Pruebas cient�ficas

Olavo de Carvalho

Jornal da Tarde, 28 de mayo de 1998

 

 

Los fervientes esfuerzos de los intelectuales y de los medios de comunicaci�n para probar que Brasil es un pa�s racista no ser�an necesarios si Brasil fuese racista. Nadie tuvo que probar cient�ficamente el racismo de Sud�frica. Cuando la prueba tiene que ser obtenida mediante contorsionismos estad�sticos, lo �nico que queda probado es el deseo irrefrenable que cierta elite tiene de crear, desde arriba, un conflicto racial que jam�s brotar�a desde abajo espont�neamente, como de hecho no ha brotado.

 

Pero esa pol�tica puede considerarse vencedora desde que fue apadrinada por la Red Globo de Televisi�n, fabricante monopol�stica de la mentalidad nacional. No pasa ni un s�lo d�a sin que los mensajes que atestiguan las presuntas inclinaciones racistas de nuestro pueblo no sean transmitidos a macha martillo por medio de noticiarios, entrevistas y novelas, hasta convertirse, gracias a la repetici�n goebbelsiana, en verdad evang�lica, cuyo rechazo acabar� transform�ndose, a su vez, en crimen de racismo: est� pr�ximo el d�a en el que elogiar la democracia racial brasile�a acarrear� pena de c�rcel.

 

No s� si la responsabilidad, en este caso, incumbe a los propietarios de la Red Globo o a los iluminados de la izquierda insertados en ella, que, actuando seg�n una t�cnica muy conocida en los anales de la estrategia revolucionaria, aprovechan las cabezadas que se echa la direcci�n y se apresuran a mandar en la empresa como si ya fuese propiedad del futuro Estado comunista.

 

En realidad, mucho antes de que lo �pol�ticamente correcto� tomase al asalto la cultura del Nuevo Mundo, ya circulaba la orden del Comintern, de 1931, de que los comunistas procurasen instigar la lucha entre las razas, d�ndole un sentido de lucha de clases (William Waack, Camaradas, S�o Paulo, Cia. das Letras, 1993). Como dir�a Vicentinho: �La lucha contin�a�; ahora, en red nacional de televisi�n.

 

El nuevo cap�tulo de la serie se presenta en forma de una mentira m�s endilgada al p�blico como verdad cient�fica. Un estudio de la asistente social Maria In�s da Silva Barbosa, recibido por la GNT como prueba final (�una m�s!) del racismo brasile�o, informa que los negros y los blancos, en S�o Paulo, no mueren por las mismas causas: los blancos sucumben m�s por infarto (el 9,8%), los negros, por homicidio (el 7,5%, contra el 2,5% de  los blancos). La sociedad racista blanca, concluye la investigadora, est� exterminando sistem�ticamente a los negros.

 

Los n�meros pueden ser v�lidos, pero la conclusi�n es un puro fraude. En primer lugar, la raza blanca es m�s propensa a las enfermedades card�acas que la negra, lo que ya es suficiente para explicar la diferencia del n�mero de infartos. Por lo que se refiere al n�mero de homicidios, para llegar a la conclusi�n de que son debidos a un racismo exterminador habr�a que probar que fueron cometidos, en su mayor�a, por blancos. Pues, en el caso de que sea mayor entre los negros no s�lo el n�mero de v�ctimas, sino tambi�n el de asesinos, el resultado del estudio s�lo sugerir�a apenas, como mucho, que los negros son m�s violentos que los blancos. Ahora bien, esta conclusi�n, declarada en p�blico, al instante ser�a tildada de racista; pero no lo es menos su contraria, que atribuye a los blancos, mediante la ocultaci�n de un dato esencial, la responsabilidad global por los homicidios de v�ctimas negras, incluso los cometidos por negros. �Acaso no es racismo forzar el resultado de un estudio para acusar de homicidio a una raza entera, con tal que sea la blanca?

 

La investigadora ha escondido muy mal sus intenciones al declarar que el racismo de Sud�frica o de Alabama, con sus matanzas, sus guetos, su virtual prohibici�n de matrimonios mixtos, nunca fue peor que nuestro �racismo sutil� � tan sutil, digo yo, que s�lo se materializa en la forma abstracta de los porcentajes de una estad�stica, e incluso as� s�lo es visible a los ojos de la fe.

 

�Para m�, racismo es racismo�, afirm� la entrevistada, atestiguando su carencia del sentido de las proporciones.

 

En efecto, entre una sociedad que ha diluido tan bien las desavenencias raciales que, si no han desaparecido del todo, al menos han acabado reduci�ndose a una vaga y evanescente tendencia subconsciente, y otra sociedad que las exacerb� hasta convertirlas en una cultura que enfatiza la identidad racial por encima de la unidad del g�nero humano, �cu�l es la m�s racista y perversa, cu�l la m�s justa, bondadosa, sabia?

 

Pero hay otra diferencia. El pueblo brasile�o ha conseguido reducir al m�nimo la discriminaci�n racial en este pa�s por m�ritos propios, por su sabidur�a espont�nea y casi sin la intromisi�n del Estado. En Sud�frica, en Estados Unidos, una cultura profundamente racista tuvo que ser controlada por la polic�a y por los tribunales, y, bajo todo el peso de la m�quina represiva, a�n explota, de vez en cuando, en brotes de violencia que no tienen paralelo en nuestra historia.

 

�Qui�n puede negar esa diferencia sin una considerable dosis de ceguera intelectual o de intereses pol�ticos mal�volos?