de anti-nacionalismo, niega la unidad nacional para afirmar, por encima de ella, la unidad racial, en una pol�tica de franco-divisionismo que s�lo puede favorecer a las ambiciones internacionales? �C�mo puede ser nacionalista la izquierda ecol�gica e indigenista, que defiende la ocupaci�n de nuestro territorio por ONGs inglesas?

 

Lamento informarlo, pero esa historia de la revoluci�n est� mal contada. No existe ninguna izquierda nacionalista en lucha contra una derecha internacionalista. Existen, s�, internacionalistas por todas partes, unos intentando ahogar al nacionalismo brasile�o con pretextos liberales, otros intentando corromperlo, reciclarlo e persuadirlo a servir, con plena inconsciencia, al Nuevo Orden Mundial. Los primeros se consideran liberales, pero hacen de todo para aplastar bajo un burocracia de plomo toda iniciativa econ�mica popular. Los segundos dicen ser nacionalistas, pero sus programas y pretextos llegan ya preparados desde la misma central que dicta los discursos de los primeros. Liberalismo y nacionalismo son bellos ideales, expresados con hermosas palabras. Pero no son m�s que eso y no tienen nada que ver con lo que est� pasando aqu�. Brasil es una isla de ingenuidad rodeada por todos partes de listillos.

 

Nuestra presunta revoluci�n s�lo tendr� un vencedor, y no seremos nosotros. Si la revoluci�n es sofocada o vaciada, el establishment �fernandino� seguir� malvendiendo el Estado; si la revoluci�n vence, recibir� la factura de toda la ayuda internacional que la hizo posible, y no habr� concesi�n, no habr� postraci�n, no habr� servilismo suficiente para aplacar la sed de reconocimiento de nuestros bienhechores globalistas, desde Rockefeller hasta el pr�ncipe Charles. Los pocos nacionalistas que queden tendr�n nostalgia de Fernando Henrique Cardoso.

 

Nuestra revoluci�n, en definitiva, es una farsa, y el buf�n de la escena somos nosotros.